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Sendero Luminoso (ilustración) |
El 12 de septiembre de 1988, en Pucallpa, Perú, Sendero Luminoso mató a ocho personas, descritas como “cabros, prostis y fumones”
El 12 de septiembre de 1988, en Pucallpa, departamento de Ucayali, Perú, Sendero Luminoso perpetró el asesinato de ocho personas, descritas como “cabros, prostis y fumones (drogadictos)”, frente a un grupo de periodistas. El acto buscó intimidar a la población local. Se ejecutó en una parte urbana, con los cuerpos abandonados en un terreno baldío. La presencia de periodistas fue clave para la difusión. Las víctimas, marginadas socialmente, fueron seleccionadas para enviar un mensaje de control. La acción se enmarca en la ola de violencia de Sendero Luminoso en los años 80. Las autoridades locales respondieron con operativos de seguridad. El suceso generó conmoción en Pucallpa.Pucallpa, ciudad amazónica y capital de Ucayali, era en 1988 un punto estratégico por su actividad comercial y su ubicación en la selva peruana. La presencia de Sendero Luminoso en la región se intensificaba, especialmente en el Alto Huallaga, ligado al narcotráfico. La organización maoísta, liderada por Abimael Guzmán, buscaba imponer su control mediante el terror. Los ataques en áreas urbanas, como este, eran parte de su estrategia para desafiar al Estado peruano.El grupo armado llegó al lugar en la madrugada. Las víctimas, ocho personas identificadas como parte de grupos marginados, fueron reunidas en un terreno baldío. Los senderistas, armados con fusiles y machetes, ejecutaron el asesinato con extrema violencia. Los cuerpos quedaron expuestos a la vista pública. El hecho ocurrió en un contexto de creciente tensión en Pucallpa, cuando Sendero Luminoso buscaba consolidar su influencia.
Un grupo de periodistas, presentes en la ciudad para cubrir la conflictiva situación regional, presenció el acto. La organización terrorista permitió que los reporteros observaran, con la intención de amplificar el impacto del mensaje. Los periodistas, provenientes de medios locales y nacionales, documentaron la escena. Sus crónicas detallaron la brutalidad del ataque y la atmósfera de miedo que se instaló en la población.
Las víctimas, según informes, eran personas vinculadas a actividades como la prostitución, el consumo de drogas y la comunidad homosexual. Sendero Luminoso, conocido por su rigidez ideológica, consideraba a estos grupos como “desviados” y enemigos de su proyecto revolucionario. La selección de las víctimas reflejaba la intención de imponer un control moral y social en la región.
El terreno baldío, ubicado en las afueras de Pucallpa, se convirtió en escenario de la masacre. Los senderistas abandonaron los cuerpos tras el ataque, asegurándose de que fueran encontrados. La exposición pública de las víctimas buscaba generar pánico y demostrar el poder del grupo. Los vecinos evitaron acercarse al lugar por temor a represalias.
Las autoridades, alertadas por los periodistas, acudieron al sitio. La policía de Ucayali inició una investigación, aunque las condiciones de inseguridad dificultaron los avances. Se desplegaron operativos para capturar a los responsables, pero no se reportaron detenciones inmediatas. La presencia militar en la región se reforzó tras el incidente.
El crimen ocurrió en el marco de la “guerra popular” declarada por Sendero Luminoso en 1980. En 1988, el grupo estaba en su apogeo, con unos 3,000 combatientes armados. Pucallpa, por su cercanía al Alto Huallaga, era un área clave para sus operaciones, vinculadas al narcotráfico. La violencia se extendía tanto en áreas rurales como urbanas.
Los informes periodísticos se publicaron en los días siguientes, destacando la crudeza del acto. Los medios locales, como diarios de Ucayali, y nacionales, como El Comercio, dieron cobertura al suceso. Las imágenes y testimonios reforzaron la percepción de Sendero Luminoso como una amenaza constante. La población expresó temor ante posibles nuevos ataques.
La masacre de Pucallpa se sumó a los miles de asesinatos atribuidos a Sendero Luminoso, que causó entre 31.000 y 37.000 muertes, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación. El evento del 12 de septiembre marcó un episodio más en la historia de violencia que sacudió al Perú durante dos décadas.
Ramírez de Velasco®
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