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Enrique Badessich |
El 27 de abril de 1922, la Cámara de Diputados de Córdoba rechaza a Enrique Badessich, electo diputado por el Partido Bromosódico
El 27 de abril de 1922, la Cámara de Diputados de Córdoba rechazó al diputado bromosódico. Era Enrique Badessich, un tucumano al que habían promovido como candidato, un grupo de estudiantes de medicina y José Ingenieros, sólo para hacerle frente, sin posibilidades de éxito, a los conservadores. La Unión Cívica Radical no se presentó a esas elecciones al no haber impuesto una reforma electoral.Había nacido el 14 de enero de 1896 en Tucumán. Se destacó como un personaje multifacético en la escena argentina del siglo XX, incursionando en el periodismo, la poesía y la política. Su notoriedad radica no solo en sus contribuciones en estos campos, sino también en sus actitudes extravagantes y su participación en eventos políticos controvertidos.A sus 26 años, la extravagante plataforma política que presentó prometía el amor libre, la separación de la Iglesia y el estado, la supresión del Ejército por antisocial y anacrónico, el acortamiento de los hábitos sacerdotales para, con la tela economizada, hacer ropa para los chicos pobres, la eliminación de las esquinas para evitar los choques, la implantación de la República cordobesa con representantes confidenciales ante los países de Europa y América, Argentina incluida. Como se ve, toda una burla a las instituciones.
Era obvio que los conservadores no lo iban a aceptar como diputado y cuando se presentó a asumir la banca que le correspondía, le rechazaron la elección, argumentando que “es una persona notoriamente incapacitada para ejercer como legislador”, según afirmaron. Había ganado su banca arañando, al haber obtenido sólo 22 votos más que los necesarios para ser electo.
El hombre comenzó su trayectoria académica en Córdoba, luego se unió al Ejército y ascendió al rango de cabo en el servicio de telégrafos. Su servicio lo llevó a ser destinado al telégrafo de la base antártica de las islas Orcadas del Sur.
Después de su servicio militar, regresó a Córdoba poco antes de 1920 y estableció una librería. Durante este tiempo, también se dedicó a la escritura, produciendo varios libros de poemas. Su interés en la comunicación lo llevó a editar un periódico humorístico llamado El Arlequín, a través del cual expresaba sus ideas y se conectaba con la comunidad intelectual local, incluyendo figuras como Deodoro Roca y José Ingenieros.
En su campaña política hubo discursos elaborados en escenarios improvisados por toda la capital de los cordobeses, a menudo vestido con trajes extravagantes, capturó la atención del público y lo llevó a obtener suficientes votos como para acceder a la legislatura provincial, a pesar de la oposición de la mayoría conservadora. Como era de esperarse, la juventud universitaria, una minoría bastante numerosa de Córdoba, lo apoyó dándole su voto.
Cuando le negaron la banca, buscó apoyo en Buenos Aires, sin éxito, y finalmente se trasladó a Rosario, donde continuó su actividad política afiliándose a la Unión Cívica Radical Antipersonalista y publicando periódicos como El Quijote e Yrigoyen. Más tarde, se mudó a Paraná, donde su activismo político lo llevó a ser arrestado por incitar al asesinato del dictador José Félix Uriburu. A pesar de ser liberado por razones de salud mental, se alejó de la vida pública durante quince años.
En 1945 reapareció en Buenos Aires, involucrándose nuevamente en asuntos políticos al solicitar un habeas corpus a favor del coronel Juan Perón, lo que tuvo repercusiones negativas para el detenido. En los años siguientes, enfrentó diversas acusaciones legales, incluida una relacionada con especulación con cemento Portland, aunque en todas fue sobreseído.
Su vida llegó a su fin el 8 de agosto de 1961, en Buenos Aires. Nadie reclamó sus restos para un velatorio, lo que refleja la complejidad y el enigma que rodearon su figura hasta el final.
Juan Manuel Aragón
©Ramírez de Velasco
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