Sistema de protección |
Como funcionan, para qué sirven, qué intereses llevan consigo, de quiénes son
La consulta en internet dice que las franquicias son asociaciones comerciales entre propietarios de una marca prefabricada, de un servicio o empresa, con gente interesada en invertir en el sistema de negocio del franquiciante, y adquirir una compensación económica.
Dicho de otra forma, usted tiene un carrito de venta de empanadas, con empleados uniformados de determinada manera y trabajando de una forma —pongamos— mucho más eficiente que el resto y a cambio de un tanto por empanada vendida, le concede un permiso a otra persona, para que ponga el negocio como usted le indique y use su marca.
La más conocida de todas es Coca Cola, pero hay infinidad, como McDonald´s, casi todas las estaciones de servicios de Santiago, los hipermercados, Rapipago, Bonafide.
La más grande del redondo mundo, quizás sea la del fútbol, un negocio que mueve millones de dólares y se ha instalado en todos los países, sin que le falte ni uno. Es más, en las Naciones Unidas hay registrados 193 países y la Federación Internacional de Fútbol Asociado (La Fifa), tiene 205.
Cualquiera se junta con los amigos a jugar al fútbol imponiendo sus propias reglas: con dos camperas como arcos, límites difusos del campo de juego, pelota de trapo, sin acatar la ley del offside, con varios jugadores menos, sin medir el tiempo, en fin. ¿Tiene valor?, por supuesto, para quienes lo juegan así, quizás es más emocionante y más valioso ganar uno de esos partidos de potrero que el campeonato del mundo. La franquicia lo mirará por sobre el hombro, sin preocuparse, ese partido es parte de la retroalimentación del fútbol como fenómeno mundial.
Por ahí, las declaraciones de algunos jugadores hablan de las “injusticias del fútbol”. Un caso hipotético: Trinidad y Tobago, sortea las instancias previas y llega al Mundial de Fútbol, tiene un equipo de lujo, con jugadores muy bien entrenados y habilidosos. Bueno, le digo, es poco probable que lo gane. A la franquicia global por ahí no le interesa que un país con algo menos de dos millones de habitantes levante la copa. No son muchos los negocios para hacer entre tan poca gente. Si es necesario enviarles un referí tramposo que los tranque en la primera ronda, lo harán. Y no les importará que todo el país futbolero se enoje.
¿Sería una injusticia? Obviamente no. Cualquier dueño de un comercio, sabe que hay asuntos que no le gustan, e igualmente deberá hacerlos. Si tiene un negocio de tómbola, ¿acaso pondrá un cartel advirtiendo sobre los riesgos de la ludopatía?, ni loco. ¿Si es churrero se pondrá a hablar del colesterol malo?, tampoco. ¿Tiene un restaurante y aboga para que la gente coma en su casa, porque más sano?, salga de ahí. Bueno, esta franquicia es lo mismo, un gran negocio que se alimenta de todos los clubes de fútbol federados, en todos los países.
Pregunta final. ¿Es lícito sobornar a un árbitro para que favorezca a nuestro equipo? ¡Obviamente sí! Los clubes son entidades civiles sin fines de lucro en la Argentina. Entran en un negocio manejado desde Suiza, por gente que jamás dio ni dará la cara. El poder tras el trono de Gianni Infantino, el presidente de la Federación Internacional etcétera, maneja miles de millones de dólares, aportados por cada hincha que se suscribe para ver el fútbol en la tele, paga una entrada para ver un partido o toma una Cocacola en un campeonato mundial. Para ellos, el clásico de los clásicos de los frienses, los loretanos, los termeños, es menos que nada.
Si puede ponerle unos buenos pesos al referí, para que le cobre un penal a favor, mi consejo es que lo haga, pero no deje que lo pillen, por nada del mundo, hágalo bien, sin dejar rastros, nada de cheques ni papeles firmados, ¿capisci? Pero si me preguntan si dije esto, lo negaré a muerte, igual que el coso macrista ese, que quería organizar una Gestapo contra sus contrincantes políticos, mientras era filmado, en una oficina pública.
Je, je, je.
©Juan Manuel Aragón
La más grande del redondo mundo, quizás sea la del fútbol, un negocio que mueve millones de dólares y se ha instalado en todos los países, sin que le falte ni uno. Es más, en las Naciones Unidas hay registrados 193 países y la Federación Internacional de Fútbol Asociado (La Fifa), tiene 205.
Cualquiera se junta con los amigos a jugar al fútbol imponiendo sus propias reglas: con dos camperas como arcos, límites difusos del campo de juego, pelota de trapo, sin acatar la ley del offside, con varios jugadores menos, sin medir el tiempo, en fin. ¿Tiene valor?, por supuesto, para quienes lo juegan así, quizás es más emocionante y más valioso ganar uno de esos partidos de potrero que el campeonato del mundo. La franquicia lo mirará por sobre el hombro, sin preocuparse, ese partido es parte de la retroalimentación del fútbol como fenómeno mundial.
Por ahí, las declaraciones de algunos jugadores hablan de las “injusticias del fútbol”. Un caso hipotético: Trinidad y Tobago, sortea las instancias previas y llega al Mundial de Fútbol, tiene un equipo de lujo, con jugadores muy bien entrenados y habilidosos. Bueno, le digo, es poco probable que lo gane. A la franquicia global por ahí no le interesa que un país con algo menos de dos millones de habitantes levante la copa. No son muchos los negocios para hacer entre tan poca gente. Si es necesario enviarles un referí tramposo que los tranque en la primera ronda, lo harán. Y no les importará que todo el país futbolero se enoje.
¿Sería una injusticia? Obviamente no. Cualquier dueño de un comercio, sabe que hay asuntos que no le gustan, e igualmente deberá hacerlos. Si tiene un negocio de tómbola, ¿acaso pondrá un cartel advirtiendo sobre los riesgos de la ludopatía?, ni loco. ¿Si es churrero se pondrá a hablar del colesterol malo?, tampoco. ¿Tiene un restaurante y aboga para que la gente coma en su casa, porque más sano?, salga de ahí. Bueno, esta franquicia es lo mismo, un gran negocio que se alimenta de todos los clubes de fútbol federados, en todos los países.
Pregunta final. ¿Es lícito sobornar a un árbitro para que favorezca a nuestro equipo? ¡Obviamente sí! Los clubes son entidades civiles sin fines de lucro en la Argentina. Entran en un negocio manejado desde Suiza, por gente que jamás dio ni dará la cara. El poder tras el trono de Gianni Infantino, el presidente de la Federación Internacional etcétera, maneja miles de millones de dólares, aportados por cada hincha que se suscribe para ver el fútbol en la tele, paga una entrada para ver un partido o toma una Cocacola en un campeonato mundial. Para ellos, el clásico de los clásicos de los frienses, los loretanos, los termeños, es menos que nada.
Si puede ponerle unos buenos pesos al referí, para que le cobre un penal a favor, mi consejo es que lo haga, pero no deje que lo pillen, por nada del mundo, hágalo bien, sin dejar rastros, nada de cheques ni papeles firmados, ¿capisci? Pero si me preguntan si dije esto, lo negaré a muerte, igual que el coso macrista ese, que quería organizar una Gestapo contra sus contrincantes políticos, mientras era filmado, en una oficina pública.
Je, je, je.
©Juan Manuel Aragón
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