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Tenochtitlán |
El 18 de marzo de 1325, los mexicas fundan Tenochtitlán, sus fundadores fueron uno de los pueblos prehispánicos más influyentes de Mesoamérica
El 18 de marzo de 1325, los mexicas fundaron Tenochtitlán en México, según la leyenda. Sus fundadores fueron uno de los pueblos prehispánicos más influyentes de Mesoamérica. No fue una simple elección de lugar, sino el resultado de una larga peregrinación guiada por visiones y señales divinas. Los mexicas, también conocidos como aztecas, habían abandonado su hogar original de Aztlán y buscaban un lugar específico señalado por sus dioses para establecerse.La leyenda narra que, en su búsqueda recibieron una señal profética: debían buscar un águila posada sobre un nopal, devorando una serpiente. Esta señal fue interpretada como la promesa de un lugar donde podrían construir una gran ciudad y establecer su imperio. Tras años de viaje, finalmente encontraron este símbolo en el valle de México, en un islote pantanoso en el lago Texcoco. Este sitio, rodeado de agua y difícil de acceder, era estratégico desde el punto de vista defensivo, proporcionando protección natural contra posibles invasores.El 18 de marzo de 1325, los mexicas comenzaron la construcción de Tenochtitlán. La ubicación en el lago no solo ofrecía seguridad, sino también una abundancia de recursos naturales. El lago Texcoco era una fuente de agua dulce, peces y otros alimentos acuáticos, y las áreas pantanosas alrededor permitían la construcción de chinampas, conocidas como "jardines flotantes". Estas chinampas eran parcelas de tierra artificialmente creadas en el lago, donde se cultivaban hortalizas, maíz, frijoles y otras plantas esenciales para la dieta de los mexicas. Este sistema agrícola fue vital para el crecimiento de la población y la economía de Tenochtitlán.
La planificación urbana de la ciudad fue extraordinaria para su época. Tenochtitlán se diseñó con un esquema de damero, dividida en cuatro grandes secciones, cada una con su propio mercado, templo y áreas residenciales. En el centro estaba el Templo Mayor, dedicado a Huitzilopochtli, dios de la guerra, y Tlaloc, dios de la lluvia, simbolizando la importancia de la guerra y la agricultura para la supervivencia y prosperidad de la ciudad. Otros templos importantes eran los dedicados a Quetzalcóatl, el dios serpiente emplumada, y Tezcatlipoca, el dios del destino.
La ciudad también destacaba por su red de canales que funcionaban como vías de comunicación y transporte, conectando las diferentes partes de Tenochtitlán con la tierra firme a través de puentes levadizos. Este sistema de canales y calzadas permitía el comercio no solo dentro de la ciudad sino también con otras regiones del imperio mexica, promoviendo un intercambio cultural y económico que enriqueció a Tenochtitlán.
La ingeniería de los mexicas fue impresionante, especialmente en la construcción de diques y sistemas de drenaje que ayudaban a controlar las inundaciones del lago Texcoco, un problema constante debido a las variaciones estacionales del nivel del agua. La ciudad no solo era un lugar de vivienda y comercio, sino también un centro político y cultural. Aquí se realizaban ceremonias religiosas, se gobernaban desde el Palacio de Moctezuma, y se celebraban mercados donde se intercambiaban bienes desde todo el imperio y más allá.
Con el tiempo se convirtió en el corazón del Imperio Azteca, dominando a otras ciudades y pueblos a través de una combinación de alianzas, tributos y conquistas militares. La ciudad se llenó de monumentos, templos y palacios, reflejando la riqueza y el poder de los mexicas.
Sin embargo, esta grandeza no duraría para siempre. En 1519, Hernán Cortés y sus fuerzas españolas llegaron a las costas de México. La conquista de Tenochtitlán comenzó con diplomacia y exploración, pero pronto se convirtió en una guerra. A pesar de la feroz resistencia mexica, la superioridad tecnológica de los españoles, las alianzas con pueblos indígenas que estaban bajo el yugo mexica, y enfermedades europeas que diezmaron a la población nativa, llevaron a la caída de la ciudad en 1521.
Tras la conquista, Tenochtitlán fue devastada y reconstruida sobre sus ruinas, dando origen a la Ciudad de México, capital del virreinato de la Nueva España. Aunque la ciudad original sufrió grandes cambios, su fundación en 1325 sigue siendo un acontecimiento significativo en la historia de México, marcando el comienzo de una de las civilizaciones más avanzadas y complejas de la América precolombina. La influencia de Tenochtitlán perdura en la cultura, la arquitectura y el espíritu de la ciudad actual, haciendo de su fundación un capítulo esencial en la narrativa histórica de México.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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