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1801 ALMANAQUE MUNDIAL Accidente

El enfrentamiento entre españoles

El 12 de julio de 1801 los navíos españoles de la Real Armada, se enfrentaron en un combate accidental en el estrecho de Gibraltar

El 12 de julio de 1801 los navíos españoles San Hermenegildo y Real Carlos, ambos de la Real Armada, se enfrentaron en un combate accidental en el estrecho de Gibraltar. En la oscuridad de la noche, los dos barcos, cada uno con 112 cañones, se confundieron mutuamente como enemigos, desencadenando un enfrentamiento que culminó en la explosión de ambos buques. Este desastre dejó un saldo aproximado de 1700 marineros muertos, marcando uno de los episodios más trágicos de la historia naval española.
El San Hermenegildo y el Real Carlos formaban parte de una escuadra española que navegaba en el Mediterráneo durante las guerras napoleónicas. España, aliada de Francia, participaba en operaciones navales contra el Reino Unido. Los dos navíos, considerados de primera línea, eran buques de tres puentes, diseñados para llevar gran cantidad de artillería y tripulación, lo que los convertía en piezas clave de la flota.
La noche del 12 de julio, la escuadra española navegaba cerca de la costa de Algeciras tras un enfrentamiento previo con buques británicos. Se veía poco debido a la oscuridad y la niebla. Así, el San Hermenegildo y el Real Carlos, que navegaban próximos, perdieron comunicación clara con el resto de la flota.
Por causas que no están documentadas con precisión, los tripulantes de ambos navíos interpretaron las señales del otro como hostiles. Se cree que la confusión pudo deberse a la similitud de las siluetas de los barcos en la noche o a la falta de coordinación tras el reciente combate con los británicos. Así, los dos navíos iniciaron un intercambio de disparos con sus cañones.
El combate fue breve pero devastador. Los disparos alcanzaron áreas críticas de ambos barcos, provocando incendios que se propagaron rápidamente. La pólvora almacenada en los pañoles de ambos navíos, esencial para su artillería, se encendió, causando explosiones catastróficas. Las detonaciones destruyeron por completo al San Hermenegildo y al Real Carlos en cuestión de minutos.
De los aproximadamente 850 tripulantes a bordo de cada navío, solo unos pocos sobrevivieron. Los registros indican que los botes salvavidas y los restos flotantes permitieron rescatar a un número reducido de marineros, pero la mayoría pereció en las explosiones o se ahogó en las aguas del estrecho. La magnitud de la pérdida humana conmovió a la Real Armada.
El incidente ocurrió en un momento en que España buscaba mantener su influencia naval frente a las potencias europeas. La pérdida de dos navíos de línea, junto con sus tripulaciones, representó un duro golpe para la flota española, que ya enfrentaba desafíos logísticos y estratégicos en el conflicto contra Gran Bretaña.
Los restos de los navíos, destrozados por las explosiones, se hundieron en las aguas cercanas a Gibraltar. Las labores de rescate posteriores fueron limitadas debido a la rapidez del desastre y las condiciones del mar. Los sobrevivientes fueron atendidos por otras naves de la escuadra, pero el impacto psicológico y material fue significativo.
Este episodio naval pasó a la historia como un ejemplo de los peligros de la confusión en combate. La tragedia del San Hermenegildo y el Real Carlos destacó la importancia de la comunicación y la identificación clara entre naves aliadas, especialmente en condiciones adversas.
La pérdida de casi 1700 vidas y dos poderosos navíos permanece como un recordatorio de los riesgos inherentes a las operaciones navales en tiempos de guerra.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®

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