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OPINIÓN Olímpica traición de las Olimpíadas

Nadador chino

Algunas curiosidades que se vieron en las últimas justas mundiales de París, vistas desde Santiago del Estero, por supuesto

Los oprobiosos insultos a una religión, la católica y el desprecio por la propia historia de Francia, el río Sena contaminado, el calor en las habitaciones y la mala calidad de las comidas que les ofrecieron a los deportistas, la falta de amateurismo de la mayoría de los competidores, la facilidad con que algunos se cambiaron de nacionalidad antes de competir, el dopaje no sancionado a los nadadores chinos, fue lo más saliente de los últimos Juegos Olímpicos de París.
Una necesaria aclaración dirá que esta nota ha sido redactada en Santiago del Estero, tomando como base diversas publicaciones, en español, inglés y francés que salieron por internet. Ramírez de Velasco no estuvo en París, sus periodistas no conocen Europa y es posible que, si hubieran estado en Francia durante las Olimpíadas, lo último que habrían hecho es ir a ver a sudorosos deportistas esforzándose por ganar una medalla. Si algún acierto tiene el artículo es por haber leído con atención lo sucedido en estas justas mundiales, los errores corren por cuenta de los periodistas, exclusivamente.
Muchos se preguntaron, ya que se viven tiempos “disruptivos” de la cultura, de “deconstrucción” machista, qué necesidad había de insultar a los católicos, haciendo una parodia de la Última Cena. ¿Por qué no agraviaron a los musulmanes, si al fin y al cabo es islam es la religión más practicada en Francia?, ¿por qué no hicieron befa de las mujeres tapadas de la cabeza a los pies, en una cultura que las relega a la categoría de cosas?, ¿por qué siempre contra los católicos?, ¿no ven que el catolicismo casi ha desaparecido de Francia y de toda Europa? Pero, en fin, dominan las modas y los modos de lo políticamente correcto, que marca que la última religión que se debe apedrear impunemente es la católica. Como que algunos obispos, no todos, hicieron algunas declaraciones de compromiso, se mostraron algo molestos por la burla, y… se acabó el asunto.
Que agravien a la Monarquía de su propio país, olvidándose de que casi todos son descendientes de María Antonieta y de los miles de guillotinados, con cuya sangre se cebó la Revolución de 1789, después de declarar la Libertad del Hombre, se explica porque los franceses, como la gente de casi todo el mundo es hija de la modernidad, que no mira de dónde viene ni a dónde vamos: tiene la vista fija en su propio ombligo. Eso estuvo bien, ¿no?, se cagaron en ellos mismos, para decirlo de manera sencilla y que todos entienden.
Lo que sí constituyó una sorpresa para miles de espectadores de todo el mundo, fue que el río Sena haya sido una cloaca a cielo abierto, como que algunos nadadores se enfermaron con bacterias que suelen vivir en la mierda humana, luego de zambullirse en sus aguas. ¿Cómo?, ¿no son los franceses uno de los adalides de la ecología, el medio ambiente sano y libre de contaminantes, la lucha contra los males que causan los gases con efecto invernadero y coso? Por una parte, qué desilusión, ¿no?, pero por la otra, alegraos hermanos argentinos: ahora se puede pensar en una olimpíada en la Argentina, y obligar a los deportistas a nadar en Buenos Aires. Bacterias más, bacterias menos, igualito al Riachuelo.
Oiga, París es parte del Primer Mundo, no es Bangladesh, no es Tegucigalpa, no es Maputo, la capital de Mozambique. Se esperaba que al menos protegieran a los deportistas del intenso calor que suele hacer a fines de julio y principios de agosto en esa ciudad. Que no se diga que tienen fama de andar siempre con olor a chivo por no instalar aires acondicionados como la gente o que son tan ratas como para no haberlos puesto en la Villa Olímpica durante el mes que va a durar la competencia. ¡Ah!, ¿es por la ecología que no había?, ¿a quién van a engañar con esa mentira?, ¡vamos, que no se diga que fue por ahorrarse unos manguitos!
Sobre las comidas que, según dijeron muchos era de mala calidad y escasa, cabe recordar a quienes organicen los próximos juegos olímpicos, que los deportistas son en su mayoría, gente joven que gasta muchas energías, quiere comer las proteínas que suelen tener las carnes, a saber, de a) vaca, b) pollo, c) cerdo, d) pescados. A un tipo que va a correr 42 kilómetros le dan una planta de rúcula y tres zapallitos y es una gota de agua en el desierto del Sahara, antes de llegar a la arena se hizo humo. Si en las próximas olimpíadas van a dar de comer solamente porquerías veganas, avisen desde ahora así cada país lleva sus propios alimentos.


