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CHACA Amigo de los amigos y hombre bueno

Hablando en el Concejo Deliberante

Podría haber sido rico, pero vivía en una casa de barrio, sencilla, recibiendo a los amigos cada vez que lo visitaban

Ahora debe estar rindiendo cuentas a San Pedro mi amigo Eduardo Carabajal, Chaca, seguramente con la misma sencillez con que actuó toda la vida. Si le llegaran a preguntar cuál fue su mayor virtud, es casi seguro que dirá que defendió siempre a su familia, no sólo su mujer y sus hijos, sino también a los otros, la familia grande. “Eh Chaca, ¿para qué compras El Liberal si no trae nada?”, le averiguaban los conocidos. Esperaba las noticias de sus parientes, los músicos y se alegraba cada vez que aparecían. Te decía: “Aquí está, ¿ves?, lo han sacado a Cali, a Musha, a Demi”. Cualquiera de sus parientes famosos aparecía día por medio en el diario, y como si el Beduino Jozami, lo hubiera sabido, le daba el gusto. Jozami es, o era, el encargado de la sección Espectáculos del matutino, para quienes no lo sepan.
Además, era amigo de los amigos. Muy. A uno, que no le gusta que otros hombres lo besen, como es costumbre extendida en la Argentina, sin embargo, si Chaca lo hacía, estaba bien quizás porque sabía que en él era, esencial y fundamentalmente, la acción de un hombre bueno.
Peteco alguna vez dijo algo así como que Chaca era el que unía a la familia. Imagínese, son tantos que algunos roces siempre había, pero todos hallaban un remanso de paz en la casa de Chaca. Ah, su casa, es una igual a la de los vecinos, y podría haber tenido un palacio si hubiera querido. Nada del otro mundo, salvo un quincho que hizo en el fondo. Ahí tiene —digo tiene porque hasta que no termine esta crónica no terminaré de creer que se murió —algunas fotos de sus tiempos de futbolista, otras con su abuela. Y un cuadro pintado por Peteco. La última vez que fui me lo volvió a mostrar, miré el cuadro, lo miré a Chaca, volví a mirar el cuadro, lo volví a mirar a Chaca y le dije muy serio: “¡Qué buen cantor que es Peteco!” Las carcajadas se sintieron hasta la otra cuadra.
Si San Pedro le llegara a preguntar: “¿Eso nomás?”, capaz que le cuente que era muy amigo de los amigos, de todos. Eso sí, hubo algunos —alguna —que le hizo lo que él consideraba una muy mala jugada. Y otro que le pidió lealtad, se la dio sin retacearle nada y al final cuando ya no quedaba más para pedirle, lo siguió molestando con sus exigencias. Quienes lo conocen sabrán quiénes fueron, otros lo sospecharán y el resto quizás no esté ni enterado. No importa.
Después estaban los amigos de toda la vida, hechos en los vestuarios o en las canchas de fútbol, los vecinos, los amigos de los hijos, los conocidos de los hermanos. Y uno, ¿no? que era presentado con mucho respeto, como si lo mereciera, como alguien inteligente. Y te hacía poner colorado. Porque no lo merecías.
Para quienes quieran conocer el costado futbolístico de Chaca, ahí está ABCDeporte, en soporte digital, cuyo director, René Alfredo Paz, lo recuerda en una nota con lujo de detalles.
Pero sigamos adelante con esta crónica, amigo, que falta un tirón.
Después está lo otro, sus trabajos. Primero en Tufí, donde hizo sus primeras armas. Entretanto fue un muy buen vendedor de Frasogo, uno de los mejores, el más hábil. Cuando salieron los primeros televisores color hizo comprar uno a medio mundo, una guasada vendió. Los amigos compraban, quizás no muy convencidos de que fuera mejor que uno en blanco y negro, pero si se lo había ofrecido Chaca, no les quedaba más remedio que agarrar viaje.
Hasta que la política lo convocó a sus filas, en 1991, 1992, por ahí. Le encargaron la hasta entonces insustancial Dirección de Deportes. Y se puso a trabajar llevando a la comuna bandeña a un lugar mucho más alto de lo que jamás podría haber imaginado cualquiera, al menos en la consideración de los jóvenes. Organizó desde ahí las Olimpíadas Deportivas y Recreativas Estudiantiles y la juventud de los colegios de la ciudad se organizó para ganar en la mayor cantidad de disciplinas posibles. El premio llegó a ser el viaje de fin de curso, pero era lo de menos, porque en el camino, muchos le agarraron el gustito a hacer algo, en vez de quedarse haciendo sebo en las esquinas.
Fue también el ideólogo y primer organizador del Festival de la Salamanca. Al principio venían sus parientes, casi todos muy famosos y tocaban casi por la Coca y el sangüi. Las instituciones de la ciudad, que eran muchas y trabajaban bien en ese entonces (cuando existían), pusieron sus carritos con venta de diversos productos, adentro del predio, con lo que financiaban sus actividades de bien público. Y los amigos y parientes trabajaban en las boleterías, hacían de acomodadores de autos y en los mil y un detalles que son necesarios para concretar semejante fiesta, prácticamente a pulmón. Meses después, cuando el festival era un recuerdo lejano, la comuna repartía las ganancias entre las mismas instituciones que habían instalado sus puestos de ventas en la cancha de Sarmiento. Todo fue pensado por Chaca.
El día de La Banda, 16 de septiembre, también organizó una gran fiesta en la más emblemática de las esquinas bandeñas, Besares y Belgrano. Muchos músicos iban gratis, con la promesa de que después serían contratados para la Salamanca. Cuando fue concejal, a pesar de que, desde el diario en que trabajaba, cascoteaba el gobierno al que él pertenecía, me dio varias primicias con las que metí algunos memorables y maravillosos golcitos de periodismo pueblerino. Sólo porque le caía bien y porque ya habíamos empezado a considerarnos amigos.
Habrá tenido sus pecados, como todos, pero puestos en la balanza, me parece que San Pedro le dirá: “Pasá nomás, vos sos de los nuestros”. Y le hará un lugarcito en el Cielo que tiene reservado para los que fueron buenos amigos, los que cuidaron a su familia, los que siempre tuvieron presentes a sus hijos.
Ahora nos debe estar mirando desde allá, a uno por uno, cuidándonos como lo hacía él, con un cariño que no conocía de dobleces. Si hubiera que describirlo con dos palabras, podría decirse que fue esencialmente un hombre bueno. Y como tal será recordado.
Juan Manuel Aragón
A 10 de junio del 2025, en Turichi. Ginebra en ristre.
Ramírez de Velasco®

