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"Viene clareando", acrílico sobre lienzo. Hugo Argañarás |
"Al pago le aguaitan, tras un extenso lapso inasible, los crueles meses de polvo y espanto”
La madrugada hace al hombre pensar en su vida, en lo que se va despojando pues el tiempo pasa, hay nuevos horizontes aguardando, y los presiente más cortos pero tal vez más intensos. Recuerda otros lejanos días amanecidos, el agua entibiándose para el primer mate, las manos abiertas recibiendo el calor del fuego que quedó de ayer, la pava crepitando en su primer hervor y los gallos de la casa, antes de apearse de sus tronos nocturnos, respondiendo la lejana trova de los gallos del vecindario. Afuera el horizonte se ha suspendido en el aire, entre la helada subiendo desde el rocío. Cuando se haga escarcha, teñirá de castaño el cerco, matiz descolorido que lo acompañará hasta el fin de noviembre o quizás principios de diciembre, rescatado por las primeras lluvias.Al pago le aguaita, tras un extenso lapso inasible, un agosto ventoso y los crueles septiembre y octubre, meses de polvo y espanto, la represa seca, el pozo a balde, la hacienda hambreada y mugiente llegando del fondo del desierto y los chicos mirándolo curiosos, preguntándole por qué tanto aguantar, por qué no mandarse a mudar allá para vivir sin tanta espera. El más grande le ha preguntado las razones de la lluvia, pues se debe aguardar su mansedumbre, sin viento, sin furia, sin piedra y suficiente para alimentar el cerco, pero no tanta como para inundarlos, como ha sucedido en varias ocasiones. Le ha dado una respuesta que entenderá quizás dentro de unos años: la naturaleza es la existencia misma, y tomó la precaución de no ser cuadrada ni redonda, tomando las mil y una formas caprichosas de las plantas, los dibujos de las estrellas, la sinuosa rastrillada trazada por la majada en su camino al monte.Arriba el lucero mantiene el paisaje en su lugar. Debajo de un cielo oscuro, refriega sus manos, ahora hechas luz, y sigue cavilando en sus cosas. Piensa en el misterio de que algo intangible como el amor haya sostenido su familia y quizás también tenga un destino sumido en la nada, allá afuera, en lo desconocido de la otra punta del camino.
En eso está, cuando de pronto se sacude estremecida la cerrazón: un rayo tenue de luz alumbra el patio y da forma a la pared de la casa. Aclara el amanecer, como siempre. Dentro de un rato, cuando se lave la yerba, saldrá a trabajar.
Juan Manuel Aragón
A 24 de julio del 2025, en La Verde. Visitando a un amigo.
Ramírez de Velasco®
Poético y con un muy buen vocabulario. Me ha gustao.
ResponderEliminarUna belleza! Desbordante en descripciones poéticas e imágenes que nos permiten ver al hombre, dentro de su universo. Buenísimo!
ResponderEliminarMuy bueno Juan. Muy bueno y poético relato. Felicitaciones
ResponderEliminarTengo que decir también, que se complementan muy bien con el cuadro de Hugo. Excelente la complementación entre la imagen y el relato.
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