Otra cosita, ¿los que compiten son todos amateurs?, es decir, ¿no tienen edad todavía como para haber sido comprados por una marca? Si es así, cualquiera podría pensar, ¡guau!, lo que serán entonces los profesionales, los que cobran por trabajar de deportistas, todos unos superhombres, che. No vengan con que hace mucho que dejó de ser una competencia mundial a la que cualquiera, si se esfuerza mucho, puede llegar. Porque además debe tener un patrocinador que le consiga instructores carísimos, lo entrene en lugares especialmente acondicionados, lo provea de médicos, dietólogos, psicólogos, el mejor equipo posible y le ponga varios millones de pesos en el bolsillo. Es decir, con plata cualquiera compite.
¿No le resultó raro el hecho de que hubo campeones que nacieron en Angola, se formaron en Italia, antes jugaron para Alemania y en estas Olimpíadas estaban anotados en Portugal? Bueno, no exactamente, pero parecido. Está bien que las nacionalidades son en el mundo entero y en este momento, un concepto líquido, que admite mil y unas interpretaciones. Pero suena ¿sabe a qué?, compito por el país que me conviene, porque el sponsor ganará más plata si lo hago por Bélgica y no por Croacia, total, la bandera es un trapo. Y capaz que sea una traición —¡otra más!— al espíritu que animó a los padres fundadores de esta institución.
Una última perlita, en varias competencias de natación, los chinos ganaron por goleada. En las finales, en que se supone que una pequeñísima fracción de tiempo significa el triunfo o la derrota, ganaron a veces por más de un cuerpo, llegaron, como diría un burrero, con la fusta bajo el brazo y saludando a la tribuna. Después se supo que habían consumido sustancias algo —o muy—prohibidas, digamos, de las que mejoran el rendimiento físico. Pero, ya se sabe, los chinos han pasado a ser la gran superpotencia mundial y no podían darse el lujo de perder algunas medallas por una pastillita más, una pastillita menos. Y se las dieron por ganadas nomás, traicionando, como se ve, el espíritu olímpico por enésima vez. El que tiene plata hace lo que quiere.
Queda para el final la silbatina que recibió el Himno Nacional Argentino cada vez que pasaron su música por los parlantes. ¿Es porque los franceses odian a los argentinos? ¡No!, ¡qué va! Fue tan mala la interpretación de la canción patria, que muchos franceses posiblemente se indignaron con los horripilantes acordes que precedían a los conjuntos nacionales. Se ve que al menos los alonsafán de la patríe, conservan algo del oído musical.
Y eso es todo, amigos.
Juan Manuel Aragón
A 14 de agosto del 2024, en Huilla Catina. Esperando el verdulero.
Ramírez de Velasco®
PS. Párrafo aparte para las boxeadoras que al parecer no eran boxeadoras sino boxeadores y se cansaron de machucar contrincantes. No es seguro que hayan sido mujeres y tampoco se sabe si eran varones o no. De todas maneras, la comprobación era más que fácil y hubiera terminado con la polémica en menos de un minuto. Pero, ya se sabe, en un mundo que le dice blanco a lo negro y negro a lo blanco, varón a una mujer y mujer a un varón, decirle a cualquiera “bajate los lienzos y comprobemos si es verdad lo que dices”, es un pecado de lesa antigüedad. Si de verdad eran varones, será cuestión de rendirse ante las evidencias y esperar las próximas olimpíadas, para no mirarlas por la tele.
Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. El artículo es un buen resumen de los aspectos bochornoso que se vieron y vivieron en esta lamentable edición de las olimpíadas.
    Le postmodernismo y la corrección política siguen haciendo estragos en la cultura occidental judeo-cristiana, que no reacciona ante tanta intimidación. Lamentablemente "El silencio de los cobardes" es más fuerte que el ruido de los malvados.
    Bien por Juan Manuel que hizo el esfuerzo de resumir lo que la escasa (y también intimidada) prensa independiente ha difundido para el mundo.
    Lo más lamentable es el perjuicio causado a deportistas que por 4 años se esfuerzan y sacrifican por un ideal, que se ve empañado por tantas injusticias en los pocos minutos que dura su participación.
    Una vergüenza los franceses y toda la UE que alimenta esa visión mediante burócratas no electos operando desde Bruselas.

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