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Jaime I, el Conquistador |
El vocablo tiene que ver con un famoso conquistador y lo que le sucedió en Mallorca con una expedición que mandó al campo enemigo
Con el vocablo “¡carajo!” ha topado amigo. Palabra común hoy en día, pronunciada por grandes y chicos, mujeres y varones, jóvenes y viejos, religiosos y legos como si de caramelos hablaran. Las madres de antes enseñaban a sus hijos que no la dijeran bajo ningún concepto, en ninguna oportunidad, a nadie. Y muchas mujeres de hoy en día, que no saben ni hacer un guiso, no se les cae de la boca.Ahí está el Diccionario Etimológico de Roque Barcia, impreso por Seix, en Barcelona, que sostiene que es una interjección familiar, impropia del decoro, de la cultura y buena crianza. Tome usté. Y es palabra torpe, faltaba más, de las que antiguamente se evitaban pronunciar delante de las damas de la familia.Hay varias etimologías dando vueltas por internet, cual más peregrina.
Vamos aquí a la única verdadera, que es justamente la del amigo Barcia, el más grande etimologista de la lengua española por los siglos de los siglos. Dice así: “Hallándose don Jaime I el Conquistador, en el famoso cerco de Mallorca (1229), dispuso que una compañía de su gente fuera al campo enemigo con el único fin de traer ajos, que eran muy del gusto del monarca. La fortuna fue tan rigorosa y extremada con los enviados, que no volvió ninguno de la expedición. Al tener don Jaime noticia de lo desastroso de la empresa, exclamó bajando la frente: ´¡car all!´, ´¡caro ajo!´, puesto que le costaba una compañía. Esta expresión, inocente entonces de don Jaime I, se empleó después a guisa de voto o conjuro, viniendo a ser una palabra baja y obscena”.
Agrega Barcia: “Si la voz del artículo no tuviera el origen lemosino (es decir occitano), que hemos indicado, vendría del griego ´karaxos´, que es taladro, punzón”.
Si le dan otras etimologías, amigo, otros orígenes, téngalos por puras mentiras, porque no son verdad. El único que le va a cantar la justa siempre es Roque Barcia.
Porque no es cierto que venga de aracatus o caractus, que podría estar relacionado con una estructura en los barcos, como el mástil o la cofa (la plataforma en lo alto del mástil). Dicen los que no saben que, en la jerga marinera medieval, el "carajo" era un lugar incómodo y peligroso donde se enviaba a los marineros como castigo. De ahí, la expresión "mandar al carajo" significaría enviar a alguien a un lugar indeseable. Es bonito creer en esto, pero es una cómoda etimología popular que no tiene asidero en la realidad. Porque no hay constancia de que aquel lugar se llamara “carajo”, al menos en tiempos tan antiguos como los de Jaime I. Y también porque siempre se debe dudar de las cómodas etimologías que propone Feibu a sus usuarios, siempre con ganas de emociones fuertes y palabras fáciles.
Bueno, es todo lo que hay para decir de la palabra “carajo”.
Juan Manuel Aragón
A 23 de mayo del 2025, en el Petit. Mirando una de amor.
Ramírez de Velasco®
Palabra que tiene una connotación grosera. Su "oficialización" por un personaje televisivo y su recua, es una muestra de la decadencia cultural generalizada.
ResponderEliminarGracias Juan Manuel, siempre es bueno desburrarse!!!
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