Ir al contenido principal

TELECOM Por qué no tengo fibra óptica

En casa, sin fibra óptica

En Santiago del Estero los teléfonos no se privatizaron durante los gloriosos tiempos que rifaban el país por dos sucios mangos convertibles


En casa seguimos cocinando con grasa en un trebe para el que compramos carbón, ollas de fierro, cocina a leña, un cuajo colgando para los quesos, perros durmiendo a la orilla del rescoldo y charqui en el alambre que va del paraíso al algarrobo. Bueno, no es tan así, pero más o menos, porque todavía tenemos un teléfono de hace dos siglos.
Cuando vinimos a vivir a esta casa, hace cerca de 15 años, pedimos que nos pusieran un teléfono por cable. La propaganda decía que lo instalaban en 48 horas, pero demoraron como un mes. Cuando reclamamos nos explicaron que la propaganda era propaganda, pero tenían un plazo más largo y lo aprovecharon.
El último día vinieron a instalarnos un teléfono que no habíamos pedido. Tenía un aparatito para que funcionara como un celular, dijeron que, si no debían largar un cable desde un edificio cercano, pero estaba colapsado. Nuestra relación empezó mal. Nos consolamos porque al fin teníamos un teléfono de línea, figurábamos en la guía y entrábamos de lleno en la modernidad.
En Santiago del Estero los teléfonos no se privatizaron durante los gloriosos tiempos que rifaban el país por dos sucios mangos convertibles. La explicación es sencilla, aquí siempre fueron privados. Eran de la Compañía Argentina de Teléfonos, una empresa que, como explicaban en aquel entonces era de la Corona de Holanda. Cuando preguntábamos si eran de Holanda, nos explicaban que no, de la Corona de Holanda, como si hubiera sido un privilegio.
Cuando los teléfonos se privatizaron en el resto de la Argentina, la concesión de Santiago hacía mucho que había caducado, pero los maulas holandeses no tuvieron a bien devolvérnoslos y la Nación no les exigió una compensación por tantos sufrimientos que habíamos pasado. Y nos chantaron la supuesta modernización contra nuestra voluntad. O sin consultarnos, que es lo mismo.
A veces uno pedía a la operadora hablar con Buenos Aires y te avisaban que recién dentro de 10 horas te podrías comunicar. “Condicional”, era la palabra que usaban y luego te decían “lo que pasa es que por tormenta los cables se han cortado en Ceres”. Vos pensabas: “Qué me importa”, pero no lo decías, porque entonces no instalarían en tu casa el teléfono que había pedido tu bisabuelo y seguía en turno de espera, porque “no hay líneas disponibles”.
Contra todas esas maldades que nos habían hecho los holandeses, no hubo reclamos. Un buen día se mandaron a mudar llevándose toda la tagusa que ganaron durante la eternidad con yapa que les duró la concesión. Una partecita del lujo y el boato de la familia real de la Máxima Zorreguieta, aunque sea una manga del bolsillo del Cara de Bobo del marido, es nuestra por derecho propio y algún día deberíamos cobrarla.
Vuelvo al teléfono de casa. Pedí que tenga un timbre como los antiguos, pero me dijeron que los chinos los hacen ahora con una musiquita de mierda. Entonces solicité amablemente que me pongan un aparato con cable, no la porquería que me dieron, básicamente una radio, casi un walkie talkie cualquiera. Durante años dieron mil vueltas, que no se puede, que no se nos da la regalada gana, que en su calle es imposible, que patatín, que patatán, que patatero.
Hasta que un buen día de hace varios años levantaron la vereda para instalar un cable de fibra óptica, hasta el momento la última antigua modernidad de la empresa Telecom, que es la que reemplaza a los holandeses en el servicio de mierda. Ahora, igual que entonces prestan el servicio cuando se les canta el reverendo orto.
Listo, me dije. Pedí entonces, formalmente, que conectaran mi aparato al nuevo cable. Me dijeron que ahora el teléfono me saldría gratis, ¡aleluya! Pero, eso sí, debía contratar también el servicio de televisión que ofrecen, con conexión a internet y todo. Les dije que no, así no se hace. Quiero que conecten mi teléfono al servicio que le pedí a la empresa hace como quince años y me lo hicieron mal. Papito, no quiero que me impongan de esa manera la supuesta modernidad. Es una extorsión, lisa y llana: “O contratas todo el servicio o te quedas con el aparato de mierda”.
Desde hace varios años no me entregan la guía de teléfonos, supongo que así creen que no me daré cuenta de que soy el único pelotudo atómico que les sigue quedando en todo Santiago. Tampoco me mandan la boleta para pagar, tengo que sacarla por internet, es decir, además de extorsionarme, me ningunean (sí el verbo ningunear figura en el diccionario de la Real Academia).
Ya no está mi mamá, que era la única que me llamaba todas las semanas, no quiero ochocientos canales de televisión, no me alcanzará la vida para averiguar qué dan en cada uno, no imprimen la guía, única edición que me permitía figurar en letras de molde, la única que habla es una chica que me pregunta si soy hombre, mujer u otra cosa, me pide que presione uno, dos o tres y le corto, quién carajo se cree que es. El aparato está tan al pedo que sospecho que, de puro aburrido se pone a oir las conversaciones de casa.
No lo erradico definitivamente porque sospecho que un día de estos, Telecom se dignará a pedirme perdón por la demora y alargará su fibra óptica para hacerla llegar de la vereda al living de casa. Pero si no me pide perdón, lo mismo es.
Mis bisabuelos vieron llegar un teléfono que recién cambió cuando yo ya era lanudo viejo. Ojalá mis bisnietos no tengan que aguaitar tanto. En serio.
(Reenvíe, por favor esta nota a cinco amigos. En una de esas le llega a don Telecom y me cumple el deseo de tener un teléfono conectado con fibra óptica, anteúltimo gran invento del siglo pasado).
©Juan Manuel Aragón
0385 4237540

