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El teatro 25 de Mayo tal colmo luce hoy |
El 8 de julio de 1942 se inaugura el Primer Congreso Nacional de Bibliotecarios en Santiago del Estero
El 8 de julio de 1942 se inauguró el Primer Congreso Nacional de Bibliotecarios en Santiago del Estero, organizado por la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares. Se extendió hasta el 10 de julio y reunió a bibliotecarios de todo el país en el Teatro 25 de Mayo. La Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares, creada en 1870, buscaba fortalecer las bibliotecas populares como centros de acceso a la cultura.El congreso se desarrolló durante la presidencia de Ramón Castillo, en un contexto de tensiones políticas previas al golpe de 1943. La Comisión, coordinó la participación de delegados de provincias como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Fe y Tucumán. Hubo 150 asistentes, representando bibliotecas populares y otras instituciones culturales.
La apertura fue presidida por autoridades de la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares y el gobierno provincial.
Los bibliotecarios discutieron la necesidad de profesionalizar la actividad, ya que muchos carecían de formación formal. Una propuesta clave fue la creación de una escuela nacional de bibliotecología para capacitar profesionales, aunque no se concretó en ese momento.
Se abordó la estandarización de la catalogación, proponiendo adoptar sistemas como el de la American Library Association. Los delegados enfatizaron la importancia de uniformar métodos para facilitar el intercambio de información entre bibliotecas. También se solicitó aumentar los fondos para las bibliotecas populares, dependientes de subsidios estatales.
En Santiago del Estero había 20 bibliotecas populares activas en 1942, con un acervo total de 50.000 volúmenes. Los asistentes destacaron el papel de estas instituciones en el campo, pues allí el acceso a la educación era limitado. Se propusieron programas de alfabetización para niños y adultos.
Un tema central fue la extensión cultural de las bibliotecas. Los delegados sugirieron crear bibliotecas móviles para comunidades aisladas, una iniciativa que se pondría en marcha muchos años después. También se discutió la promoción de autores argentinos para fortalecer la identidad cultural.
Entre las conferencias destacadas estuvo la de Celia Barrionuevo, que habló sobre bibliotecas escolares y su organización. Otros expositores abordaron la conservación de documentos históricos, un desafío para bibliotecas con recursos escasos. Las ponencias fueron recopiladas en un acta publicada por la Comisión.
El congreso propuso establecer el 13 de septiembre como Día del Bibliotecario, en conmemoración de la fundación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires en 1810. Esta fecha fue oficializada en 1954 por un decreto. La resolución reflejó el compromiso con la profesionalización.
Este congreso fortaleció la red de bibliotecarios del país, promoviendo la colaboración entre regiones. Se sentaron las bases para la creación de asociaciones como la Asociación de Bibliotecarios Graduados de Argentina, fundada en 1960. Santiago del Estero destacó como centro cultural.
En 1943, la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares distribuyó 10.000 libros a bibliotecas populares, siguiendo las resoluciones del congreso. El congreso impulsó políticas educativas, como la promoción de la lectura en comunidades vulnerables, consolidando el papel de estas instituciones.
Este primer congreso marcó un hito en la historia cultural argentina. Sus resoluciones influyeron en la modernización de las bibliotecas y en la formación de profesionales, además de resaltar la importancia de la lectura para el desarrollo social.
La memoria de este congreso perdura en la red de bibliotecas populares, que en 1942 ya sumaban cientos en el país. La Comisión, con su labor continuada, sigue apoyando estas instituciones, manteniendo viva la misión de difundir el conocimiento iniciada en 1870.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
Se abordó la estandarización de la catalogación, proponiendo adoptar sistemas como el de la American Library Association. Los delegados enfatizaron la importancia de uniformar métodos para facilitar el intercambio de información entre bibliotecas. También se solicitó aumentar los fondos para las bibliotecas populares, dependientes de subsidios estatales.
En Santiago del Estero había 20 bibliotecas populares activas en 1942, con un acervo total de 50.000 volúmenes. Los asistentes destacaron el papel de estas instituciones en el campo, pues allí el acceso a la educación era limitado. Se propusieron programas de alfabetización para niños y adultos.
Un tema central fue la extensión cultural de las bibliotecas. Los delegados sugirieron crear bibliotecas móviles para comunidades aisladas, una iniciativa que se pondría en marcha muchos años después. También se discutió la promoción de autores argentinos para fortalecer la identidad cultural.
Entre las conferencias destacadas estuvo la de Celia Barrionuevo, que habló sobre bibliotecas escolares y su organización. Otros expositores abordaron la conservación de documentos históricos, un desafío para bibliotecas con recursos escasos. Las ponencias fueron recopiladas en un acta publicada por la Comisión.
El congreso propuso establecer el 13 de septiembre como Día del Bibliotecario, en conmemoración de la fundación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires en 1810. Esta fecha fue oficializada en 1954 por un decreto. La resolución reflejó el compromiso con la profesionalización.
Este congreso fortaleció la red de bibliotecarios del país, promoviendo la colaboración entre regiones. Se sentaron las bases para la creación de asociaciones como la Asociación de Bibliotecarios Graduados de Argentina, fundada en 1960. Santiago del Estero destacó como centro cultural.
En 1943, la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares distribuyó 10.000 libros a bibliotecas populares, siguiendo las resoluciones del congreso. El congreso impulsó políticas educativas, como la promoción de la lectura en comunidades vulnerables, consolidando el papel de estas instituciones.
Este primer congreso marcó un hito en la historia cultural argentina. Sus resoluciones influyeron en la modernización de las bibliotecas y en la formación de profesionales, además de resaltar la importancia de la lectura para el desarrollo social.
La memoria de este congreso perdura en la red de bibliotecas populares, que en 1942 ya sumaban cientos en el país. La Comisión, con su labor continuada, sigue apoyando estas instituciones, manteniendo viva la misión de difundir el conocimiento iniciada en 1870.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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