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CHONGO Del revolcadero al diccionario

Susana Giménez y Carlos Monzón

Curioso origen de una palabra que viene adquiriendo significados cada vez más escabrosos desde que nació

En un artículo de la revista Gente del 15 de julio de 1985, Moria Casán confesó: “Mi ´chongo´ secreto no es famoso, pero me hace feliz”. Esta nota no analizará la vida sexual o la capacidad amatoria de esa mujer, sino el origen de ´chongo´, el curioso vocablo que emplea para referirse al caballero que la satisfacía sexualmente en aquel tiempo.
El Diccionario del Lunfardo de José Gobello define: “chongo: m. y f. Amante ocasional, pareja de relación pasajera o sin compromiso afectivo, generalmente asociada con encuentros sexuales esporádicos. Uso coloquial, frecuente en el habla porteña”.
Usted seguramente la ha sentido en la televisión, en los programas que involucran sobre prostitutas y prostitutos de toda calaña y ralea. Olvídese de esa gente, y elévese para desentrañar el origen de una palabra que viene adquiriendo distintos significados en un recurrido que, si no es apasionante, al menos es interesante.
El vocablo ´chongo´ está documentado en el español rioplatense desde comienzos del siglo XX. El Diccionario de la Real Academia Española, que acepta lo que le den, lo mastica poco y lo escupe rápido, lo recoge con, al menos dos acepciones: “Hombre joven de aspecto atractivo” y “pareja ocasional”.
Ahá, eso es sabido. Hay varias teorías para explicar su etimología o de dónde viene.
Del quichua: Domingo Bravo sostiene que es “pantorrilla, pierna” o también, según algunos, parte baja del cuerpo. De allí a significar “cola, trasero” hay sólo un paso. Ese vínculo semántico con la parte del cuerpo en que la espalda cambia su casto nombre, podría haber favorecido su uso sexual.
Del lunfardo: también se lo relaciona con ´chongo´ que es “niño, muchacho” en el caló, la lengua de los gitanos españoles. Al mezclarse en el habla con el arrabal porteño, pasó a designar, según esta hipótesis, al varón joven.
Del portugués brasileño: en algunas regiones del sur de Brasil, ´chongo´ se usaba como “hombre torpe o tosco”, lo que sugiere que también pudo entrar por el contacto fronterizo.
También podría provenir del español coloquial: hay quienes sugieren que deriva de "chunga", palabra que se asocia con algo de poca calidad, broma o burla. En este sentido, "´chongo´" como relación informal podría implicar algo pasajero, poco serio o "de broma". El término "chungueo" (burla o engaño, para los gallegos) podría haber influido en esta evolución.
De alguna lengua africana: hay quienes afirman que podría tener raíces en lenguas traídas por esclavos durante la colonia. La palabra ´chongo´ (en el sentido de nudo o moño) aparece en algunos contextos americanos. No hay ninguna evidencia más o menos aceptable que conecte directamente este uso con el significado actual.
En el lunfardo, la lengua de los presos, ´chongo´ se consolidó como “muchacho joven, mozo, varón robusto”. Y desde la segunda mitad del siglo XX, pasó a designar al hombre pintudo o sexualmente bien dotado, generalmente de clases bajas, que era objeto de deseo sexual sin implicar vínculo amoroso. Algo así como Carlos Monzón para Susana Giménez (y varias diosas más de que aquel tiempo), Diego Maradona y Rodrigo Bueno, el “Potro” para Graciela Alfano, o Marcos Gutiérrez “Anguila”, el arquero que fuera amante, novio o ´chongo´ de Graciela Borges en la década del 90.
En la jerga de los homosexuales (invertidos que les decían, antes de lo políticamente correcto), de los años 70 y 80, ´chongo´ se usaba para señalar a un varón heterosexual o “machito” que mantenía relaciones sexuales a cambio de dinero, regalos o favores.
Hoy en la Argentina y el Uruguay, ´chongo´ se usa como “amante informal, pareja sexual sin compromiso”, sea heterosexual u homosexual. Vendría a ser un ´tachangou´ (toco y me voy, en inglés de la calle), como llaman las putas más conspicuas del país al tipo con el que se acuestan una vez en la vida y después, si te he visto no me acuerdo.
Tiene un matiz de relación desigual porque se refiere a un vínculo en el que uno de los dos es el ´chongo´ (más joven, atractivo, menos comprometido). La otra es una vieja chota que a veces garpa para cumplir su deseo sexual de parecer más joven y atractiva.
Por si quedaran dudas sobre el modo de uso de la palabra, van algunos casos.
La panelista Marcela Tauro, al debatir rumores sobre Wanda Nara dijo: “Wanda tiene un nuevo ´chongo´, pero esto no dura ni un mes, ¡es puro marketing!”
“En Tinder todos buscan un ´chongo´, pero nadie quiere compromiso, ¡es la moda!”. Lo dijo Santiago del Moro en una discusión sobre aplicaciones de citas.
Mario Pergolini: “En cuarentena, los ´chongos´ eran virtuales, pero ahora volvieron los de carne y hueso.”
Al final, chongo no viene de la Enciclopedia Espasa ni de las aulas de la Sorbona, sino de las camas, los arrabales y los programas de chimentos. Primero fue muchacho, de ahí pasó a culo, después amante ocasional y hoy es comodín de la jerga de la televisión. Cambian los tiempos, cambian las parejas, pero el chongo sigue firme: nunca promete demasiado, nunca dura mucho (eso dicen) y por el momento está de moda.
Juan Manuel Aragón
A 25 de agosto del 2025, en el barrio Centenario. Comprando zapallo.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Carlos Monzón de albañil a Campeón Mundial y de ahí a "comerse" a la Susana, luego a ser el "Chongo" de moda.

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  2. !!!!! LOS SANTIAGUEÑOS SOMOS CATOLICOS Y NO PERMITIREMOS ARTICULOS DE "CONTENIDO PROSTISEXUAL"
    !!!ES UNA FALTA DE RESPETO NO QUEJAREMOS A LAS AUTORIDADES COMPETENTES A LOS FINES QUE TOMEN DRASTICAS MEDIDAS AL RESPECTO
    (Deberian clausurar este sitio en donde se habla de sexo lastimando la sensibilidad de las personas expuestas al leer este articulo pornografico)

    ResponderEliminar
  3. Menos mal que no viven las Señoritas Borges,habrian pedido al Obispo excolmulgar al "promotor" de este "heretico y promiscuo" articulo .......

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    Respuestas
    1. SEXO Y PERIODISMO
      Hay un tipo de sensacionalismo mucho más efectivo y de más clase: el del semen. Semen por encima de sangre. Creo que de alguna forma asistimos a la farandulización del sexo y del poder.
      El periodismo (el serio, el de clics, el popular) y los moralistas (de izquierda y derecha, de academia o fe) nos ponen, entonces, a discutir sobre el sexo de los poderosos, como en la época medieval se discutía del sexo de los ángeles, y no sobre las barbaridades del poder. No hay nada más serio que el sexo: el reprimido, el provocado, el político, el periodístico.

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    2. "La opresión de las mujeres puede terminar hoy si todas eligen ser hombres"

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