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| Eduardo Duhalde |
El 14 de noviembre del 2002, la Argentina entra en default con el Banco Mundial por un vencimiento de 805 millones de dólares
El 14 de noviembre del 2002, la Argentina entró en default con el Banco Mundial por un vencimiento de 805 millones de dólares. En medio de una grave crisis económica, el país venía de declarar la cesación de pagos en 2001. Durante 11 meses, las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional no prosperaron. Solo se pagaron 79,2 millones en intereses. Bajo la presidencia de Eduardo Duhalde, tras la renuncia de Fernando de la Rúa, se puso fin a la convertibilidad peso-dólar. Los depósitos fueron pesificados, lo que desató protestas. La inflación, el desempleo y la pobreza crecieron. El default tuvo repercusiones internacionales, restringiendo el acceso a créditos. Este hecho marcó un hito como uno de los mayores incumplimientos con el Banco Mundial.Desde finales de los 90, el país atravesaba una crisis económica profunda. En diciembre de 2001, se anunció la suspensión de pagos de 102 mil millones de dólares en deuda soberana, el mayor default registrado hasta entonces. Las protestas masivas y la inestabilidad política derivaron en cinco presidentes en dos semanas. La recesión, la devaluación y el colapso financiero agravaron la situación.El 2 de enero del 2002, Eduardo Duhalde asumió la presidencia con 262 votos en la Asamblea Legislativa, tras la renuncia de Fernando de la Rúa. La situación social y económica era crítica. Duhalde formó un gobierno de unidad nacional para buscar estabilidad. Las medidas se enfocaron en mitigar los efectos de la crisis.
El 6 de enero del 2002, la Ley de Convertibilidad, que desde 1991 igualaba un peso a un dólar, llegó a su fin. La devaluación posterior redujo el valor del peso en más del 70% en pocas semanas. Los mercados reflejaron incertidumbre. Los precios de bienes esenciales subieron, afectando severamente a la población.
Los depósitos bancarios en dólares se convirtieron a pesos al tipo de cambio oficial. Esta medida, conocida como pesificación, generó pérdidas significativas para los ahorristas. Las demandas judiciales se multiplicaron. El “corralito”, que restringía los retiros bancarios, desencadenó protestas. La confianza en el sistema financiero se desplomó.
Desde diciembre del 2001, las negociaciones con el Fondo buscaban refinanciar 14 mil millones de dólares. En noviembre del 2002, las tratativas en Washington no lograron acuerdos con el Fondo ni con el Tesoro norteamericano. Las reservas argentinas, de 9,8 mil millones, limitaban las opciones. El acceso a financiamiento externo quedó prácticamente cerrado.
El 14 de noviembre, Roberto Lavagna, ministro de Economía, comunicó al Banco Mundial la imposibilidad de pagar los 805 millones. En una conversación con el vicepresidente David de Ferranti, se informó que solo se abonarían 79,2 millones en intereses. La prioridad era preservar la liquidez de las reservas.
Este incumplimiento se convirtió en el mayor default registrado con el Banco Mundial. Argentina se unió a países como Irak y Zimbabue, con acceso restringido a créditos internacionales. El Banco Mundial amenazó con suspender préstamos por 2 mil millones destinados a programas sociales. Se otorgó un plazo hasta abril del 2003 para regularizar la situación.
En diciembre, el Banco Mundial anunció que suspendería los desembolsos si no se cumplía el pago. La presión sobre las finanzas argentinas se intensificó. Las reservas eran limitadas, y no había fuentes alternativas de financiamiento. El aislamiento en los mercados internacionales se agravó.
Duhalde reunió a líderes políticos para abordar la crisis. Los índices de pobreza alcanzaban el 57 por ciento, y el desempleo llegaba al 21 por ciento. Muchas empresas cerraron, y la calidad de vida empeoró. Las negociaciones con organismos internacionales continuaron para reestructurar la deuda.
Ramírez de Velasco®



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