Un verde en su porongo |
Chupar de la bombilla en público, horrorosa costumbre popular argentina
Tomo mate en bombilla desde hace muchos años y me encanta, me parece riquísimo, una maravilla, vea. A la mañana suelo liquidar un termo y a la tarde otro, no lo hago por indicación médica ni porque se deben tomar muchos líquidos, en defensa de la industria nacional ni nada de eso. Tomo mate porque sí nomás, porque me gusta: sin azúcar y cebándome uno de vez en cuando, tanto que el de la mañana llega hasta el mediodía y el de la tarde se suele prolongar hasta bien entrada la noche.Es una ceremonia particular, propia e íntima: poner agua en la pava, endemientras ir cargando el porongo, agregarle agua fría para proteger la yerba, dejarlo reposar hasta que la pava termine su tarea, llenar el termo con el agua caliente, traer el brebaje hasta la computadora y empezar el trabajo de revisar correos, mirar las noticias, buscar artículos, escribir las diarias notas de este íntimo diario compartido.Tengo un amigo que vive en Tucumán, cuando viene a Santiago nos prendemos en largas tenidas de mate, en ocasiones terminamos un termo, comenzamos otro y seguimos con ganas de seguir conversando. Mi comadre Analía, cuando viene, a veces comparte el mate conmigo y a veces con mi mujer, desde que nos casamos mateamos separados porque a ella le gusta con azúcar, pequeños desencuentros de la vida conyugal, digamos.Pero si llega una visita le invito café, té, mate cocido, agua, una gaseosa, una cerveza, un vino si cuadra. O cualquier otra cosa, no sé, un vaso de leche, pan con manteca, un asado, un plato de fideos. Pero nunca invito un mate, me parece de mal gusto, puede ser que el otro no le agrade y diga que sí por compromiso, capaz que tiene impresión de chupar la misma bombilla que yo y acepta para no ofenderme.
El mate no es agua, bebida universalmente aceptada en todo el mundo. A los demás no tiene por qué gustarles y eso de la mano tendida, la rueda a su alrededor y su sabor argentino —misionero o correntino, añá membuí— quizás los tiene sin cuidado. No toman mate, punto.
Además, esto hay que decirlo, aunque suene como un traidor apátrida, es una costumbre algo cochina, digo, la de chupar una bombilla poniendo cara de estúpido, hasta que el bebedizo larga un ronquido bastante parecido a un sordo y largo eructo repetido. Peor si el mate está trancado, a quien le tocó pondrá los ojos como el dos de oro, hasta que le salga una chupada decente.
Por eso me parece de muy mal gusto ver a funcionarios de todos los partidos políticos de los veinte lados de la grieta argentina, con el mate en la mano o descansando al costado de la foto. Amigos, ya sé que les gusta, pero no me digan que ofrecen mate a empresarios que podrían invertir millones de pesos en la Argentina, embajadores de países amigos dispuestos a dar una mano con la economía, secretarios de Estado colegas, que lo consultan acerca de un decreto con redacción confusa, campeones olímpicos que fueron a mostrar sus medallas, visitantes ilustres que iluminarán las imágenes de la televisión en el noticiario de la noche, laureados poetas que entregan su límpida palabra siempre esclarecedora. En serio, che, aparten la yerba de la fotografía.
Es como estar orgulloso de llevar un pañuelo para sonarse la nariz y mostrarlo a todo el mundo, hinchado de vanidad y fatuo engreimiento, para peor con la parte que quedó verdecita mirando para arriba. Y no hablo de los ridículos correntinos, yendo de aquí para allá con el termo bajo el brazo que, faroleros y jactanciosos, se muestran a los visitantes como si estuvieran haciendo jueguito con una pelota, cual Maradonas del ilex paraguariensis. O de los santiagueños que van por media hora a la Festiferia del parque Aguirre y llevan termo, mate, yerbero, yuyos, chipaco, servilleta. ¡Ya está, po! ¿En serio no pueden pasar un rato sin tirar de la punta de la bombilla?
No digo que deba sentirse abochornado de tomar mate en público, porque al fin de cuentas no está haciendo nada malo, ¿no? Pero un poquito de vergüenza debería sentir.
Bueno, ahora que terminamos la nota, a ver, páseme un verde antes de que se enfríe del todo el agua.
©Juan Manuel Aragón
Mañana a las 6 de la mañana aparece una nota sobre las injusticias de la vida. Búsquela en este mismo sitio
Jajajaja!! Muy bueno!👏👏👏 yo aprendí cuando salgo de paseo y me dicen: llevá mate! a poner dos recipientes y dos bombillas. Ya desde el tema de la pandemia, me puse muy jodida!
ResponderEliminarMe encantó 💕 muy bueno 👌
ResponderEliminarYo soy del ☕ café, con leche .
Pero en Uruguay es muy gracioso tienen el termo en el brazo !!!
Ahora tomo te !!! Jaja 🤣
Arq Maria lopez ramos
Tomese un mate chamigo. Gran verdad. Ni la pandemia nos quita el buen vivir
ResponderEliminarMuy bueno, Juan. Aquí en USA tomo mi termo de mate diario en la oficina. Algunos libaneses también matean por la costumbre que algunos parientes inmigrantes de Sudamérica llevaron de regreso a su país. Eso me permite conseguir yerba facilmente en el mercado árabe local. Es curioso ver nuestras marcas de yerba escritas en árabe.
ResponderEliminarPaseamos mucho por la región y el termo y el mate es lo primero que se carga en el auto.......con tortilla santiagueña que horneamos en casa.