Al vino vino y a la copa por el cuerpo |
Se brindan algunas normas de corrección en la mesa, a fin de pasar veladas agradables en la casa o como invitado
Averiguan los lectores sobre el protocolo a la hora de comer en la casa de uno. Aquí van algunas breves y leves instrucciones, para no perderse en un mar de consejos. Se habla aquí de comidas simples, sencillas, de todos los días, no como para recibir al embajador del imperio austrohúngaro sino solamente con usted, su señora y sus hijos compartiendo el almuerzo.A la hora de agradecer a Dios los dones recibidos, no haga una gran pantomima ni anuncie que están por rezar, ore de manera sencilla, con una fórmula corta, persígnese y a otra cosa. Para que le salga natural, por favor practíquelo todos los días y no solamente en las fiestas de guardar o cuando hay invitados.Luego han de evitarse las conversaciones sobre tópicos que, de alguna manera, podrían molestar a uno o varios comensales. Se suele mencionar la política y el fútbol, entre las materias que se han de gambetear, pero hay familias o situaciones en que se sabe que otros asuntos también podrían traer discusiones que terminen mal. No valen las preguntas hechas con total delicadeza, pero que encierran una violencia furibunda, tipo:
—Che, primo, ¿por qué te gustan tanto los hombres siendo que las mujeres son hermosas y suavecitas?
Esas intervenciones déjelas para amas de casa de baja estofa y educación deficiente, como Mirtha Legrand, la anciana que aparece en la televisión y permite que sus invitados metan algún bocadillo en medio de la gran interrupción de conversaciones que es su programa de televisión.
En el caso de que haya hecho un menú especial, no llamará al cocinero a la mesa a explicar qué cocinó o cómo se llama cada plato. Todo se hará normalmente, de manera natural digamos, como si sus invitados —y usted también— estuvieran acostumbrados a comer caviar todos los días.
Esta nota evitará hablar de cómo deben tomarse los cubiertos, no dirá tampoco que la servilleta va sobre las piernas, que el tenedor o la cuchara van a la boca y no la boca a la cuchara, para no comer agachados como los perros. Sobre estas cuestiones los directivos de Ramírez de Velasco saben que sus lectores son expertos, así que no hará la ofensa de repetirlas.
Otra cosa, las bebidas se sirven generalmente con la mano derecha, inclinando la botella o la jarra hacia la izquierda, nunca, pero nunca, nunca, nunca al revés. No se sirve para afuera, es una total falta de respeto, significa desprecio y es ofensa grave. Tampoco se le ocurra, ¡por Dios!, tomar la copa por el tallo y ¡menos!, por su base. Si invita por ahí a un linyera, pobre tipo, hombre de la calle, y la agarra por ahí, ¡bueno!, no le diga nada, se entiende que no sepa mucho de formalidades a la hora de comer, pero usted no lo hará nunca.
¿Dice que el vino toma la temperatura de los dedos de la mano y eso desvirtúa su sabor? Sí, la verdad, puede ser, pero usted no es un enólogo ni está en una cata de vinos, ¡está almorzando en su casa!, ¿o también se va a poner a hacer buches, como hacen los expertos cada vez que prueban una nueva cepa? Hágame caso, tome la copa por el cáliz o cuerpo, como hacen los curas en la misa, no pasa nada, además usted no está ante un vino francés de la san Puta, sino con un Malbec argentino que, en el mundo, no pasa de ser muy masomenitos nomás (hay entendidos que sostienen que la cepa argentina por antonomasia es un jarabe espeso).
—Che, primo, ¿por qué te gustan tanto los hombres siendo que las mujeres son hermosas y suavecitas?
Esas intervenciones déjelas para amas de casa de baja estofa y educación deficiente, como Mirtha Legrand, la anciana que aparece en la televisión y permite que sus invitados metan algún bocadillo en medio de la gran interrupción de conversaciones que es su programa de televisión.
En el caso de que haya hecho un menú especial, no llamará al cocinero a la mesa a explicar qué cocinó o cómo se llama cada plato. Todo se hará normalmente, de manera natural digamos, como si sus invitados —y usted también— estuvieran acostumbrados a comer caviar todos los días.
Esta nota evitará hablar de cómo deben tomarse los cubiertos, no dirá tampoco que la servilleta va sobre las piernas, que el tenedor o la cuchara van a la boca y no la boca a la cuchara, para no comer agachados como los perros. Sobre estas cuestiones los directivos de Ramírez de Velasco saben que sus lectores son expertos, así que no hará la ofensa de repetirlas.
Otra cosa, las bebidas se sirven generalmente con la mano derecha, inclinando la botella o la jarra hacia la izquierda, nunca, pero nunca, nunca, nunca al revés. No se sirve para afuera, es una total falta de respeto, significa desprecio y es ofensa grave. Tampoco se le ocurra, ¡por Dios!, tomar la copa por el tallo y ¡menos!, por su base. Si invita por ahí a un linyera, pobre tipo, hombre de la calle, y la agarra por ahí, ¡bueno!, no le diga nada, se entiende que no sepa mucho de formalidades a la hora de comer, pero usted no lo hará nunca.
¿Dice que el vino toma la temperatura de los dedos de la mano y eso desvirtúa su sabor? Sí, la verdad, puede ser, pero usted no es un enólogo ni está en una cata de vinos, ¡está almorzando en su casa!, ¿o también se va a poner a hacer buches, como hacen los expertos cada vez que prueban una nueva cepa? Hágame caso, tome la copa por el cáliz o cuerpo, como hacen los curas en la misa, no pasa nada, además usted no está ante un vino francés de la san Puta, sino con un Malbec argentino que, en el mundo, no pasa de ser muy masomenitos nomás (hay entendidos que sostienen que la cepa argentina por antonomasia es un jarabe espeso).
Otra cosa, ahora que llegan las fiestas de fin de año: no choque las copas a la hora de brindar, repito, ¡no se chocan las copas!, y tampoco hay que dar la vuelta a la mesa haciéndola tintinear con todos, mientras llora. ¡No amigo!, eso es mersa, cursi, grasa, mediopelo. Tome champán o sidra, en copas o en vaso, como sea, pero quédese quieto en su lugar, alégrese, ríase a las carcajadas, festeje, pero no haga estrellarse las copas con sus vecinos de mesa, con los del frente, con el cuñado, con la sobrina. Es de un mal gusto atroz.
Y otra cosa, no diga nunca “buen provecho”. Es de muy mal gusto amigo, en serio. Es cierto que en su casa quizás le advirtieron que era una fórmula de buena educación, pero suena hórrido. ¿Qué se dice?, respuesta, dos puntos, nada. Nada, ¿entiende? Si le reclaman porque no lo dijo, pele su teléfono, muestre esta nota a quien se lo exigió y dígale que no sea barriobajero, ese “buen provecho” está bien para alguna fonda de mala muerte, un puesto del mercado, un kiosco bajo la tribuna de Central Córdoba, pero no se lo debe decir en una casa humilde pero decente como la suya, como la mía.
Y eso es todo por hoy, amigo.
©Juan Manuel Aragón
A 24 de noviembre del 2023, en 9 de Julio y 24 de Septiembre. Mascando chicle
Hay que decir "que lo disfrutes". Qué no, don Juan?
ResponderEliminarComo decía mi papá “ por nuestras virtudes”😂😂
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