Ir al contenido principal

SITUACIONES Los códigos de referencia en la ciudad y en el campo

Las palabras tienen un significado escondido

Más allá del significado de las palabras, hay una historia en ellas para quien sabe descifrarlas


Uno va al quiosco de la esquina de su casa, dice: “Jockey”. El quiosquero le entrega un atado de cigarrillos, le da lo que cuesta, se los pone en el bolsillo y se los lleva. Ha dicho una sola palabra, pero ha perfeccionado uno de los contratos de los que más se ha escrito en el Derecho Civil. Hay códigos de referencia abstractos en la ciudad y en el campo, que son distintos, aunque uno haga lo mismo.
En el campo uno llega al almacén, saluda al dueño o dependiente y a los demás clientes si los hubiera. Cuando le llega el turno pregunta: ”¿Vende cigarrillos?”. Si le responden que sí, pide: “¿Me vende un atado de Jockey Club, por favor?”. Se lo dan; vuelve a averiguar: “¿Cuánto cuesta?”. Le dan el precio, paga, se despide, se va.
Que dice el Código Civil argentino: “Hay compraventa si una de las partes se obliga a transferir la propiedad de una cosa y la otra a pagar un precio cierto en dinero”. Dicho esto, que parece fácil, hay miles de disquisiciones para hacer, cientos de miles de discusiones, debates, doctrina, jurisprudencia, costumbre. Pero un tipo, en la ciudad lo solucionó con una palabra de seis letras: “Jockey”.
¿Esto quiere decir que la gente de la ciudad se maneja con referencias abstractas y la del campo es más concreta? Bueno, en este caso sí, pero hay situaciones en que un campesino le dice a otro, tres palabras, y en ellas hay un mundo de abstracciones escondido.
Un hombre del campo que vive en la ciudad, habla por teléfono con otro que vive allá, y le pregunta: “Cómo va todo”. El del campo responde: “Sigue sin llover”. En esas tres palabras hay un resumen que lo dejará al de aquí pensando un largo rato. La falta de lluvia significa que no cosechará el maíz que esperaba, no tendrá qué darle de comer a sus animalitos y, por lo tanto, deberá trabajar en otras cosas, lejos de su casa, para alimentar a su prole. Esto a su vez aumentará sus deseos de irse a vivir a la ciudad y conseguir un mejor futuro para sus hijos.
No estamos hablando de la riqueza escondida en las palabras sino en la historia, en las evocaciones que dos o tres de ellas despiertan en quien las oye. Para el tipo de ciudad, quizás la falta de lluvia es un dato anecdótico, tal vez no se dio cuenta de que ya deberían haber llegado las tormentas y se están atrasando o no llegarán. De última mejor que no llueva, ¿no?, en la ciudad es una molestia esperar el colectivo bajo el agua o que la tormenta lo pesque en el centro y sin paraguas.
Digo, pero hay cientos, miles de situaciones en que tres palabras significan muchísimo para quien las dice u oye. Por caso la chica que le avisa al novio: “No me vino”, el paracaidista que grita: “No se abre”, el alumno que dice al profesor: “No lo estudié”, el profesor que pide a sus alumnos: “Saquen una hoja”, el cazador que se lamenta: “Pero, estaba cargada”, el general arengando: “¡A la carga!”, Luis Miguel cantando: “No sé tú”.
Si tiene más de estas tres palabras cargadas de sentido, le propongo el juego de que las escriba abajo así todos nos reímos o reflexionamos juntos. No vale: “Nunca te leo”, “escribes muy mal”, “mejorá la redacción”,  "sos un pelot... (a esta me la dicen todos los días) o “sos muy aburrido”.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. He reído mucho. Está muy bueno. Me ha gustao.

    ResponderEliminar
  2. Muy buena la nota!! 1. Siempre te leo ( y te lee muchísima gente
    , aunque no ponga comentarios) y 2. tus palabras son más valoradas de lo que imaginas! Un abrazo grande!

    ResponderEliminar
  3. Divertido y como siempre, te las ingenuas para hallar un nuevo tema para considerar!!!

    ResponderEliminar
  4. casi siempre leo tus escritos con redacción ocurrente, siempre valen y no son nada aburridos y pelotudos son los incapaces de hacer algo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

AÑORALGIAS Santiago querido

La Secco Somera lista (a completar), de lo que hay todavía en la ciudad mágica habitada por los santiagueños, sus sueños y saudades Algunas cosas que antes sabía haber en Santiago y no hay más, se perdieron para siempre, consignadas en este sitio para que al menos quede su recuerdo. Esta lista la publiqué hace algunos años en Feibu y los amigos la completaron. 1 Helados “Kay”, más ricos no hay. 2 El auto Unión, (con motor de dos tiempos, como la Zanella). 3 Las heladeras Vol-Suar. 4 Las prohibidas del Renzi (¡Coca!, cuánto amor). 5 La bilz de Secco (la de ahora no es lo mismo, qué va a ser). 6 El Santa Ana, El Águila, empresa Robert, el Manso llegando desde el fondo del saladillo. 7 Cheto´s bar. 8 El peinado batido de las mujeres. 9 El jopo (ha vuelto, pero como mariconada). 10 La nueva ola y los nuevaoleros. 11 El Tuco Bono. 12 El departamento Matará. 13 Panchito Ovejero vendiendo billetes de lotería. 14 La Porota Alonso. 15 La Gorda de Anelli. 16 Tala Pozo. 17 Mi tata. 18 Panadería L

LEYENDA El remís con chofer sin cabeza

Imagen de Facebook de David Bukret Un misterioso auto circula por las calles de Santiago y La Banda: un caso que está dando que hablar en todos lados Un hombre detiene su motocicleta en el parque Aguirre, lleva una mujer atrás, son las 3 de la mañana. Se apean debajo de un eucalipto, justo cuando empiezan a besarse aparece un auto, un remís que los encandila y se queda parado, como esperando algo. Ella pega un grito: “¡Mi marido!”, suben de nuevo a la moto y se van. Antes de irse, el hombre observa que en el remís no hay nadie, parece vacío, pero ya ha acelerado, a toda velocidad y no se va a detener. Ha pasado varias veces, según cuentan los parroquianos en el café con nombre y apellido, en una historia que va pasando de mesa en mesa, repitiéndose todos los días con más detalles. Las mentas hablan de un remís que aparece de manera impensada, no solamente cuando detecta traiciones amorosas, sino que asustó a varios muchachos que andaban trabajando de noche en casas que no eran las suya

EVOCACIÓN El triste final de la Dama de Hierro

Mercedes Marina Aragonés El recuerdo para quien el autor de esta nota llama Dama de Hierro, algunas anécdotas y la apreciación sobre una personalidad controvertida Por Alfredo Peláez No fue el final que posiblemente soñó en sus años de poder y esplendor. Cuando el nombre Nina paralizaba hasta el más taimao. Se fue en silencio, casi en puntas de pie, como vivió sus últimos años. Muy pocos lloraron a Marina Mercedes Aragonés de Juárez, la dama que supo ser de hierro, en tiempos idos. Seguramente coqueteó en esos años con un funeral al estilo Evita, con su féretro en el salón principal de la Casa de Gobierno, o en el Teatro 25 de Mayo, y largas colas de santiagueños para darle el último adiós. Pero solo fueron sueños de diva. Nada de eso ocurrió. Los diarios santiagueños apenas se hicieron eco de su fallecimiento. Al fin y al cabo, más importante eran los 470 años del pago que ella intento domesticar a rienda corta y chicote. Quedarán miles de anécdotas que la tuvieron como protagonista.