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| La lluvia llegó |
Una súplica rural del siglo XIX se transformó en juego infantil y cruzó el océano en versiones que repiten los niños y recuerdan los grandes
Durante más de un siglo, generaciones de niños han cantado la misma súplica juguetona: “Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva…”. Lo que pocos saben es que esta ronda infantil, hoy inseparable de los recreos y jardines de infantes, nació como una antigua plegaria popular para pedir lluvia en los campos de España.Su origen documentado se remonta a fines del siglo XIX, cuando folkloristas comenzaron a recopilar cantos de rogativas en Castilla y Andalucía. En esas primeras versiones no había una vieja sino una “Virgen de la Cueva”, figura religiosa a la que los campesinos pedían auxilio durante las sequías. Con el tiempo, el tono piadoso se volvió juego: la “virgen” se transformó en “vieja” y la plegaria se mudó de las iglesias a los patios escolares.La letra más difundida en España decía: “Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva, los pajaritos cantan, las nubes se levantan…”, con un cierre curioso: “que rompa los cristales de la estación”. Esa imagen, probablemente aludiendo a una estación de tren, daba un toque moderno a una melodía de raíces rurales.
Con la expansión cultural del siglo XX, la canción cruzó el Atlántico. En México, el final adoptó un aire agrícola: “que se mojen los campos y nazca el maíz”. En Chile y Perú se ajustó al clima y al habla local: “que caiga un aguacero que moje la sombrilla del jardinero”. En Argentina y Uruguay se mantuvo casi intacta, salvo por el cierre “de la casa del señor”, que sustituyó a “la estación” sin matices religiosos.
El paso del tiempo también cambió su sentido. Lo que fue súplica por la lluvia se volvió entretenimiento. En la voz de los niños, la letra perdió el peso simbólico del agua como bien escaso y se convirtió en ronda inocente, repetida en días nublados o bajo los primeros chaparrones.
Algunos filólogos sostienen que la transformación de “virgen” a “vieja” fue un proceso espontáneo de la oralidad, una manera de secularizar el canto y hacerlo más cercano a los niños. Otros ven en el cambio un reflejo del humor popular, que solía parodiar los rezos para volverlos juego.
Una versión de la canción
En las décadas del 40 y 50, los cancioneros escolares y la radio del franquismo ayudaron a fijar su versión moderna. Desde entonces, “Que llueva, que llueva” se volvió parte del repertorio común del mundo hispano, una melodía mínima que sobrevivió a dictaduras, modas y pantallas. Hoy suena igual en patios de Córdoba, Oaxaca o Frías, con alguna palabra distinta y el mismo deseo de siempre: que el cielo se abra, y que llueva, que llueva.
Las versiones
La más antigua está documentada en España entre 1904 y 1910, recogida en cancioneros de Castilla y León:
Que llueva, que llueva,
la Virgen de la Cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan,
¡que sí, que no!,
que caiga un chaparrón,
con azúcar y turrón,
que rompa los cristales
de la estación.
En el habla infantil española se popularizó luego una versión que corrió de los años 30 a los 50, según cancioneros escolares y grabaciones de la Fonoteca Nacional de España:
Que llueva, que llueva,
la vieja está en la cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan,
¡que sí, que no!,
que caiga un chaparrón,
con azúcar y turrón,
que rompa los cristales
de la casa del señor.
Aquí aparece “la vieja”, sustituyendo a la Virgen. Es una deformación humorística y secular. El cierre “de la casa del señor” parece una alteración posterior de “la estación”, quizás por confusión auditiva o por darle un tono moralista.
En México se cantaba así:
Que llueva, que llueva,
la vieja está en la cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan,
¡que sí, que no!,
que llueva a cántaros,
que se mojen los campos
y crezca el maíz.
En Chile y Perú:
Que llueva, que llueva,
la vieja está en la cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan,
¡que sí, que no!,
que caiga un aguacero,
que moje la sombrilla
del jardinero.
En la Argentina y el Uruguay, según el Cancionero escolar Kapelusz de 1965:
Que llueva, que llueva,
la vieja está en la cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan,
¡que sí, que no!,
que caiga un chaparrón,
con azúcar y turrón,
que rompa los cristales
de la casa del señor.
Y en Santiago del Estero y Tucumán:
Que llueva, que llueva,
la vieja está en la cueva,
los pajaritos cantan,
la vieja se levanta,
¡que sí, que no!,
que caiga un chaparrón,
con agua y jabón,
arriba del colchón.
Esta última versión, en Santiago, durante un tiempo, se la cantó cambiando a la vieja por la Nina, obviamente por la Mercedes Marina Aragonés de Juárez
Juan Manuel Aragón
A 4 de noviembre del 2025, en Santiago. Llenando la Pelopincho.
Ramírez de Velasco®



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