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Mostrando las entradas etiquetadas como Riña

ESPECTÁCULO La morcilla y los gallos

Combate de gallos de pelea La riña es uno de los espectáculos más representativos de la cultura popular santiagueña; la cría de estos animales es una actividad noble y pura No hay espectáculo más representativo y particular de la cultura popular santiagueña que la nunca bien ponderada riña de gallos, ya sea campesina o en pleno centro de cualquier ciudad, de Selva a Villa Nueva Esperanza, de Monte Quemado a Frías. Entre sus próceres figura el Ciego Montaldo, de Tucumán, y quienes han tenido la dicha de conocerlo, dan fe de que pedía silencio en las paradas para sentir cómo iba peleando sus animales. Por ahí afirmaba: "Ha pegado el mío" y era la pura verdad. Tanto era el cariño sincero que les profesaba, que los conocía por el sonido que hacían al toparse. En casi todos los pueblos del oeste santiagueño, los gallos figuran entre las aficiones más arraigadas de la paisanada, que deposita en ellos un amor puro y trasparente con el solo afán de extraer lo mejor de cada uno de ell

CUENTO Prendas de unión

Día húmedo, óleo de Absalón Argañarás Qué pasó en el pueblo la vez que eligieron a uno que venía de afuera de los partidos políticos que siempre disputaban una carrera cuadrera Juan José Pereiro, llegó a ser intendente del pueblo, hace muchos años, porque la gente se había hartado de que le mintieran, la engañaran, la estafaran, la traicionaran. Para una dura elección, se montó en la esperanza de un cambio, de aire fresco en la comuna, de renovadas ganas de hacer las cosas bien, como dicen. Fue quien unió al pueblo en un solo grito de clamor, de tres palabras que terminaron por un largo tiempo con las reyertas que siempre surgen en las pequeñas villas de la provincia. Fue el primero que habló de un cambio total de las reglas del juego. “Así no podemos seguir”, decía, mientras enumeraba los males que habían retrasado el progreso. Muchos, sobre todo los jóvenes, se dijeron que era lo que se precisaba, sacudirse de la modorra pueblerina que lo acogotaba, lo ahogaba y no lo dejaba crecer.

PAGO Cuando vuelven los porteños

Las riñas entre los gauchos La vez que uno de ellos pegó un grito en una riña en la casa del Fiero Alfonso, siempre es recordada por los paisanos Les decíamos porteños, pero eran nacidos al lado del chiquero de las cabras y criados a mate cocido y tortilla, igual que nosotros. Se habían ido a Buenos Aires a trabajar y al cabo de un tiempito nomás, regresaban aporteñados, hablando de “acá”, decían “sha voy”, “vos qué te creés”. Aprovechábamos para exagerar: “Afuera shueve que te shueve, adentro que ni gotia, vistes”, “sho no iré, porque sho sha juí”. Nos burlábamos de esa chica que volvió después de un año y preguntó: “Má, ¿qué es esa frutita que chilla?”. “¿Cuál hija?”. “Esa que está ashá”. “Eh, chica, eso es un coyuyo”. “¿Me cortás uno?”. Volvían con sus enormes grabadores al hombro, pantalón colorado, camisa azul brillante, zapatillas que nunca se habían visto en el pago y anteojos oscuros, porque ahora, ¡mirá vos!, el sol les molestaba en los ojos. Algunas chicas estaban más lindas