Comentarios

  1. Me ha gustado eso de oír las conversaciones de la casa!

    ResponderEliminar
  2. Es igual en todos los órdenes, con los servicios públicos en Santiago. No hay protección al consumidor sino al grupo proveedor, que en todos los casos es un monopolio.
    Nadie puede en Santiago devolver o retornar un producto o servicio mal provisto. No hay devolución de pago, solo "intercambio de producto", con mucha suerte.
    El sistema refleja el conformismo y la sumisión del ciudadano al sistema. Es la mentalidad de rebaño, en la que cada oveja va en la dirección que le indican y hace lo que el dueño dispone.

    ResponderEliminar
  3. Si es buena e ingeniosa la nota. Menos mal que acá no estamos en Venezuela, y gozamos de total libertad...Seguí Gozando, Juan M., Seguí Gozando ...! Seguí Gozando, que te vamos a apoyar...! ( Si ya te están apoyando, no hay problema...)

    ResponderEliminar
  4. A mí tampoco me llega más la guía de teléfono. Tienes que buscarla en internet, en las páginas blancas. Y si quieres de comercios, en las páginas amarillas. Y así. Qué v'hacer..!! Paciencia y no renegar.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

EFEMÉRIDES SANTIAGUEÑAS Del 8 de julio

¿Mengele o Ascher? En 1985, el juez del crimen de La Banda empieza un expediente para dilucidar si un criminal nazi había vivido en esa ciudad El 8 de julio de 1985, el juez del crimen de La Banda Andrés Francisco Miotti inicia una investigación para saber si Gualterio o Walter Ascher era el criminal de guerra nazi José Mengele. Unos días antes, el diario El Liberal había publicado una sensacional historia, casi una confirmación de la leyenda urbana que sostenía que un criminal de guerra nazi, había vivido en La Banda con un nombre supuesto. Walter o Gualterio Ascher había vivido en La Banda entre fines de la década del 40 y principios del 50 y se sospechaba que podría haber sido un nazi prófugo de los tribunales de Núremberg. Para iniciar su investigación, el fotoperiodista Jesús del Carmen Martínez, conocido como “Chito”, amplió una fotografía de Mengele, tomada de un libro sobre la II Guerra Mundial y la mostró a quienes decían haber conocido a Ascher. Les preguntaba si sabían ...

