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Mostrando las entradas etiquetadas como Ropa

INSTRUCCIONES Cómo salvar una crónica con un quetuví

Quetuví, qué querí “Antes que el alba se saque la pereza, ya andan agitando al vecindario, anunciando que la hora del sueño ha terminado…” Cuando mi mujer lo halla en el patio, lo echa, le dice “fuera de aquí, bicho”. Él se escapa raudo, vuela hasta la mora del vecino y se queda mirando, curioso, lo que sucede en casa. Es un amigo el quetuví, hasta le puse de sobrenombre “Sombrita”. Y capaz que le llama la atención esta dualidad. Mientras uno le pone —secretamente— miguitas de pan en el alféizar de la ventana de la cocina, la otra lo corre sin piedad. —Me imagino que no estarás apañando a ese pájaro del diablo, que ensucia la ropa que dejo colgada en la soga, ¿no? —reclama mi media naranja. Y yo siempre niego poniendo cara de “no entiendo de qué hablas, chica”. A la madrugada, cuando me siento en la máquina a preparar estas notitas que irán a parar a Ramírez de Velasco y a los otros lugares de internet que suelo frecuentar, aparece a ver qué le he dejado para comer, qué hay en el tacho

ARRUGAS Ociosidad al palo

Planchando la camisa, como corresponde La ropa hecha un bollo, mascada, es una falta de respeto al prójimo: nadie ha medido cuánta más electricidad que el lavarropas gasta la plancha Hay quienes afirman que andar con la ropa sin planchar no es sinónimo de suciedad y que andar con la ropa planchada tampoco es igual a estar limpio. Puede ser, pero no digan, como comentan por ahí, que no planchan porque cuidan el medio ambiente y toda esa sarasa ecologista de los últimos tiempos, porque no es verdad. En otra época esta nota hubiera sido innecesaria, porque se consideraba normal que todos debían salir a la calle con la ropa planchada, de la misma manera que hoy se considera que hay que lavarse la cara y los dientes después de levantarse. Pero estos son tiempos en que decir lo obvio, en algunos casos es pecado de lesa modernidad: como afirmar que los hombres son hombres y la mujeres, mujeres, los niños no merecen que los maten en la panza de las madres, el desayuno es la comida más importan

MORBO Por qué comemos nuestra propia basura

Imagen morbosa Definición de morbo: interés malsano por personas o cosas, atractivo propio de lo turbio, prohibido o escabroso Nada les importa, publican suicidios de conocidos y de ilustres anónimos, violaciones de mujeres y niños, incestos, abusos deshonestos, estupros varios. Todo bicho que camina va a parar a sus páginas. Si es con foto del muerto mejor, si está desnudo perfecto, si hay sangre excelente, si se ve el ama homicida ¡bingo!, paren las rotativas. Los muertos, las violadas, los ultrajados no tienen parientes, no tienen amigos, no son personas, son solamente carne de un periodismo que más que rabia casi siempre da vergüenza ajena, pena en muchas ocasiones y asco las más de las veces. No vale repetir que podrían sufrir en carne propia lo mismo que sacan a la luz, porque es igualarse con ellos. Ojalá que les vaya bien y que ganen muchos millones corrompiendo la gente, todos los días, sin descanso. Sin piedad, porque no perdonan detalle, la ropa rasgada, la sangre en el piso

DIÁLOGOS PLATÓNICOS Los malos empleados

Un buen obrero es el bien pagado En este cuento se plantea una situación que quizás sea la misma en otros rubros de la vida laboral Esa mañana de sábado, justo en el momento que Cacho Gómez llega al Barquito hay una bonita conversación, de esas que le gustan. Arrima una silla a la mesa en el momento que Albertito dice: —No puedo conseguir un buen empleado para el negocio de venta de ropa que tengo en la galería Miguelito. Uno le pregunta: —¿Has buscado bien?, mirá que hay mucha gente sin trabajo en este momento. —¡Se presenta cada uno! La vez pasada vino uno que el segundo día me pidió un adelanto, decía que la madre estaba enferma. Le di unos pesos, apareció a los dos días y cuando le quise reclamar, se mandó a mudar. Todos quedan callados, algunos miran para el lado de Cacho Gómez, que está como si no estuviera, observando el techo. Aprovecha Jorgito y le pregunta a Albertito: —¿Y esa señora que trabajaba para vos, qué se ha hecho? —Uf, se ha ido. Doña Maga se llamaba… —… ¿ha renun

CASI UNA EDITORIAL Contra los que reniegan del capitalismo

Desfile militar soviético “En el colectivismo o comunismo, una voluntad superior, el Estado, es el que decide, de acuerdo a lo que considera que es la necesidad general, qué se fabricará” El mundo se divide (o se dividía), en dos grandes grupos de pensamiento económico: los partidarios del sistema capitalista, por un lado, y los seguidores del sistema colectivista por el otro. A grandes rasgos, en el capitalismo el Estado tiene una participación mínima en la producción: fija las reglas generales, establece quién y cómo realizarán los escasos controles y arbitra cuando hay choques de intereses entre las partes. En el colectivismo el Estado hace todo: planea qué y cómo se fabricará, fija los precios, controla los factores de producción. Va de nuevo, dicho de manera muy gruesa, ¿no? El Estado argentino se organizó como una Nación liberal dentro del sistema capitalista. ¿Usted quiere producir caramelos?, produce caramelos, ¿pretende liderar un sistema de venta puerta a puerta de cosmético