Ir al contenido principal

ESCRITORES Malhaya, triste destino

Escritor en su salsa

Calculadora en mano le dirán que imprimir cien libros, lo mínimo que se puede hacer, le costará, digamos, por dar un número, 10 pesos por ejemplar


Los libros son cosas que están en el comercio. A quienes dicen que son vehículos de la cultura, que sus letras contienen la historia de la humanidad, que son objetos de por sí muy bellos, dígales que sí, tienen razón, pero también son objetos que en muchos casos entran en el “debe” o el “haber” de un patrimonio cualquiera. Le guste o no a los románticos que no soportan ver dinero circulando por un libro.
Siempre fue caro imprimir libros. Cuesta una pequeña fortuna cada ejemplar. Y los escritores de Santiago, casi como una maldición, en su mayoría son (somos) pobres. Cuando tenemos un escrito preparado, luego de meses o quizás años de trabajo, escribir, reescribir, corregir y volver a corregir, viene la parte de editar.
Que es ponerle al libro el tamañito y tipo de letras que va a tener definitivamente, medir cuánto tendrá cada hoja, hacerle la portada, la contraportada, numerar y emparejar las páginas, todo un laburo de un diseñador gráfico que cobra por su trabajo. Algunos autores manejan los programas de diseño de la computadora, y hacen ellos mismos su libro, incluido el depósito de ley para tener el derecho de autor. Otros no hacen el depósito, por cuestiones ideológicas y lo mandan así nomás, orejano. Pero son detalles.
Después viene el asunto de conseguir una imprenta, decidir el tipo de papel y arreglar el precio. Los imprenteros suelen ser buena gente y tratan de ajustar sus costos lo más que pueden, sobre todo teniendo en cuenta que usted no es un abogado haciendo tarjetas de presentación con bordes dorados ni un padre que pide presupuesto para las invitaciones a la fiesta de 15 de la hija. Es un pobre que, por una vez en la vida, quiere mostrar al mundo lo que salió de su cabeza.
Calculadora en mano le dirán que imprimir cien libros, lo mínimo que se puede hacer, le costará, digamos, por dar un número, 10 pesos por ejemplar. Si imprime doscientos, serán 9 pesos con cincuenta, por quinientos se los dan a 8 pesos y mil ejemplares le saldrán 7 pesos cada uno.
Decidido, hará cien, nada más, para probar y si le va bien (no me haga reír, se me paspa la muela), luego reimprimirá. Los venderá a 12 pesos cada uno, porque usted es un escritor no un comerciante cualquiera. Pretende solamente recuperar la plata y tener para un hipotético segundo libro, nada más. Vuelve a la casa, saca la plata que tiene escondida en la alacena, raspa la lata, le llora a la señora que le entregue los dólares que ahorró en tiempos mejores y regresa a la imprenta.
Sus cien libros le costarán, más o menos lo mismo que un fin de semana a todo culo en Las Termas, con la patrona y los chicos comiendo en buenos restaurantes, tomando licuado en un bar de la San Martín para bajar el chivito al Malbec que se mandó, y trayendo regalitos para los parientes. O para arreglar el techo de la casa que se llueve. O, ya que estamos, miles de necesidades de su casa.
Después de pagar, un buen día el imprentero le dice que vaya al negocio porque ya están los libros. Salieron perfectos, mejor imposible. Se da entonces a la tarea de repartirlos en las dos o tres librerías de Santiago y en media docena de kioscos, que le pagarán una vez que los vendan.
La presentación del libro la hace en el salón de una biblioteca popular amiga y el gasto de unos cuantos vinos, gaseosas, sanguchitos y empanadas nomás hacen que el cálculo del precio de cada ejemplar quede exiguo. Es sabido que si en la invitación no dice: “Habrá brindis”, sólo irán, de lástima, sus parientes y los dos amigos que harán de presentadores. Eso sí, tenga la precaución de no invitar a muchos profesores universitarios —de la Católica o la Nacional— porque comen a cuatro manos, eso que ganan bien, los guachos.
Con suerte, es posible que en la presentación venda 20, 30 libros, más 20 que dejó entre las librerías y los kioscos, hacen cincuenta. No venderá más en la presentación porque irán solamente sus amigos, tan o más secos que usted. Los profesores no le comprarán porque ellos se las saben todas, lo que diga o deje de decir usted les tiene muy sin cuidado. Queda la mitad de la edición sin vender. Entonces llegan los coleros. Son esos conocidos que se enteraron de la presentación y cuando lo topan por la calle le dicen:
—Me enteré de la presentación de tu libro, qué bien. A ver si me regalas un ejemplar, así engalano mi biblioteca.
Nunca tuvieron biblioteca, cuando murieron los padres regalaron la que había en la casa paterna al primer cartonero que pasaba por la calle, y quieren su libro. Pero si uno les dice que lo vende, le responderán:
—Fulanito de Tal (un conocido gran escritor), me regaló su obra maestra, ¿y vos no quieres regalarme tu libro de cuentos?
Después comentará con los amigos:
—Ese muerto no quiere regalarme un libro. La poetisa Fulana de Tal, que es de la Sociedad Argentina de Escritores, va a congresos y encuentros en todo el país y el extranjero, todas las semanas sale en el diario y me regala un libro cada vez que publica y este patasucia, que anda en bicicleta, no quiere darme unito, qué le cuesta, che.
Y uno, que se entera del chisme porque Santiago es chico y nos conocemos mucho, compungido, un día le toca el timbre en la casa y le entrega su ejemplar dedicado y firmado. Es obvio que ni las gracias le darán. Si es bien usado, capaz que el domingo limpiarán la parrilla con las hojas de su libro, si no, con mucha suerte, lo usarán los nietos para hacer garabatos.
Mientras tanto, su señora lo tiene penado:
—Me llegas a hablar de otro libro y me divorcio. Ahora dejá de escribir en la computadora y dedícate a algo productivo, haceme el favor.
Malhaya, triste destino.
©Juan Manuel Aragón
En la Curva de Trujillo, primer día de octubre del 2022

