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Pedro Francisco de Uriarte |
El 29 de junio de 1758 nació Pedro Francisco de Uriarte, en Santiago del Estero. Fue párroco de Loreto desde que se ordenó hasta su muerte, ocurrida en 1839. Su vida estuvo dedicada al cuidado de la Iglesia Católica en Loreto, donde ejerció su ministerio sacerdotal.Su niñez estuvo marcada por la influencia de su padre, un vizcaíno, y su madre, criolla. Este contexto familiar reflejaba la mezcla cultural característica del período colonial en el norte. Santiago la ciudad más antigua del país, era un centro religioso y administrativo importante, lo que influyó en la formación de Uriarte.Hijo de Juan José de Uriarte y Gregoria de Ledesma Valderrama Herrera, creció en un ambiente en que la religión tenía un papel central. Su padre, originario del País Vasco, había llegado a América buscando nuevas oportunidades, y su madre pertenecía a una familia local con vínculos profundos en la sociedad. Esta herencia familiar le dio una base sólida para su futura vocación eclesiástica, en una época donde la Iglesia era un pilar fundamental de la vida comunitaria.
Desde joven mostró inclinación por los estudios religiosos. Fue educado por los franciscanos, conocidos por su labor misionera y educativa, que le brindaron una formación rigurosa en teología y humanidades. Esta preparación fue esencial para su desarrollo intelectual y espiritual, sentando las bases para su carrera como sacerdote.
En 1783 fue ordenado presbítero en Córdoba. Este hito marcó el inicio de su vida dedicada al servicio religioso. Tras su ordenación regresó a Santiago del Estero y asumió como párroco en Loreto. Durante 40 años, sirvió en esta parroquia, atendiendo las necesidades espirituales y sociales de la comunidad. Su labor abarcó la celebración de misas, la administración de sacramentos y la orientación pastoral, siendo una figura central en la vida cotidiana de la gente de Loreto.
Representó a su provincia natal junto a Pedro León Gallo, siendo electo el 3 de abril de 1815 para participar en el Congreso, instalado el 24 de marzo de 1816 en San Miguel de Tucumán, que tenía como objeto principal declarar la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata y sentar las bases para una constitución.
Con casi 60 años, era uno de los congresales de mayor edad, aportando experiencia y compromiso a las sesiones. Su formación religiosa, obtenida en el Convento de San Francisco y la Universidad de Córdoba, donde se doctoró en cánones, le otorgó una perspectiva fundamentada en valores católicos y patrióticos. Desde 1810, había apoyado la causa revolucionaria, participando en la Junta Grande y demostrando su adhesión al movimiento independentista.
El 9 de julio de 1816, fue uno de los 29 diputados que firmaron el Acta de la Independencia en la Casa de Francisca Bazán de Laguna. Este acto marcó la ruptura definitiva con la corona española, declarando a las Provincias Unidas libres de Fernando VII y cualquier otra dominación extranjera. Uriarte, como miembro del clero, se alineó con otros sacerdotes congresales, representando una tercera parte de los delegados presentes.
Durante las sesiones participó en debates cruciales sobre la forma de gobierno. Aunque no se destacó como orador principal, su presencia fue constante en las discusiones que buscaban equilibrar las tensiones entre monárquicos y republicanos. En 1816, formó parte de la comisión encargada de redactar el Reglamento para el Director Supremo, un documento que delineaba las funciones del gobierno central, reflejando su interés por la organización política.
En 1817, cuando el Congreso se trasladó a Buenos Aires, fue elegido vicepresidente, cargo que evidenciaba su prestigio entre los congresales. En 1818, propuso un proyecto de reparto de tierras, precursor de leyes de colonización que buscaban fomentar la inmigración europea. Esta iniciativa mostró su visión para el desarrollo económico y social de las Provincias Unidas.
Sin embargo, el contexto político era complejo. Las provincias de la Liga Federal no enviaron representantes, y las tensiones internas entre unitarios y federales marcaron las sesiones. Uriarte, como diputado de una provincia rural como Santiago del Estero, representaba los intereses del interior, a menudo en conflicto con los de Buenos Aires. Su compromiso con la causa patriótica se mantuvo firme, incluso frente a estas divisiones.
En 1820, tras la disolución del Congreso por Manuel de Sarratea, Uriarte fue arrestado junto a otros congresales bajo la acusación de intentar entregar el país a una potencia extranjera. Liberado poco después, retornó a su parroquia en Loreto, alejándose de la política activa.
Su labor en 1816, aunque menos destacada que la de figuras como Belgrano o San Martín, fue esencial para consolidar la emancipación. Uriarte murió el 30 de agosto de 1839 en Loreto, dejando un ejemplo de servicio religioso y político en una etapa fundacional de Argentina.
La parroquia de Loreto, bajo su guía, fue un espacio de cohesión comunitaria. Uriarte se dedicó a fortalecer la fe de sus feligreses cuando la religión católica era el principal marco de valores. Su compromiso con la comunidad se reflejó en su presencia constante y en su capacidad para conectar con la gente.
Murió el 30 de agosto de 1839, mientras celebraba una misa en honor a Santa Rosa de Lima en el templo de Loreto. Este hecho, ocurrido durante un acto litúrgico, resalta su devoción hasta el final de su vida. Su muerte en el altar, en plena labor pastoral, dejó una marca en la memoria de la comunidad.
Sus restos descansan en el templo de Loreto y perdura su memoria como un ejemplo de dedicación religiosa en Santiago del Estero. Su vida, centrada en el servicio a la fe y a la comunidad, lo convirtió en una figura recordada en la historia santiagueña.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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