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1883 ALMANAQUE MUNDIAL Extinción

Cuaga embalsamada

El 12 de agosto de 1883, muere la última cebra cuaga, subespecie única de cebra con un pelaje rojizo y rayas en la parte delantera del cuerpo

El 12 de agosto de 1883, la última cebra cuaga, una subespecie única de cebra con un pelaje rojizo y rayas solo en la parte delantera del cuerpo, murió en el zoológico de Ámsterdam, marcando la extinción definitiva de esta subespecie. Nativa de las llanuras sudafricanas, fue cazada intensamente por colonos europeos durante el siglo XIX, lo que redujo drásticamente su población. Los esfuerzos por preservarla en cautividad no lograron evitar su desaparición.
Este animal, conocido científicamente como Equus quagga quagga, habitaba originalmente el sur de África, especialmente en la región del Cabo. La llegada de colonos holandeses y británicos, la expansión agrícola y la caza por su piel diezmaron sus manadas. Los registros de la época muestran cómo pasó de ser abundante a escasa en pocas décadas.
Se distinguía por su apariencia única. A diferencia de otras cebras, presentaba rayas solo en la cabeza, el cuello y la parte delantera del cuerpo, mientras la mitad trasera era de un tono rojizo uniforme. Los científicos la clasificaron como una subespecie de la cebra de llanura (Equus quagga). Su hábitat original incluía pastizales y sabanas en lo que hoy es Sudáfrica.
Durante el siglo XVII, los colonos holandeses comenzaron a asentarse en el Cabo. La cuaga, abundante en la región, se convirtió en un blanco fácil para los cazadores. Su carne se usaba como alimento, y su piel, valorada por su diseño único, se exportaba o usaba para fabricar bolsas y calzado.
A medida que la colonización avanzaba, la agricultura y la ganadería transformaron las llanuras sudafricanas. Sus tierras de pastoreo fueron reemplazadas por cultivos y ganado doméstico. Los registros indican que, para la década de 1840, las poblaciones silvestres ya eran raras.
La caza intensiva continuó sin regulación. Los colonos organizaban cacerías masivas, a menudo matando decenas en un solo día. Los bóers, colonos de origen holandés, la consideraban una plaga, ya que competía con el ganado por los pastizales.
Hacia la década de 1860, prácticamente habían desaparecido de la naturaleza. Algunos ejemplares fueron capturados y enviados a zoológicos europeos. En Ámsterdam, el zoológico Artis albergó a varias, pero las condiciones de cautividad eran inadecuadas para su supervivencia a largo plazo.
La última cuaga conocida, una hembra, vivía en el zoológico de Ámsterdam. Los registros del zoológico muestran que murió el 12 de agosto de 1883, a causa de una enfermedad no especificada. Su muerte marcó el fin de la subespecie, ya que no quedaban ejemplares en libertad ni en otros zoológicos.
Antes de su extinción, algunos naturalistas europeos intentaron estudiarla. Se enviaron especímenes disecados a museos, como el de Leiden, donde aún se conservan. Las fotografías de cuagas vivas, tomadas en la década de 1870, son escasas y muestran a los últimos ejemplares en cautividad.
La desaparición se atribuyó a la combinación de caza excesiva y pérdida de hábitat. Los colonos no tenían medidas de conservación, y la subespecie no pudo adaptarse a los cambios rápidos en su ambiente. Los relatos de viajeros de la época describen cómo las manadas, antaño numerosas, se desvanecieron.
Ramírez de Velasco®

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