Comentarios

  1. Excelente Juan, menos en eso de que los profesores gana bien. Personalmente tengo en mi.mesa de luz una pila de libros que voy leyendo y es un orgullo que en su mayoría sean de autores santiagueños. Por esa zona pasaron los tuyos también, en su día.

    ResponderEliminar
  2. Excelente Juan Manuel. Menos cuando dices que los profesores ganan bien. Personalmente tengo una pila de libros en mi mesa de luz, la mayoría de autores santiagueños, lo cual es un orgullo para mí. Por esa mesita pasaron los tuyos también, en su día.

    ResponderEliminar
  3. Muy buenas reflexiones, Juan. Valoro inmensamente la entrega de artistas y escritores. Son los que nos dan la formación, educación y bagage cultural que hace crecer y progresar a la sociedad.
    Agradezco además los comentarios porque me ayudan a entender mejor cómo funciona esa dinámica, ahora que estoy pensando en escribir uno yo.

    ResponderEliminar
  4. Malhaya triste destino los caballos argentinos. Yupanqui "dixit". Otros cambiaron el término "caballo" por otro que también empieza con las dos primeras letras.Despues las cambian y queda otra palabra...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

AVÍOS Sin falsos cacareos

La entrada de Hernán Cortés en México, de Augusto Ferrer-Dalmau Traída por los españoles, adoptada por los indios, olvidada por el idioma; una historia de hambre saciado sin templos ni abalorios Ignorada por casi todos, junto con los curas, me encargué de que los indios no se comieran los unos a los otros como estaban acostumbrados. Usted dirá que practicaban la antropofagia porque tenían religiones macabras que los obligaban a ello, aunque también puede ser porque les faltaban proteínas y vine a suplir esa falta. Después me convertí en algo común y corriente: en todas las casas siempre había varias, en algunas llegó a haber cientos. Soy fácil de mantener, a cualquier clima me acostumbro. Vivo en los Andes y en el llano, en el pantano, en el secadal, en el bosque y en el chaco, en el campo y la ciudad, siempre al lado del hombre, nunca lejos de él. Los españoles me trajeron a América en sus barcos y luego me llevaron por dondequiera que anduvieran, avío de sus correrías, despertador de...

