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SENSACIONES Disfrute, que la vida es corta

No se pierda ningún goce sensual

Los medios nos han formateado la cabeza mediante la repetición de palabras que a nada llevan


Un amigo dice que los medios nos formatean la cabeza, nos hacen pensar a todos de la misma manera, no nos ponen un uniforme a rayas para que no sepamos que estamos presos, porque caminamos por donde queremos, pero lo estamos. Quien lo quiera ver sólo debe afinar un poquito el oído y va a saber de qué se trata. Pero volvamos un poco para atrás, así le cuento lo que creo, pero desde el comienzo.
En la década del 60 se puso de moda la “autenticidad”, todos debíamos ser auténticos, el fin de la vida era ser auténtico, el problema es que, aplicada como lo hacían entonces, la frase era falaz, porque en el mundo no anda otro yo sin el sello de mi personalidad. Yo, tú, él, somos los auténticos, aún con nuestras falsedades. O, como lo dijo en una clase magistral, en diciembre de 1976, Eduardo José Maidana, “el problema es que se puede ser auténticamente un canalla”.
A fines de esa década, quizás el acierto de Ramón Ortega, "Palito", fue hacer una canción de  un éxito descomunal, que se llamó “La Felicidad”. El tontaje acababa de descubrir que el objeto de la vida era ser feliz. Todo iba más o menos bien, hasta que por ahí a uno se le ocurrió avisar que la felicidad no era un estado continuo de los sentimientos, sino solo momentos que llegan y pasan. Corrigieron el rumbo: el objeto de la existencia pasó a ser la búsqueda de la felicidad.
La vida pasó a tener la medida de esa búsqueda, lo demás importaba poco y nada. Todo era atribuido a esa pesquisa. Cada uno a su manera y como podía la andaba buscando. Hasta los que creían remar contra la corriente del momento, eran encasillados en esa teoría y se lo resolvía con una frase: “Si eso te hace feliz…”. Así de fácil.
La búsqueda de la felicidad, como epifenómeno de una época, acaba de pasar de moda. Ahora se impone un sentimiento, vamos a decirlo, que otrora era sólo de jubilados, el disfrute. Todo el mundo anda en lo mismo: rico, pobre, clase media, amigo, enemigo, conocido, desconocido, compañero, camarada, correligionario, mujer, hijos, tíos, padrinos, abuelitos. Quieren disfrutar de los hijos, de la casa, de la mujer, del invierno, del verano, del asado de los domingos, de un vino, de la cerveza, de un buen libro, del cigarrillo (de los que te dan risa o un Marlboro, lo mismo da).
Es una palabra que repiquetea en la cabeza de miles de formas distintas, pero quien afine las orejas la sentirá durante todo el día, a toda hora, en cualquier lugar. “Disfrutar” significa “sacar la fruta” o “gozar del producto de algo. “Fruto”, en este caso es la metáfora del resultado de un trabajo o una inversión.
No creo que sea una casualidad, el hecho de que usted enciende la radio, la televisión y de cada tres palabras que dicen, dos sean, justamente, “disfrutar”. Casi siempre con el leve sentido de “dejá de hacer lo que debes y disfrutá”, si se agrega: “Porque la vida es corta”, quien lo diga se sentirá un Manuel Kant redivivo, toda una filosofía barata con zapatos de goma, amigos.
El problema es que por todas partes ofrecen lo mismo: “Dejen lo que están haciendo, dedíquense a disfrutar de la vida”. ¿Usted fabrica llaveros?, relájese, no haga tantos y disfrute. ¿Es abogado de una firma importante?, a qué pasillear en tribunales, disfrute. ¿Acarrea cajones en el Mercado de Abasto?, vuelva a la casa a disfrutar. ¿Está de guardia en un hospital?, olvídese de los pacientes, salga a la plaza, está linda, disfrute. La consigna de la época, no sé si mundial o solamente de la Argentina, sería: “Abandone lo que está haciendo y dedíquese nada más que a disfrutar”.
Es la sensualidad llevada a su máxima expresión, pero no planteada como un goce ético o estético de la vida, sino en forma de guarangada de barrio bajo. Gente inteligente, en cualquier momento de una conversación, larga: “Yo quiero disfrutar de mi mujer, mi perro, las plantas del patio”. Uno se imagina cómo disfrutará de la señora, pero, ¿lo hará como trío, también con el perro y la maceta de malvones? Eh, pare un poquito.
Se ha impuesto el placer sensual del disfrute como un norte a aspirar, mucho más que cualquier obligación. ¿Por qué tengo que levantarme el lunes para trabajar, cuando es tan lindo quedarse en la cama, con la patrona, en un ´dolce far niente´, disfrutando?, ¿qué tiene de malo no cerrar el balance a tiempo, si eso me impide ir a un asado, con los amigos a disfrutar?, ¿quién dice que debo pagar todas mis cuentas, si puedo gastar esa plata en otra cosa que me dé más disfrute?
¿Agachar la cabeza?, ¿meterle para adelante?, ¿seguir laburando como si le fuera el alma en cada tornillo que ajusta? ¿Cumplir con el deber de padre, de marido, de hijo, de trabajador, de empresario, de religioso, de profesor, de alumno? ¡No, amigo! Relájese, la vida es corta.
Así nos estaría
 yendo también, ¿no?, pero no se haga drama. Usted disfrute. Ya tendrán tiempo los jóvenes, de arremangarse y ponerse a laburar para solucionar el problema de toda una generación que se pasó la vida de disfrute en disfrute.
Nuestros hijos, los nietos, van a tener que disfrutar del sacrificio, del laburo, de la sangre, el sudor y las lágrimas, la poca paga, el mucho laburo. No les va a quedar otra.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. 👏👏👏 excelente reflexión, que nos deja pensando... Esta bueno disfrutar un poco, pero luego de cumplir con las obligaciones, no tenerlo como un modo de vida.

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  2. Lástima que cerraron "cariñito". Eran enemigos del disfrute...!! Porque...?

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  3. Así es, mi amigo. Como yo disfruto leer tus notas, vas a tener que seguir escribiendo. No te queda otra.

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