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Los educadores del mundo |
Las ideas blancas o negras, de A y B, no siempre son las correctas, a veces la verdad ni siquiera es equidistante, sino que está en otra parte
Uno de los problemas de la política argentina —quizás de una gran parte de la sociedad también —es la falta de matices, no hay grises, todo es blanco, todo es negro, colorado furioso, amarillo patito sin una mota de otros colores. Un enamorado es capaz de ver defectos en el objeto de su cariño que, por ahí, lo hacen dudar de que sea la persona ideal para compartir el resto de su vida. Y está enamorado. Pero a un partido o a un líder político se le acepta todo. No tiene fallas, no tiene vicios, es todo lo que está bien. A su lógica no se le conocen errores. Su visión del mundo es perfecta, inconmensurablemente maravillosa. La única que vale.Cualquier lector de esta página, tanto si sus padres están vivos, como si ya no están, reconoce que tiene diferencias con ellos y por eso crió a sus hijos de otra manera, luego de marcharse de su casa se vistió distinto, comió otros alimentos, se independizó, porque sus padres eran buenos, pero se equivocaban. Pero al líder no se le discute nada: todo lo que dice está muy bien. Y si algo no gusta, si algo hay de reprochable en su conducta, en su pensamiento, en sus actos, en sus omisiones, hay que disimularlo para, como dicen, “no hacer el juego a la contra”, que es mala y acecha.En ese camino nadie oye lo que el prójimo tiene para argumentar, porque si piensa distinto, aunque sea un poquito, es un otro indeseable. Nadie acepta que cambiar de modo de pensar es signo de inteligencia y persistir en el error es una tontería que clama por una enmienda. Va de nuevo, reconocerlo es “hacer el juego a los otros”, como si los otros fueran marcianos, venusinos que los matarán apenas los de este lado muestren un cachito de debilidad intelectual.
Se sienten inflados de solemne gravedad ideológica, creen que son el centro del mundo, que los recuerda y ora, así siguen en su ser y nunca cambian y la otra mitad quisiera verlo arrastrarse diciendo: “Perdón, estaba equivocado”. Y se pase a este bando, el bueno, el de los que piensan en forma correcta.
Lo que los unos achacan a los otros, es simétrico con lo que los otros endosan a los unos. Lo que el partido A dice en el poder, negará en el llano y lo que el partido B dice en el llano negará una vez que se haga con el poder. Lo vienen haciendo desde hace muchos años, en un juego que siempre es de suma cero. Igual, muchos los seguirán, ciegos de una confianza, digna de mejores causas, por supuesto.
Las palabras que faltan, son principalmente dos: “Sin embargo”. Expresada de la siguiente manera: “Adhiero a la política de Fulanito de A, sin embargo, no me gusta tal y cual cosa”. Dicho simétrico sería: “No me gusta la política de A, sin embargo, se debe reconocer que hizo bien esto y lo otro”. Además del hecho de que no todo debe girar en torno a los A o los B, porque también están los C, los D, los E y no solamente hasta la Z, sino hasta el mismísimo infinito y más allá también.
Se debe reconocer que hay otros pensamientos, distintas neuronas en cada persona que se unen de manera también diferente. Descubrirlo puede ser una tarea no solamente enriquecedora, sino también fascinante.
Apenas comienza la conversación hay que decirle al otro lo que se piensa de sus estúpidas convicciones y pisotearlas, a como dé lugar. Para que observe la superioridad de mis pensamientos, mejores que los suyos, infinitamente más elaborados, más finos. O, dicho en palabras del cura Leonardo Castellani:
“Nosotros somos los buenos
nosotros, ni más ni menos.
Los otros son unos potros
comparados con nosotros”.
Los repetidores de memes, pobres divulgadores de pensamientos simples, sosos, son las primeras espadas de los A y los B. Ninguno se ha preparado, ninguno ha leído un libro, nadie tiene las cifras correctas, pocos saben el motivo de un razonamiento, tanto para un lado como para el otro. Pero se creen el centro del universo del pensamiento total, los putos amos del mundo mundial. No solamente saben la verdad, la tienen agarrada de los huevos.
Internet les ha quemado la cabeza, han caído en sus redes, están presos y no tienen cómo salir. No prestan oídos a quienes piensan de otra forma, pues a eso antiguamente se le llamaba aprender y los palurdos no tienen nada nuevo para cultivar, saben todo, nacieron sabiéndolo.
Cuando lea esta nota, amigo, no piense en los amigos, en los conocidos que son así, en los tipos y tipas de la tele que se encierran en su pensamiento, porque al final ellos son actores, representan un papel con el único fin de convencerlo.
