Cuadro de Piet Mondrian |
Queda muy mal decir que, a partir de Pablo Picasso y hasta por ahí nomás, uno no entiende un soto
Nada que decir de los pintores de hoy, ¿no?, salvo que a veces no se entiende lo que hacen, pareciera que laburan para comentarse entre ellos, en abstracciones que, en realidad son abstracciones de otras abstracciones, que remiten a otras abstracciones que las entiende vaya uno a saber quién, ¿no?Hace poco se ha descubierto que un cuadro de Piet Mondrian, un artista de lo que llamamos Holanda, estuvo toda la vida, colgado al revés. Amigo, lo pusieron patas para arriba en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1945 y desde 1980 estaba en la colección de arte del estado alemán de Renania del Norte-Westfalia, en Düsseldorf, también mal puesto.Nadie se dio cuenta hasta hace poco, cuando la curadora Susanne Meyer-Büser notó el error al investigar la nueva exposición del museo sobre el artista. Advirtió que ahora podría desintegrarse si se colgaba del lado correcto.A nadie le importó mucho tampoco, porque del derecho, del revés, de uno u otro de los costados o, aunque esté chanfleado, no se entiende de qué se trata. Segual, diría Minguito. Que ahora no sea posible ponerlo bien es un detalle mínimo, pues nadie torcerá la cabeza ni blanqueará los ojos para imaginárselo del otro lado porque sabe de antemano que tampoco descubrirá mucho.
La pintura se ha convertido de poquito, como sucede en casi todos los fenómenos que van contra la cultura o, lo que es lo mismo, contra la belleza, en un arte que entienden pocos, que casi nadie sabe qué es, de qué se trata o con qué se come, pero muchos sostienen que les encanta. Queda muy mal decir que, a partir de Pablo Picasso y hasta por ahí nomás, uno no entiende un soto.
Oiga, si viene un crítico de arte, de esos que ¡uf!, cómo saben, seguro que dirá de usted: “Pero este tipo no entiende nada”. Respóndales que entiende más o menos como un tipo común y corriente, un Juan de la Calle cualquiera, que tiene aprendidos algunos textos sobre el asunto, alguna vez agarró alguno de arte y se desburró sobre proporciones, escorzos, puntos de fuga, regla de los tercios y algo más. Admira a Diego Velázquez, Henri de Toulouse-Lautrec, Francisco de Goya y Lucientes y varios más porque leyó varios libros que le dijeron por qué se emocionaba al mirarlos.
Algunas artes se han convertido en metáforas de metáforas de metáforas de metáforas. De tal suerte que una mujer se hace sacar algo de grasa de su propio cuerpo, con eso fabrica jabón, lo muestra en una exposición, luego la alaban en dos diarios que, felizmente, desaparecieron, Clarín y La Nación. Uno espera la noticia del repudio generalizado, desde la Liga de Amas de Casa hasta el Museo Nacional de Bellas Artes, pasando por la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas. Pero nada, che.
En nombre del arte está todo permitido, la incongruencia, la burla al público, el mal gusto, la ofensa a los posibles espectadores de una obra. Es posible que a un artista moderno se le ocurra escupir a quienes asistan a ver su obra y cientos hagan cola para ser protagonistas de una “performance artística”, como le decían antes, o de una “instalación contemporánea”, como le llaman ahora. No por nada hay tiendas de ropa que venden pantalones rotos a precio más alto que los que vienen impecables y tontos que no dudan en pagarlos, porque están de moda.
El drama es el tilingaje que, canapés mediante, suele consumir las inauguraciones de las exposiciones y, si le alcanza el dinero, compra esas obras, solamente porque le han dicho que le deben gustar, sus amigos tienen colgados cuadros de este o aquel autor, que no pueden faltar en su living. Si es una porquería mal hecha y peor entrazada, bueno, ¡bueno, bueno!, a no calentarse, pertenecer también trae contrariedades, ¿no?
“Pero, hace arte figurativo”, dicen de uno que pinta paisajes, rostros, animales. Como si fuera un pecado. La gracia está en pintar algo “como le sale del corazón”, “con mucho sentimiento”. Ante las manchas sin forma ni ritmo ni sentido ni gracia, usted no entiende nada si no expresa: “¡Ah!, pero qué maravilla, se nota que el autor evolucionó y no hace caso de los cánones tradicionales de belleza occidental”. Si después agrega: “Me gusta porque es un verdadero transgresor”, pasará a revistar en la categoría de “Hombre que Comprende a los Artistas” o, dicho de forma más llana, será un “progre”.
Imagine un guitarrista que toma su instrumento y toca cualquier cosa sin ningún parecido con la música, pulsa notas al azar, tal como le van saliendo del corazón, sin hacer caso, por supuesto, a ningún ritmo ni escala musical, haciendo arpegios completamente fuera de tono. ¿Le tiene que gustar, solamente porque un crítico sostuvo que eso es arte?
Dicho de otra manera, ¿alguien leería un cuento de Jorge Luis Borges si tuviera todas las palabras mezcladas? Depende, si lo alaba un crítico admirado y seguido por el entramado tilingo de la cultura progresista, moderna y aceptada, es posible que halle muchos tontos dispuestos a comprar un libro así.
Dos cositas, para ir terminando este escrito antes de que se vaya de las manos, la primera: uno de estos días cabría escribir sobre por qué progres y tilingos son la misma cosa o, la même merde avec une odeur différente, para decirlo en el mal francés aprendido en la secundaria. La segunda, abajo hay lugar para opinar, estar de acuerdo, en desacuerdo, putear en diferentes idiomas, discutir, debatir o dejarse mensajes de amor entre ustedes, hágalo, no tenga miedo.
©Juan Manuel Aragón
Monte Rico, 30 de octubre del 2022
Concuerdo totalmente con tu planteo. Recuerdo un día en el museo de arte moderno de New York (MOMA) estar viendo un cuadro que sólo tenia una franja roja, del "pintor" Mark Rothko, y pensar "este tipo debe estar matándose de risa de todos los giles a los que les hizo creer que esto es arte". Pará colmo tenía un rótulo que decía "El arte es una aventura hacia un mundo desconocido, el que puede ser explorado sólo por aquellos dispuestos a tomar el riesgo"......un farsante total. Solamente me quedó la curiosidad por saber qué era lo que fumaba, que supongo que habrá sido lo mismo que los que compran sus cuadros.
ResponderEliminarY mejor ni hablar de los "artistas escatológicos", a esos directamente habría que meterlos presos por estafadores.
Toda la razón!! Muy buen trabajo 👍
ResponderEliminarMás adelante me explico mejor
Gracias amigo
Arq Maria lopez ramos