El recuerdo de un amigo |
Anoche me topé, dormido, con el amigo Chito Martínez, exiliado en el Cielo me sigue recordando asuntos viejos y no tanto
Debe ser porque ayer fue el día del periodista y todo el día anduve pensando en este puto oficio de mercachifles de verdades a medias, no sé, la cuestión es que anoche, en un sueño me visitó Chito Martínez. Por ratos estábamos frente a su negocio, en la España o nos íbamos a la plaza Belgrano o volvíamos al Veredón, nos acordábamos de aquella bellísima fotografía del campanario de Santiago Apóstol, que le tacharon en el Nuevo Diario, porque creían que no era representativa de La Banda.Después nos reíamos porque, ¡amigo!, si esa foto no encarnaba a los bandeños, entonces qué los iba a mostrar mejor. La pusimos en la página 2, abajo, en blanco y negro. En el periodismo, como en muchas actividades, el que sabe, sabe y el que no sabe es el sobrino del dueño, el que les fumó un fangote y si te he visto no me acuerdo.Estaba bien Chito, rozagante, sin preocupaciones, tranquilo. Me avisó que le habían sido perdonados sus pecados, al final no eran tantos ni tan graves como él creía. Estaba alegre porque decía que disfrutaba de la presencia de Dios, aunque no me iba a explicar qué era eso, porque no había forma de que alguien de aquí abajo lo entendiera.
Le consulté sobre unos dramas que tengo. Fue muy específico en los consejos, como si hubiera estado esperando la consulta. Me dijo hacé tal y tal cosa, pero con mucha precisión, nada de “te convendría no apresurarte” ni cosas vagas, sino esto y esto, chau. No anduvo con vueltas como se espera que sea en un sueño, ni se puso a divagar, sino que me explicó cómo tengo que obrar. Es obvio que no voy a contar lo que me indicó, son cosas mías.
Aunque fue por lejos el mejor cronista gráfico que ha tenido y tendrá la provincia no se creía nada, su humildad era a prueba de homenajes, eso que le hicieron varios antes de que se fuera para el otro barrio. Señaló que en el Cielo comprendió a los dueños del Liberal, que le robaron aquella foto para presentarla a un concurso a nombre de otro fotógrafo, porque necesitaban que el premio no estuviera en sus manos, sino en las de alguien más joven. “Me conformo con que todos supieron, esa vez, que la había tomado yo, un premio de Adepa no me agregaba nada, porque nunca he tenido currículum, he sostenido mi trabajo a fuerza de sacar fotos en el momento justo y en el lugar preciso”, sostuvo.
Recordamos aquella vez que le truncaron la investigación que estaba haciendo en Añatuya. Tal vez entonces habría completado el círculo del descubrimiento de que el criminal nazi, Josef Mengele, había vivido en La Banda, sobre todo por los cómplices que necesariamente debía haber tenido en La Banda y Santiago. Había descubierto que era muy posible que el presunto asesino de Jimena Hernández, no sé si se acuerda de ese famoso caso, estuviera refugiado en el Obispado de la ciudad de los zorrinos. Pero no lo dejaron avanzar y hubo una doble pérdida, por un lado, los santiagueños se podrían haber enterado de quiénes eran los que movían los hilos en aquel tiempo. Pero si no era cierto, quedó para siempre dando vueltas la duda.
Lo de Mengele estaba bien, ¿no?, una nota de color en un diario que ya era pesado y fofo, no venía mal, pero meterse a investigar las conexiones de una institución religiosa de alto vuelo con un crimen y con sus posibles conexiones nazis, era mucho.
“Me dijeron que era solamente una anécdota curiosa, pero tuvo graves implicancias”, me dijo anoche. “¿Era como sospechábamos?”, le pregunté. Miró para todos lados, como buscando estar solos y me respondió: “Peor”. Pero, ya se sabe, en los sueños pasa de todo, así que no vaya a tomar esto como una verdad ni mucho menos.
Después contó que, a pesar de estar exiliado, algunas madrugadas lo dejan pasear por La Banda, pero nadie lo reconoce, me pidió que les entregue sus saludos a los amigos, recordó que para ir al Cielo se deben sumar puntos, entre otras cosas ayudando a los demás, pero sin que nadie se entere, calladito la boca, si no, no vale.
Además, me rogó encarecidamente que les diga a los dueños de la parrillada San Martin que me fíen una cena completa para mí y mi familia, con vino, soda gaseosa y de postre budín con crema. Pregunto, ¿si llevo a un amigo no será mucho?
©Juan Manuel Aragón
Muy buena Juan Mánuel!!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Ya he leído dos veces, de puro gusto.
ResponderEliminarIba leyendo despacito,e iba recordando cada hecho,y me intrigaba a la vez quien escribía esto,también lo conocía,me preguntaba,pero mís ojos conocían esa letras,escritas con el corazón y puño sincero...Gracias!
ResponderEliminarQué buen relato!!!!!!
ResponderEliminarel sobrino era Ariel, se quedo con 1.000.000 de dólares y lo cago al tio y al abuelito
ResponderEliminarMuy buen relato te felicito Juan Manuel 👏
ResponderEliminar"CHITO" BUEN AMIGO, FRANCO Y CABALLERO, AMENO, APASIONADO, COMPROMETIDO; NUNCA CAPAZ DE UNA MALDAD.
ResponderEliminarMuy bueno
ResponderEliminar*"Miró para todos lados, como buscando estar solos y me respondió:
Excelente.