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Reacciones de cada uno |
El marihuanero espera, el cocainómano rompe, el lisérgico entra por la cerradura: vea aquí cómo reacciona el resto
Hay una narración, oída hace muchísimos años, en la calle, que resume cómo la merca afecta la percepción y el comportamiento de los adictos (a quienes también llaman “quemados”). Imagine la escena: en una casa venden droga, pero es domingo y no atienden. Un marihuanero, un cocainómano y otro que se da con ácido lisérgico llegan a la puerta. El marihuanero dice “esperemos hasta mañana o hasta que el universo lo decida”. El cocainómano, grita “¡tiremos la puerta abajo!”. Y el que se inyecta LSD propone: “Entremos por el ojo de la cerradura”. Cada sustancia imprime una lógica particular a la conducta de cada uno.Pero, siga, porque hay más. El de la heroína, murmura: “No importa que esté cerrada, me acomodo y lo dejamos pasar”. El de metanfetamina, anuncia: “¡Ahora mismo! Subimos por la terraza y lo resolvemos ya”. El que fuma crack: “Voy a buscar otra abertura”. El del éxtasis: “Hagamos una ronda de abrazos y canciones hasta que alguien nos abra”.El de ketamina pregunta: “¿La puerta? ¿qué puerta? Ya estamos adentro”. El de los hongos dice: “La puerta es un paisaje, esperemos a ver cómo cambia de color”.
Los consumidores de benzodiacepina: “Volvemos mañana con calma”. Los anfetamínicos: “Distribuyamos tareas, cronómetro y plan; ejecutamos en 3, 2, 1”. Los de opioides recetados: “Da igual, me quedo quieto”. Y los de cannabinoides sintéticos: “Esa puerta no es lo que parece, mejor no tocarla... o sí, no sé”.
Con las drogas de consumo callejero pasaría lo siguiente: el de pasta base: “No aguanto, aunque sea una astilla de esa puerta, me la fumo”. El del speed ofrece vueltas infinitas a la manzana hasta que abran. El de codeína se acurruca y dice: “Me da lo mismo dormir aquí”. El de la morfina señala: “La cerradura no importa, cierro los ojos y todo se desvanece”. El de barbitúricos está resignado: “Capaz que me quedo dormido antes de que llegue el lunes”.
Entre los psicodélicos, el de mescalina interpreta: “La puerta respira, si la miramos bien nos absorberá sola”. El de salvia: “Ya entramos, pero ustedes todavía no lo saben”.
Ahora analice amigo lo que dirían los consumidores compulsivos. El alcohólico: “Si nadie abre, contamos chistes un rato, nos reímos y después nos peleamos entre nosotros”. El del chocolate propone derretir la puerta en cacao. El fumador compulsivo prende un cigarrillo “mientras tanto”. El adicto a la masturbación se arregla solo, no espera a nadie. El del café promete quedar en vela hasta el lunes. Y el de las redes sociales sugiere una selfie con hashtag: #ÁbreteYa.
Pero, hay mucha gente en la puerta, como imagina usté. El del gimnasio se pone a hacer sentadillas y flexiones hasta el lunes. El jugador cruza apuestas sobre la hora en que abrirán. El comprador compulsivo propone encargar un candado nuevo en internet. Y el adicto al trabajo organiza un Excel con turnos de guardia en la puerta.
¿Hay más? Por supuesto. Son los que se le ocurren a uno, recién levantado, ayer sábado, luego de haber estado toda la noche soñando macanas. Si usted tiene otros, por favor, sírvase escribirlos abajo.
Juan Manuel Aragón
A 21 de septiembre del 2025, en el Viejo Molino. Tomando la consumición.
Ramírez de Velasco®
Homero Simpson culparía a su vecino Flanders. Sus similares, culparán cada uno a su Flanders personal.
ResponderEliminarQué satisfacción y orgullo me da saber que nunca he llegado ni llegaría a esa puerta. Y que puedo mostrárselo a mis hijos.
ResponderEliminarLa mescalina no produce adicción, no se porqué la incluyes. El LSD tampoco que yo sepa. Ambos son psicodelicos. Sólo alteran la percepción, Puedes leerlo a Aldous Huxley en La Puerta de la Percepción
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