1905 AGENDA PROVINCIAL Rava

Horacio Germinal Rava El 15 de agosto de 1905 nace Horacio Germinal Rava, abogado, poeta, escritor, socialista, apasionado por la cultura El 15 de agosto de 1905 nació Horacio Germinal Rava en Santiago del Estero. Fue un abogado y escritor, cuya vida transcurrió en su ciudad natal hasta su muerte el 16 de junio de 1994. Su existencia estuvo marcada por una profunda dedicación tanto a su profesión jurídica como a su pasión por las letras y la cultura. Desde joven, mostró un interés notable por combinar su formación académica con un compromiso social que lo llevó a desempeñar papeles diversos, dejando una huella significativa en la sociedad santiagueña. Ejerció como abogado, pero su labor no se limitó al ámbito legal. También desarrolló una intensa actividad cultural y social que lo convirtió en una figura influyente en el norte argentino. Fue profesor de la Universidad Nacional de Tucumán y la Universidad Católica de Santiago del Estero, en las que transmitió su conocimiento y valores a...

CUARTIROLO El sabor que se esfumó

El recordado cuartirolo De las pizzas gruesas y contundentes de antes a las finitas de hoy, historia de un cambio que no tiene vuelta De viejo uno se viene a enterar de que en la Argentina no se fabrica más el queso cuartirolo de la infancia, el que traía maicena en la cáscara, con ese gustito tan rico que sabía tener. Resulta que es oriundo de la Lombardía, Italia, y tiene denominación de origen protegida desde 1996, que es más o menos el tiempo en que dejó de aparecer en los almacenes de este bendito país. Se lo produce desde el siglo X, cuando se elaboraba al final del verano con leche de vacas alimentadas con "erba quartirola", el pasto fresco que crecía luego del tercer o cuarto corte de heno, antes del invierno, en los valles prealpinos de Lombardía. Esta hierba, rica y aromática, confería a la leche un sabor distintivo que lo cubría, y de ahí su nombre. Aquí ha pasado a llamarse cremoso, para no embromar a los productores lombardos, en el entendimiento de que las amas ...

2005 AGENDA PROVINCIAL Padre

Portada de un disco de Carlos Carabajal El 13 de agosto de 2005 se presenta el film "Padre de la Chacarera", en el barrio Los Lagos de La Banda, dirigido por Melina y Luciana Terribili El 13 de agosto de 2005 se presentó el documental "Padre de la Chacarera", en el barrio Los Lagos de La Banda. El film, dirigido por Melina y Luciana Terribili, está centrado en la vida y obra del compositor Carlos Carabajal. Filmado en La Banda, el mediometraje del año 2000 explora la trayectoria del músico, su familia y su aporte a la chacarera. El acontecimiento fue durante las tradicionales fiestas del barrio, vinculadas a la familia Carabajal. Se realizó la presentación en el patio de la casa de María Luisa Paz de Carabajal, madre de Carlos y figura central de la dinastía folklórica. Asistieron vecinos, músicos y familiares, entre ellos Peteco, Graciela y Demi Carabajal, hijos del compositor. La proyección fue al aire libre, con una pantalla instalada en el patio, bajo un algarro...

ESTRELLAS Orión el pintudo

Dibujo estilizado de la Constelación de Orión Algunas señales que entrega el Cielo sobre el fin del mundo que conviene tener en cuenta, en una de esas está más cerca de lo que nadie imagina Betelgeuse es una estrella alfa de la constelación de Orión. Para hallarla, amigo, si esta noche está despejado, tire una perpendicular a las Tres Marías hacia el nordeste. Si quiere ubicarla mejor, en Orión viene a ser el hombro de su brazo armado. Es de color rojizo y por su espectro se la clasifica como estrella supergigante de baja temperatura. Cuando viaje  para verla de cerca, sabrá que debe recorrer unos 300 años luz, pero deberá tener cuidado para no errarle cuando esté llegando, pues se aleja a una velocidad de 20 kilómetros por segundo. Es el grupo de estrellas que cualquier niño reconocía al instante cuando miraba el límpido cielo de antaño, al menos en Santiago del Estero. Además de Betelgeuse, el cuerpo de Orión también está formado por Rigel, supergigante azul-blanca, el pie izqui...