Ir al contenido principal

CUENTO El Gordo y la ginebra

Imagen de ilustración nomás

Qué pasa cuando un chico anda mezclado entre los grandes y los pone en un compromiso


A cualquier hora del día, cuando alguno andaba trabajando en el tractor, capaz que el Gordo se presentaba en la otra punta de la melga, pidiendo que lo llevaran, chango inquieto como él solo. Todo preguntaba, todo hurgaba, todo quería saber. No se cansaba de andar montado en los fierros, mirando para todos lados. Si venía el ingeniero, le averiguaba por qué iban a sembrar maíz, qué diferencia tenía con el sorgo, para qué servía, cuántas variedades había, que ventajas tenían unas sobre las otras, cuánto demoraban en crecer. Hay que decirlo también, era muy advertido, tenía cabeza, lo que se dice.
Una mañana del otoño del 73, amaneció lloviendo y con mucho frío. Caía una garúa finita. Como duraba más de un día, se formó lo que allá lejos y hace tiempo le decían un temporal.
Al segundo día los hombres ya estaban aburridos del todo. Se habían contado todos los cuentos, habían leídos los pocos libros que hallaron en la vieja casona, ¡hasta un diccionario de sinónimos se dieron a la tarea de memorizar, a ver si enriquecían el lenguaje! Ese fin de abril cuando se hacía de noche no había colchas que alcanzasen.
Esa oración, con unas leñas secas que todavía quedaban, encendieron un fueguito en el galpón. Otro día estaba perdido, aunque había esperanzas de que a la mañana siguiente escampara, las nubes venían cortándose desde el sur y las ranas cantaban con más ganas en la represa cercana.
En eso volvió del pueblo el Ruso. Traía mercadería, que había empezado a escasear, arroz, fideo, aceite, yerba, esas cosas. Y un porrón de ginebra que empezó a circular de mano en mano. Alguien esparció las cenizas, puso la parrilla y se empezaron a asar unas costillas de novillo que había fiado en el boliche de los Gutiérrez, a nombre de todos.
Entonces el Gordo comenzó a temar con le dieran un trago de ginebra; decía que quería probar, que nadie se había muerto de un traguito. Pero ninguno le iba a convidar, menos bebida blanca, primero porque era hijo de la Teresa, brava como ella sola, si se llegaba a enterar los cuereaba vivos, uno por uno. Y después porque era chico escuelero, tiernito todavía, no correspondía. Pero el mocoso insistía: “Convídenme, un traguito no me va a hacer nada, también soy hombre como ustedes”. Y seguía, meta y meta, no paraba de embromar.
Ramoncito, tractorista que había trabajado en la caña, en Tucumán, nunca hablaba, era un tipo tranquilo, callado, parco, siempre metido en sus propios pensamientos o vaya a saber qué. Y esa tarde parece que el mocoso le colmó la paciencia. Cuando le tocó su taqueada de ginebra, hizo un buche grande y lo escupió sobre el fuego, al costado del asado. Imaginesé la llamarada que se formó. Se hizo un gran silencio a la orilla del fuego. Afuera del galpón las últimas gotas del temporal tintineaban en la tarde gris, el humo del asado, promesa hecha agua en la boca de aquellos hombres, rebotaba contra el techo y devolvía el aroma de la carne tostándose.
Después de un largo silencio, sin mirar para ningún lado Ramón le alcanzó la botella al Gordo. Que la pasó, calladito al siguiente. Sin reclamar que le conviden.
¿No le digo?, inteligente el chango.
Juan Manuel Aragón
A 4 de mayo del 2024, en La Mesada. Jugando al truco.
©Ramírez de Velasco

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

BALCEDO Otro país crecía a su alrededor

Bobadal hoy, visto desde el satélite Brevísima historia de un hombre que forjó un pueblo lejano desde un almacén a trasmano del mundo El hombre se llamaba Balcedo Santillán. Era el dueño del almacén “El luchador”, en el lejanísimo Bobadal, pueblo que estuvo mucho tiempo a trasmano del tren, de las principales rutas y caminos, de los ríos y arroyos, con decir que ni los aviones surcaban su cielo. Nada pasaba por ahí, salvo camiones llevando leña, el ómnibus de la empresa Piedrabuena, carros cañeros, los sulkys en que se manejaban los vecinos y algún viajero que caía por ahí rumbo a otra parte. Alguien dijo alguna vez que los vecinos vivían tras los ancochis, protegiéndose de las inmensas nubes de tierra que dejaban los vehículos de cuatro ruedas. Que honraban su nombre muy bien puesto: “bobadal”, tierra suelta. Balcedo estaba ahí desde mucho antes de que el gobierno loteara el lugar y trazara las calles, algunas de forma arbitraria, pues cruzaban por el medio del patio de algunas casas....

