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LEYENDA Un bicho común y corriente

Suri

Cómo se siente ser parte de la tropa y a la vez distinto, genéricamente igual a todos y con su propia individualidad

Mi historia es la de un bicho común, un Fernández de la guía, que todos los días sale a buscar alimento y de noche halla cobijo en su casa, con su hembra, su prole, su esperanza, su sueño. Me duermo tranquilo y a la mañana siguiente me levanto para seguir en lo mío, igual que mis padres, mis abuelos, los padres de los abuelos y sus abuelos y así hasta el primero que anduvo a las disparadas por estos pagos.
En el norte me dicen suri, en el sur soy avestruz. Soy pájaro y no vuelo, corro rápido y no soy corzuela, hago gambetas y no juego a la pelota. Si creo que hay una amenaza a lo lejos, me quedo quieto, confundido entre los pastos del saladillo, pero si veo que hay un conflicto que se viene salgo a la disparada. Eso de que hundo la cabeza en un hoyo son macanas, tonteras de periodistas y escritores que no saben nada. Si hiciera eso, lo más seguro es que me morderá la víbora o me agarrarán las hormigas, por favor, no me tenga por tonto.
De todos los demás animales soy amigo, de la personal tortuga, del activo chancho del monte, del feliz carancho, hasta del feroz león, que a veces pasa al lado de los charabones y no los come simplemente porque están tan bien escondidos que, aunque mirando para ese lado no los vería.
Por otra parte, es legendario en el pago el hecho de que no tengo leyendas que cobijen creencias falsas o verdaderas sobre mi existencia sobre la tierra. Le digo más, en ocasiones tengo la impresión de ser una moneda, no rara ni vistosa ni inencontrable, sino una bien acuñada: soy suri, parezco suri, me parezco a los demás suris que andan dando vueltas en todos los campos abiertos de la Argentina, de Jujuy hasta bien entrada la Patagonia.
Somos intercambiables, uno de nosotros vale exactamente lo mismo que los demás, sin pretensiones de ser más por haber nacido en la Pampa o menos por ser de Santiago, Catamarca o Río Negro. Lo mismo que millones de otros que, en la nómina de las empresas son el número de una ficha que, cuando se gastan son reemplazados por otros. Como los obreros de la construcción que, cuando alguien los ve trepados en los andamios, dice “albañil” y nada más. Si los viajeros por ahí nos divisan a la orilla de un camino dicen al acompañante “mirá un suri”, sabiendo que uno vale igual que el otro, que el otro que el otro, que el otro y así hasta llegar al último suri sobre la faz de la Argentina.
Cualquiera diría que soy un bicho democrático, pero es sabido que la democracia no existe en la vida real, es una entelequia que inventaron algunos hombres para tener la ilusión de que eligieron a quienes los gobiernan, saben quiénes son, de dónde vienen y qué van a hacer. Aquí en el bosque, y en la vida de los hombres también, vale el fuerte, el inteligente, el astuto, por eso a veces el zorro se siente rey y otras ocasiones es la hormiga, la abeja y hasta el infinitesimal mosquito. Todos son parte de la monarquía, al mismo tiempo y casi por las mismas razones, y también todos son parte del mundo plebeyo, entremezclados en una sola sociedad de plantas, árboles, animales, microbios que, por comodidad los hombres llaman naturaleza.
¿Ves ese matorral de pastos que se mueve lentamente a lo lejos, como andando al revés del viento, comiendo bichitos, seguido de otros más pequeños? Ese soy yo, seguido de mis charabones. Si Dios quiere, un día de estos ellos también andarán solos, formarán una familia, se reproducirán y seguirán los infinitos tiempos de la vida. Usted los verá de lejos, sin acercarse, porque en una de esas son peligrosos cuando están entropados, dirá: “Cocineros”, “repartidores”, “bibliotecarios”, “vendedores”, “oficinistas”, “viajantes” y seguirá de largo, creyendo que todos son iguales a cualquier suri a orillas de un saladillo cruel.
Y no.
Usted anda entropado, aunque no le guste, aunque reniegue, aunque se crea único y exclusivo y a la vez distinto de su vecino y del vecino de su vecino.
Nosotros también.
Juan Manuel Aragón
A 23 de marzo del 2024, en la Antenor Álvarez, pleno Huaico Hondo. Parchando la bicicleta
©Ramírez de Velasco

Comentarios

  1. Mí amigo Juan. Así somos...así nos sentimos. Genio y muy receptor de lo que tan bien sabe observar. Los suris. Mirá...Juan. Siempre es un placer leerte, reconforta.

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