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| ¿Cómo les dicen a los Hasenkamp? | 
Las pequeñas o grandes marcas de identidad que se llevan pegadas al habla, a veces son un capricho de la lengua
A Hebe Luz, obviamente
Los gentilicios son pequeñas o grandes marcas y señales de identidad que llevamos pegadas al habla como una bandera en miniatura. Sirven para decir de dónde venimos sin necesidad de mapa, y se forman —casi siempre— añadiendo sufijos juguetones como -eño, -ense, -ino, -ano, -és al nombre del lugar: de Córdoba, cordobés; de Corrientes, correntino; de Gualeguay, gualeyo. Pero la lengua, más viva que reglamentaria, hace de las suyas: a veces los transforma por eufonía, pereza o picardía. Así aparecen los raros, los simpáticos, los caprichosos: pueblerinos, uruguayenses, napaleofucenses, infiernícolas.A veces cambian porque cambia la gente y su forma de nombrarse. Un vecino que quiere distinguirse inventa uno nuevo; otro, más práctico, lo acorta; un tercero lo convierte en chiste. También influyen la escuela, la prensa, la burocracia y, por supuesto, el humor de cada lugar. En muchos pueblos, el gentilicio oficial convive con el popular, que suele ser más sabroso y travieso. A veces son motivo de orgullo, otras de burla cariñosa, pero siempre de pertenencia. Porque un gentilicio no es solo una etiqueta geográfica: es una forma de decir “yo soy de ahí”, con todo lo que eso implica de historia, tono y corazón.En la vastedad argentina, son un mapa secreto del habla: una geografía del afecto y la costumbre. Algunos suenan lógicos y previsibles, otros parecen salidos de un cuento o de un error feliz del idioma. Nacen del cruce entre historia, fonética y picardía popular. Los hay que conservan raíces indígenas, otros mezclan patronímicos extranjeros y unos cuantos se reinventaron para sonar mejor o distinguirse del vecino.
Esta lista reúne algunos gentilicios poco comunes —raros, curiosos o simplemente encantadores— usados en pueblos y ciudades de todo el país. Todos tienen algún tipo de documentación: en la literatura local, en la prensa, en registros oficiales o en el habla viva de su gente. Cada uno encierra una pequeña historia lingüística, una identidad escondida en una palabra que, al pronunciarse, rescata el lugar y el orgullo de quienes lo habitan.
Ahí van.
Antigüense, Los Antiguos, Santa Cruz.
Caacatieño, Caá Catí – Corrientes.
Curuzucuateño, Curuzú Cuatiá, Corrientes.
Hasenkampense, Hasenkamp, Entre Ríos.
Koslayense, Juana Koslay, San Luis.
Loncopuesino, Loncopué, Neuquén.
Napaleofucense, Napaleofú, Buenos Aires.
Quequenense, Quequén, Buenos Aires.
Saujilisto, Saujil, Catamarca.
Wheelrrense, Wheelwright, Santa Fe.
Belicho, Belén, Catamarca.
Antofagastense, Antofagasta de la Sierra, Catamarca.
Uruguayense, Concepción del Uruguay, Entre Ríos.
Macachinense, Macachín, La Pampa.
Veinticincomayense, 25 de Mayo, Misiones.
Chimpayense, Chimpay, Río Negro.
Sanantoniense, San Antonio este u oeste, Río Negro.
Veinticinqueño, 25 de Mayo, Buenos Aires.
Angastaqueño, Angastaco, Salta.
Saraveño, Apolinario Saravia, Salta.
Ballivianense, Ballivián, Salta.
Chicoanense, Chicoana, Salta.
Coscoíno, Cosquín, Córdoba.
Animaneño, Animaná, Salta.
Infiernícola, Pampa del Infierno, Chaco.
Tolhuinense, Tolhuin, Tierra del Fuego.
Mollareño, El Mollar, Salta.
Cerrillano, Cerrillos, Salta.
Pichanalense, Pichanal, Salta.
Poscayense, Poscaya, Salta.
Tolareño, Tolar Grande, Salta.
Tartagalense, Tartagal, Salta.
Chileciteño, Chilecito, La Rioja.
Pomeño, La Poma, Salta.
Candelareñ, La Candelaria, Salta.
Santarroseño de los Pastos Grandes, Santa Rosa de los Pastos Grandes, Salta.
Tabacaleño, El Tabacal, Salta.
Lajiteño, Las Lajitas, Salta.
Sumalaense, Sumalao, Salta.
Rivadeño, Rivadavia, Salta.
No se han incluido gentilicios santiagueños, pues Hebe Luz Ávila, doctora en letras, ha preparado, luego de varios años de investigación, un libro en el que estarán todos los de la provincia y no solamente los que pueden parecer raros en otros lados, aunque aquí suenen muy comunes, como “sumamero”, de Sumamao; “shalaco”, del río Salado; “bajoalegreño”, de Bajo Alegre o “Chumillero”, de Chumillo.
Pero si tiene más gentilicios raros para agregar, abajo hay espacio.
¡Adelante!, no tenga miedo, escriba sin vergüenza.
Juan Manuel Aragón
A 31 de octubre del 2025, en El Zanjón (¡zanjondeños, zandondenses, zanjeros, zanjones?). Orillando su casa.
Ramírez de Velasco®


Taficeño de Tafi Viejo
ResponderEliminarTafinisto de Tafi del valle