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HISTORIA Órdenes militares

Cruz de ocho puntas

Para complacer a muchos lectores, este artículo trata sobre la Orden Militar de San Juan de Jerusalén, caballeros hospitalarios también llamados sanjuanistas


Un asunto sobre el que preguntan con insistencia los cultos lectores de este blog es el de las órdenes militares católicas. Para darles el gusto aquí va una muy somera descripción de la primera de ellas la Orden Militar de San Juan de Jerusalén, también llamada de los Caballeros Hospitalarios. Para abreviar, la gente los llamaba los sanjuanistas. Eran palestinenses, por haber nacido en los mismos pagos por los que anduvo Nuestro Señor Jesucristo.
En el 1048, medio siglo antes de la primera cruzada, mercaderes de Amalfi fundaron en Jerusalén un hospital bajo la advocación de San Juan Bautista, para atender a los peregrinos que se enfermaban. Aquí debería explicar que hace muchos años había algo llamado Iglesia Católica que no pretendía —como el remedo de ahora— ser una organización no gubernamental bajo la protección de las Naciones Unidas, sino que tenía la intrínseca fuerza que le daba el saberse hija de la Verdad. Pero para qué entrar en asuntos conflictivos.
Sigamos adelante.
La institución de caridad aquella prosperó mucho, sobre todo desde que llegaron los cruzados, con Godofredo de Bouillón que hizo grandes donaciones al hospital. Varios de sus caballeros se afiliaron a la hermandad hospitalaria, gracias a lo cual fundó filiales en Italia y Francia.
En 1113 estos hospitalarios tomaron forma de congregación religiosa bajo la Regla de San Agustín, con la aprobación del Papa Pascual II. También debiera contar quiénes eran los santos, qué hacían, por qué existe la seguridad de que están el Cielo y por qué eran gente alegre y no esos tristes tigres pintados en los templos con forma de pelotuditos con un disco en la cabeza, pero averígüelo usted si puede, con buenos libros y no en internet, que es escrito por unos trompetas interesados en la desacralización hasta de los sagrarios.
Entonces entró a gobernarla el caballero Raimundo de Puy, que en 1137 la transformó en orden militar: sus miembros se comprometieron a tomar las armas en defensa de la religión. Este Raimundo redactó la nueva regla, que fue confirmada por el Papa Lucio III en 1184. Al tomar orden militar, imitaron a los Templarios, fundados un poco antes.
Mientras los sacerdotes atendían el culto divino y estaban al servicio de los enfermos en los hospitales, los caballeros se batían heroicamente con los turcos, por la conquista de Tierra Santa. Pero al caer en 1291 San Juan de Acre, la última plaza fuerte de Palestina, el gran maestre Juan de Villiers, gravemente herido, se retiró con los suyos a la isla de Chipre. Desde allí el maestre Fulco de Villaret atacó Rodas y la conquistó en 1310. Recibieron entonces el nombre de “Caballeros de Rodas”.
Fueron arrojados de esa isla en 1522 por Solimán II, tras una heroica defensa de seis meses en que hizo prodigios de valor el gran maestre Felipe de Villiers de l´Isle-Adam. Después de aquello, nuestro rey Carlos V, les entregó la isla de Malta, en la que permanecieron hasta 1798. Desde entonces tienen el nombre de Caballeros de Malta. La cruz blanca que adornaba el manto negro era la llamada de Malta, de ocho puntas. No pida que me detenga a justificar por qué le digo “nuestro”, al rey Carlos V o a dar cuenta de por qué la Argentina no nació el 25 de mayo de 1810 porque tendríamos para un libro aparte. Averígüelo si quiere, chau.
El hecho de no haber abandonado jamás su carácter hospitalario, de acuerdo al cuarto voto, de consagrarse “en favor de los pobres y en defensa de la fe”, hizo que atrajeran muchas simpatías.
Quedan en el tintero otras órdenes militares católicas palestinenses, como la de los mismos templarios y los teutónicos. Y las españolas, como la de Calatrava, los caballeros de Alcántara, los caballeros de Santiago de la Espada y la de Nuestra Señora de la Merced, cuyos méritos fueron importantísimos en la Madre Patria durante la Reconquista y en la evangelización de América.
Y ahora lo dejo, amigo, me voy a rezar las Letanías de la Humildad.
Líbrame Jesús.
©Juan Manuel Aragón

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