LIBRO Magui Montero partió su alma

Magui Montero al centro, a la izquierda Manuel Rivas, a la derecha, Marcela Elías La presentación de un libro de poesías convocó a un nutrido grupo de amigos y admiradores Por Juan Gómez Fue el miércoles a la caída del sol. Café-Librería “Bellas alas”. Magui Montero presentó su libro “Hasta partir el alma”. De pronto las mesas se cubrieron de flores multicolores (mujeres) que ofrecieron alegría y ruido. Lluvias de ideas entrelazadas entre sí: “Interpela / herida social / mar de la vida / ternura extraviada / intento de reparar / la fuerza de la esperanza / la poesía una forma de escuchar que empieza con la palabra / el papel me reclama que escriba / habla una parte del alma”. La idea de la presentación de su obra literaria, Maqui quiso que tomáramos nota que está en contacto con su alma. Un refrán francés dice que “la gratitud es la memoria del corazón”. Tras sus palabras uno comprende que la vida apura y no tiene tiempo. Quiere encontrar lo extraordinario en lo cotidiano. Escogió es...

ALTO EL FUEGO Cuando el odio es un negocio

El mundo civilizado apoya lo incivil A muchos no les gusta lo que está sucediendo en estos momentos en el Oriente Cercano, Israel y Gaza, vea por qué Por Natalio Steiner desde Raanana, Israel Se logró el acuerdo. El fuego se detuvo. Y de golpe, silencio. Ni marchas, ni carteles, ni lágrimas de alivio. La paz llegó… y a muchos parece que no les gustó. “Habría esperado que las calles de Europa y los campus del mundo estallaran de alegría por el fin de lo que durante meses llamaron ‘genocidio’”, dijo Naftali Bennett, ex ministro israelí. Pero no pasó. Porque su causa nunca fue la vida de los palestinos. Fue el odio a Israel. La oportunidad de sentirse moralmente superiores sin entender nada. Durante meses repitieron lo que les dictaban desde los bunkers ideológicos, sin una idea propia, sin un dato, sin contexto. Ahora que el fuego se apaga, se apaga también su utilidad. Ya no hay cámaras, ni trending topics, ni víctimas que mostrar. Y sin eso, no hay negocio. La paz los deja sin discurso...

María Corina Machado obtiene el Nobel de la Paz

María Corina Machado Una luchadora incansable por la libertad y la justicia en un país bajo la opresión del socialismo En un mundo en que la oscuridad del autoritarismo se extiende como una sombra implacable, la noticia de que María Corina Machado ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025 ilumina el horizonte con esperanza renovada. Anunciado hace un rato en Oslo por el Comité Noruego del Nobel, el galardón reconoce su incansable labor por promover los derechos democráticos del pueblo venezolano y su lucha por una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia. Nacida en Caracas en 1967, Machado, ingeniera industrial de formación, ha transformado su herencia de liderazgo en un faro de resistencia civil ante la opresión del socialismo. Desde sus inicios en la política, ha encarnado la valentía frente a la opresión. Fundadora del partido Vente Venezuela en 2012, unió fuerzas opositoras en la alianza Soy Venezuela, demostrando que la unidad es el arma más poderos...

VERANO El gustoso sufrimiento de una tradición

Perfil de Santiago a la siesta El santiagueño ama tanto el calor que es tema recurrente de todas sus conversaciones, cuando llega el tiempo La poliorcética es el arte y la técnica militar desarrollada en la Antigua Grecia para el asedio y la defensa de ciudades fortificadas. El término significa, justamente, "arte de atacar y defender plazas fuertes". Este conocimiento se derivaba de la estructura de las pólis (ciudades—estado griegas), que a menudo estaban amuralladas y requerían estrategias específicas para su protección o conquista, como el uso de máquinas de asedio, trincheras y tácticas de bloqueo. Los santiagueños se ven asediados todos los años, por un sordo rencor que los atormenta hasta límites insoportables, sobre todo cuando el tiempo regala días frescos de la noche a la mañana, y con mediodías de sol ma non tropo. Para no sufrir, se abrigan como si fueran al Polo Sur, y hasta se hacen los de tiritar en las paradas mientras esperan el colectivo. Desean con el alma ...