La corrección de la incorrección |
Hay voces que eran comunes antaño y de un día para el otro pasaron a ser malas palabras, desterradas del habla culta
Un diccionario del santiagueño exquisito debería ignorar la simple palabra agua, pues agua del caño, agua fresquita, agua de tinajón, agua de lluvia, son todas invenciones de un pasado al que nadie quiere volver. Lo moderno es nombrarla como “líquido elemento”, “masa hídrica”, “elemento hídrico”, “agua mineral” o “agua mineral sin gas”. El mundo se complica de manera sutil, y es más cómodo nombrar con difíciles rodeos lo que antes tenía vocablos fáciles que lo identificaban.O usted no ha sentido nunca hablar de “conjunto de niños en edad escolarizada” para nombrar a quienes antiguamente se nombraba simple y sencillamente como alumnos. Quizás nunca se sabrá por qué alumno se convirtió en mala palabra, pero es difícil hallarla en el habla común de los burócratas.El almacén es “súper” o más ´fashion´ todavía, “híper”. Pero, oiga, todos son almacenes, más grandes, más chicos, medianitos con el almacenero atendiendo personalmente a la gente o nombrándose como gerentes, con carritos o sin carritos, siguen siendo almacenes, nada más que almacenes.
El paso del tiempo vuelve viejas a las cosas y ancianas a las personas. Anímese, cualquiera que pasa de los sesenta años es un anciano, an—cia—no. Y no es tan difícil de pronunciar. Bueno, al parecer en un mundo que hace un culto de la juventud, de lo nuevo, de lo flamante, es pecado decir de alguien o de sí mismo, que es viejo. Pero ahí están las palabras, llenándose de otros significados para nombrar lo que es evidente. La vejez o la juventud son categorías que sirven para poner a cada cual en su exacto lugar, sin recurrir a los fáciles eufemismos de “tercera edad”, “adultos mayores”, “jóvenes de la tercera”, “pendeviejos” o cualquier otra que no quiera expresar la temida palabra: viejo.
Algunos términos llegaron de la mano de la televisión de Buenos Aires, como el famoso “aprete”. Oiga, avise a los presentadores de televisión porteña, Jorge Lanata incluido, que es “apriete”, a—prie—te, del verbo irregular apretar que enseñaban a conjugar las maestras del quinto grado reforzado de antes.
Una palabra al parecer prohibida por los últimos mohicanos de la corrección política burocrática es “árbol”. Oiga, capaz que es dificilísimo escribirla y por eso la evitan a como dé lugar. En estos nuevos tiempos que corren le dicen “especie arbórea”. Al principio, cuando la empezaron a escribir de esa manera en los diarios, el estupor cubrió a muchos lectores, porque quizás se estaba nombrando técnicamente a un árbol distinto de los conocidos paraísos, los altos eucaliptos, los bellos lapachos. Estos deben saber mucho, si los nombran de otra forma, pensaba uno. Pero eran las mismas plantas de siempre, nada más que ahora llamadas de una manera que hace creer a quien oye la expresión, que está frente a un naturalista de nota, un botánico eminente, un sabio, ¡uf!, de puta madre. Y es un periodista tratando de hallar un sinónimo, sin saber que los sinónimos exactos no existen.
Otra que, paradójicamente, ha perdido hasta su propia sombra es “asombro”. Ahora se usa el mas complicado “no se puede creer”. En vez de redactar “una mente asombrosa”, el escriba exquisito redactará: “Una mente que no se puede creer”. Otra derivación que tuvo el asombro es “inédito”. Todo aquello que le causa admiración, pasmo, o lo maravilla, ya no es asombroso, ahora es “inédito” para que así la cualidad de no haber sido estrenado aún porque no fue publicado tenga una nueva altura desde la que mirar al resto del diccionario.
Otra, aspecto. Si a cualquier joven se le preguntara de alguien que llegó hace un rato qué aspecto tenía, no sabrá qué responder, no sabe qué significa esta mala palabra del diccionario. Fue reemplazada por “perfil”, “look”, “impronta”. Hoy la manera correcta de preguntar lo mismo es: “Qué look tenía”. Y ahí sí le responderán quizás: “Venía de traje, corbata y zapatillas blancas, calculo que será futbolista”.
Un “chango atorrante que vive faltando a la escuela”, ahora es un “joven con una evidente problemática conductual que lo lleva a ausentarse de las horas áulicas”. Este simple párrafo da cuenta de lo difícil que le resultaría a cualquier maestra sarmientina de antes —de las buenas —llegar a ser directora de escuela en la actualidad.
Oiga, hay asuntos muy extraños en el cambio de lenguaje que se está imponiendo, siempre de la mano de los corifeos locales de lo gran prensa, sobre todo de radio y televisión, de los canales llamados nacionales. Como que ningún periodista se le ocurriría hoy decir la simple, sencilla y fácil palabra “atrás”. Hoy es “la parte posterior”. En quichua, si a usted lo atacado desde atrás, decían que lo habían “upallao”. Por suerte en el norte abandonamos el dulce idioma de los indios cuzqueños, si no, lo estaríamos destrozando de manera prolija y eficiente.
¿Hay aumento de tarifas? No, amigo, qué esperanza, la palabra aumento ha sido erradicada de los diccionarios, al menos para referirse a sus precios. Ahora es “incremento”, “reajuste”, “replanteo”, “recálculo” o cualquier otra palabra que se le ocurra al gobierno para hacer menos doloroso al bolsillo cualquier desaguisado que comete la hacernos más difícil la vida.
Auto es “móvil”, “rodado”, “vehículo mayor”. Autorretrato es “selfie”. El avión de pasajeros es “aeronave aerocomercial”. Ya no se avisa más, ahora se “da aviso”. El sencillo ayer fue reemplazado por “el día de ayer”, “el día de la víspera” o “la víspera”. Y ayúdeme se convirtió en “ayudemé”.
En esta parte de la nota corresponden dos noticias, una buena y una mala. La buena es que al fin va terminando el escrito. La mala es se consignaron solamente palabras que empiezan con la a. Abajo agregue los vocablos ausentes.
Juan Manuel Aragón
A 3 de julio del 2024, en la plaza Libertad. Mirando turistas.
Ramírez de Velasco®
Muy bueno, o superlativo como diría rogelio jorge....
ResponderEliminarBuenassssss. Que me viene ud con vocablo si yo apenas escuche decir de mi maiestra de 2do grado vocabulario . Perdón no me presente soy Pilpinto Santos el machazo no charabon
ResponderEliminarY a varios se les complica Haya o Halla del verbo Haber o Encontrar. Ni hablemos de Valla desde que un diario ayuda a poner limites al San Santiago con el Vaya a saber que quiere ir a averiguar. En fin las adjetivaciones y las palabras del inglés castellanizado también me asombran cuando dicen el Wall Street que sería una calle y pared, pero si quieres ver dinero te chocas con una pared. Y ahora que está de moda el disruptivo creo que será para que algunos se cuiden de comer porque digestivo no podrá comprar.
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