Ir al contenido principal

MACHADOS Mutua sociedad del alcohol fraterno

Baco, por Diego Velázquez

Que cuenta de la vez que Ambrosio Melián y Tiburcito Rivero se han pasado la noche acompañándose por no dejarlo solo al otro


Una noche han ido a boliche de la tía Ñata. Eran Ambrosio Melián y Tiburcito Rivero. Primero han tomado un cajón de cerveza, pero a las 10 de la noche les ha dado hambre y han pedido que les hagan un asado. La dueña de casa había hecho carnear un ternero gordo esa misma mañana, así que les convida. Lo asientan con un tinto. Cuentan que uno de los dos, pero nadie sabe cuál, ha pedido soda, el otro le ha dicho que no, porque se arruina el vino. Así que han tomado purinqui nomás.
Pasada la medianoche le han comenzado a dar a la ginebra y la han ido tomando despacito, tranquilos. Como a las 3 de la mañana, salen por el camino. Ambrosio lo ve medio tambaleando a Tiburcito y lo lleva hasta a la casa. Cuando llegan, a Tiburcito le da lástima que el otro vuelva solo y le dice: “Lo acompaño, compadre, semejante noche para andar solo, por estos caminos de Dios”.
Pero cuando llegan, ahora a Ambrosio le da pena verlo encarar al otro en la oscuridad cerrada. Llegan abrazados a la casa de Tiburcito cuando está clareando. Ambrosio es padrino de todos los hijos de Tiburcito y lo mismo el otro. Los hijos de los dos son hermanos por partida doble, entonces. Así han andado de un lado para el otro, con los trancos cortos, inseguros, de gallina garroteada.
Cuando se sientan en la mesa del corredor de la casa de Tiburcito, en el pago de Palo a Pique, la mujer se levanta y, silenciosa, se encamina a la cocina para atizar el fuego. Al rato llega donde los compadres conversan con monosílabos, cansados de andar caminando toda la noche, de Represa Grande a Palo a Pique, ida y vuelta, ida y vuelta, ida y vuelta. Lleva una bandeja con dos tazones grandes de café fuerte, a ver si les despeja un poco la macha.
Los otros no miran el brebaje, al parecer quieren seguir tomando, pero se les ha terminado la plata. Temprano nomás, cuando llegaron, ella ha mandado al hijo, el mayorcito, a traer a su comadre Audelina, la señora de Ambrosio, a ver si lo busca al marido antes de que se duerma en la silla y no encuentre cómo devolverlo a la casa.
El sol pasa por encima del algarrobal cercano, cuando llega la Audelina con la carrada de hijos a cuestas, los perros y un burrito huajcho que están criando, pura bulla son. Camina decidida, como quién sabe adónde va y a qué. Pero Ambrosio y Tiburcito están en la cocina, escondidos, aguaitando, no saben lo que puede pasar.
Tiburcito le dice
—Ahi ha llegado la suya con el huilerío a la rastra.
—Ahá, qué parece.
—No sé, viene con cara de nada.
—Diga, ¿qué tiene en la mano?
—A ver, espere, no la estoy viendo… ahora sí… trae un palo de escoba.
—¿Cómo bastón?, porque andaba un poco renga…
—No, amigo, con el palo se golpia la mano izquierda… ahora está mirando para todos lados…
—¿La suya qué hace?
—Parece que le está diciendo que usté está aquí.
—…
—Salgalé compadre, enfrente la situación.
—No me queda otra.
Aparece de repente del escondite y la encara a la mujer.
—Qué anda haciendo usté, a esta hora de la mañana, rancheando por cualquier parte, con las criaturas a cuestas. Ma ver si camina derechito pa la casa, antes de que me enoje en serio.
Allá van los compadres, marido y mujer, meta alegar por la media mañana del camino grande. Los chicos a la vuelta se distraen hondeando urpilas, los perros corren alegres.
El burrito huajcho marcha al trotecito por detrás, como si no le importara nada.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Ay, bueno. Mejor que sea así y no termine en una escena de violencia de género. Contra el masculino quiero decir😊😊😊

    ResponderEliminar
  2. Me encantó Compañero!!!Lectura SANA , AMENA y COMICA como hace mucho no disfrutaba... Muchas gracias X compartir COMPAÑERO....

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

HISTORIA La Casa de los Taboada

La Casa de los Taboada, recordada en El Liberal del cincuentenario Por qué pasó de manos de una familia de Santiago al gobierno de la provincia y los avatares que sucedieron en la vieja propiedad Los viejos santiagueños recuerdan que a principios de 1974 se inundó Santiago. El gobernador Carlos Arturo Juárez bautizó aquellas tormentas como “Meteoro”, nombre con el que todavía hoy algunos las recuerdan. Entre los destrozos que causó el agua, volteó una pared del inmueble de la calle Buenos Aires, que ya se conocía como “Casa de los Taboada”. Y una mujer que había trabajado toda la vida de señora culta, corrió a avisarle a Juárez que se estaba viniendo abajo el solar histórico que fuera de la familia más famosa en la provincia durante el siglo XIX. No era nada que no pudiera arreglarse, aunque ya era una casa vieja. Venía del tiempo de los Taboada, sí, pero había tenido algunas modernizaciones que la hacían habitable. Pero Juárez ordenó a la Cámara de Diputados que dictara una ley exprop

RECUERDOS Pocho García, el de la entrada

Pocho García El autor sigue desgranando sus añoranzas el diario El Liberal, cómo él lo conoció y otros muchos siguen añorando Por Alfredo Peláez Pocho GarcÍa vivió años entre rejas. Después de trasponer la entrada principal de El Liberal, de hierro forjado y vidrio, había dos especies de boxes con rejas. El de la izquierda se abría solo de tarde. Allí estaba Juanito Elli, el encargado de sociales; se recibían los avisos fúnebres, misas, cumpleaños. Cuando Juanito estaba de franco su reemplazante era, el profesor Juan Gómez. A la derecha, el reducto de Pocho García, durante años el encargado de los avisos clasificados, con su ayudante Carlitos Poncio. Pocho era un personaje. Buen tipo amantes de las picadas y el vino. Suegro de "Chula" Álvarez, de fotomecánica, hijo de "Pilili" Álvarez, dos familias de Liberales puros. A García cuando salía del diario en la pausa del mediodía lo esperaba en la esquina de la avenida Belgrano y Pedro León Gallo su íntimo amigo Orlando

HOMBRE San José sigue siendo ejemplo

San José dormido, sueña Un texto escrito al calor de uno de los tantos días que el mundo secularizado ideó para gambetear a los santos Todos los días es día de algo, del perro, del gato, del niño, del padre, de la madre, del mono, del arquero, de la yerba mate, del bombo, del pasto hachado, de la madrastra, del piano de cola, de la Pachamama, del ropero, de la guitarra, del guiso carrero, de la enfermera, del abogado, del pañuelo usado. Todo lo que camina sobre la tierra, vuela en el cielo, nada en el agua, trepa las montañas, nada en las lagunas, patina en el hielo, surfea en las olas o esquiva a los acreedores, tiene su día. Nada como un día sin connotaciones religiosas, sólo nuestro, bien masón y ateo, para recordar a los panaderos, a las mucamas, a los canillitas, a los aceiteros, a los carpinteros, a los periodistas a los lustrines, a los soderos, a los mozos, a los vendedores, a los empleados públicos, a los policías, a los ladrones, a los jugadores, a los abstemios y a los tomad