Apenas comienza la conversación hay que decirle al otro lo que se piensa de sus estúpidas convicciones y pisotearlas, a como dé lugar. Para que observe la superioridad de mis pensamientos, mejores que los suyos, infinitamente más elaborados, más finos. O, dicho en palabras del cura Leonardo Castellani:
“Nosotros somos los buenos
nosotros, ni más ni menos.
Los otros son unos potros
comparados con nosotros”.
Los repetidores de memes, pobres divulgadores de pensamientos simples, sosos, son las primeras espadas de los A y los B. Ninguno se ha preparado, ninguno ha leído un libro, nadie tiene las cifras correctas, pocos saben el motivo de un razonamiento, tanto para un lado como para el otro. Pero se creen el centro del universo del pensamiento total, los putos amos del mundo mundial. No solamente saben la verdad, la tienen agarrada de los huevos.
Internet les ha quemado la cabeza, han caído en sus redes, están presos y no tienen cómo salir. No prestan oídos a quienes piensan de otra forma, pues a eso antiguamente se le llamaba aprender y los palurdos no tienen nada nuevo para cultivar, saben todo, nacieron sabiéndolo.
Cuando lea esta nota, amigo, no piense en los amigos, en los conocidos que son así, en los tipos y tipas de la tele que se encierran en su pensamiento, porque al final ellos son actores, representan un papel con el único fin de convencerlo.
Cuando lea esta nota, decía, cavile sobre usted mismo, piense: “¿Y si yo estoy equivocado?”. Si puede hacerlo con honestidad, empiece a dudar de todas sus convicciones, intente no exponer sus meditaciones.
Y después lea.
Cualquier libro le mostrará que, en la realidad de las cosas, los buenos no fueron tan buenos ni los malos tan malos. Deje de lado la televisión y lea. Abandone el telefonito y lea.
Verá que la libertad de pensar como uno quiere, se consigue después de leer mucho. Aléjese de las persecuciones y acechanzas de los medios electrónicos, el aparatito, sus redes, sus videos, sus películas, sus series. Entre en la vorágine de los libros, porque uno siempre lo lleva al otro y ese al siguiente, en una calesita que no termina nunca, que jamás acabará.
Libérese de los pensamientos que explican el mundo con tres palabras.
Son malsanos.
Lea un año, dos años, veinte, toda la vida.
Hágalo un hábito.
Verá que la libertad de pensar como uno quiere, se consigue después de leer mucho. Aléjese de las persecuciones y acechanzas de los medios electrónicos, el aparatito, sus redes, sus videos, sus películas, sus series. Entre en la vorágine de los libros, porque uno siempre lo lleva al otro y ese al siguiente, en una calesita que no termina nunca, que jamás acabará.
Libérese de los pensamientos que explican el mundo con tres palabras.
Son malsanos.
Lea un año, dos años, veinte, toda la vida.
Hágalo un hábito.
Y verá.
Juan Manuel Aragón
A 17 de junio del 2025, en Los Cardozo. Pedaleando la mañana.
Ramírez de Velasco®
Juan Manuel Aragón
A 17 de junio del 2025, en Los Cardozo. Pedaleando la mañana.
Ramírez de Velasco®
Siempre ha sido un enigma para mi, que un ciudadano pueda llegar a someterse, fanatizarse y rendirle pleitesía a un gobernante (tenemos gobernantes, no líderes), que no es más que un empleado que supuestamente debe hacer el trabajo de administrar "bien" los intereses de la sociedad.
ResponderEliminarNuestra cultura heredada de la colonia transmitió a la sociedad la idea de depender de un rey, luego de un señor feudal, luego de un virrey, luego de un caudillo, y así hasta nuestros días en que se sigue esperando todo de un proveedor salvador.
Cuando escucho o leo comentarios como ".....si a Milei le va bien........." me da frustración ver que la gente espera que su salvador de turno haga magia mientras todos ven desde la tribuna. No entienden que es la propia sociedad la que tiene que empujar el carro mientras exige que el gobernante cree las condiciones para que el carro avance. No es al gobernante al que le tiene que ir bien; es la sociedad la que tiene que hacer que la cosa vaya bien. No hay salvadores, solo administradores a quienes toda la sociedad debería exigir, antes que aplaudir, vivar e idolatrar.
Pero como plantea el artículo, los algoritmos de las redes sociales seleccionan los temas según lo que el usuario consume, reforzando su ideología y convirtiendo su interacción en una caja de resonancia o cámara de eco, donde el usuario escucha siempre las ideas que él mismo profesa.
Esto se refuerza en las sociedades en las que se ha suprimido la libertad de expresión, donde opinar en contra del gobierno trae malas consecuencias para él mismo y su extendida familia. Donde la situación ha creado un clima de desconfianza porque, como durante el nazismo, se ha entrenado a la población adepta a denunciar a quienes se pudieran animar a levantar una voz discordante.
Mala cosa el fanatismo partidario.