FURIA Marcianos del micrófono y la banca

Comedor del Hotel de Inmigrantes, Buenos Aires, 1910 Creen saber lo que piensa el pueblo sólo porque lo nombran una y otra vez desde su atril, lejos del barro en que vive el resto Desde las olímpicas alturas de un micrófono hablan de “la gente”, como si fueran seres superiores, extraterrestres tal vez, reyes o princesas de sangre azul. Cualquier cosa que les pregunten, salen con que “la gente de aquí”, “la gente de allá”, “la gente esto”, “la gente estotro”. ¿Quiénes se creen para arrogarse la calidad de intérpretes de “la gente”? Periodistas y políticos, unos y otros, al parecer suponen que tienen una condición distinta, un estado tan sumo que, uf, quién osará tocarles el culo con una caña tacuara, si ni siquiera les alcanza. Usted, que está leyendo esto, es “la gente”. Su vecino es “la gente”. La señora de la otra cuadra es “la gente”. Y así podría nombrarse a todos y cada uno de los que forman parte de esa casta inferior a ellos, supuestamente abyecta y vil, hasta dar la vuelta al m...

CONTEXTO La inteligencia del mal negada por comodidad

Hitler hace el saludo romano Presentar a Hitler como enfermo es una fácil excusa que impide comprender cómo una visión organizada del mundo movió a millones hacia un proyecto criminal De vez en cuando aparecen noticias, cada una más estrafalaria que la anterior, que intentan explicar los horrores cometidos por Adolfo Hitler mediante alguna enfermedad, una supuesta adicción a drogas o un trastorno psicológico o psiquiátrico. Sus autores suelen presentarse como bien intencionados: buscan razones biológicas o mentales para comprender el origen del mal. Sin embargo, esas razones funcionan, en cierta forma, como un mecanismo involuntario o voluntario quizás, de exculpación. Si hubiese actuado bajo el dominio de una enfermedad que alteraba su discernimiento, los crímenes quedarían desplazados hacia la patología y ya no hacia la voluntad que los decidió y la convicción que los sostuvo. En el fondo, ese gesto recuerda otros, cotidianos y comprensibles. Ocurre con algunas madres cuando descubre...

1927 ALMANAQUE MUNDIAL Bernardini

Micheline Bernardini El 1 de diciembre de 1927 nace Micheline Bernardini, estríper, desnudista, primera mujer que se anima a lucir una bikini en público El 1 de diciembre de 1927 nació Micheline Bernardini en Colmar, departamento de Haut-Rhin, Francia. Fue una estriper, desnudista, de origen italiano, famosa por haber sido la primera mujer que se animó a lucir una bikini en público. Su familia emigró de Italia a Francia en una época en la que los movimientos migratorios entre ambos países eran comunes, especialmente en regiones fronterizas como Alsacia. Desde joven, mostró un carácter audaz y poco convencional, lo que la llevó a trabajar como bailarina exótica en el célebre Casino de París, prestigioso cabaret del número 16 de la Rue de Clichy, en París. Este lugar, fundado en 1890, era conocido por sus espectáculos de variedades y su ambiente atrevido, en el que actuaban artistas que desafiaban las normas sociales de la época con sus actuaciones cargadas de sensualidad y glamour. En 1...

IDIOMA ¿Latino?, ¡las pelotas!

América al sur del río Bravo No es válida la generalización norteamericana que ve a todos los que no son rubios y blancos en una categoría que no corresponde Acaban de entregarse los premios “Grammy Latinos”, que refleja de manera cabal, cómo conoce el mundo a quienes nacen desde el Río Bravo hasta la Tierra del Fuego, como si todos los nacidos y criados ahí fueran iguales, como si el nombre fuera correcto. Y no, amigo. En algunos casos los pueblos no son ni parecidos y el nombre, obviamente, está mal puesto. Para empezar porque es un tratamiento ofensivo, era la manera en que los norteamericanos trataban a los mexicanos, a los puertorriqueños, a los que no eran como ellos, blancos, rubios, lindos. Es tan ofensivo decirle latino a un argentino, a un brasileño, a un boliviano, como llamar “nigger” a un descendiente de esclavos africanos en Estados Unidos. Para empezar el término tal como se lo usa actualmente no nació en América, sino en el siglo XIX en Francia, durante el Segundo Imper...