PS Algunos amigos reclamaron que no escribiera una crónica el viernes, cuando murió Chaca. Disculpe si es periodista de los que pueden escribir sobre lo que fuera, bien por usted, pero con el cuerpo todavía caliente del amigo, recién llegado del velorio me fue imposible enhebrar una idea. Recién ayer, un poco compuesto ensayé esta crónica medio destartalada como despedida.
JMA

 

Comentarios

  1. Tóooome ese Chaca, a muerto. Fernando Busto_ Pozo Hondo.

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  2. Cristian Ramón Verduc10 de junio de 2025 a las 7:45

    Está muy buena la crónica. Emocionante. "Pasá nomás, vos sos de los nuestros"... Muy bueno.

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  3. Grandisimo chaca no tenia enemigos..era el patriarca de la familia su legado siempre quedará !!

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  4. Mi amigo chaca...sin dudas el mejor de los carabajal.

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  5. Fue un gran amigo, creyó en mi. Tenia poca experiencia en escenarios festivaleros pero me dio un lugar desde la primera Salamanca en 1992. Alguna vez me contó sobre la relación maternal que tuvo con doña Luisa, su abuela, fue ella la que lo crió cuando falleció su madre. El tenía un sueño para cuando consiguiera el primer trabajo, comprarle 1kg de helado en "Roma" porque nunca había comido por repartir a todos sus hijos y nietos. Y así fue cuando ganó su primer sueldo fue y compró el helado para doña Luisa, hoy reconocida a nivel nacional como la "madre de la chacarera".
    Brille para el la luz que no tiene fin.

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