Yupanqui y Bach
El súper héroe que los santiagueños esperaban, se hace presente cada noche, en peñas, juntadas, asados y bailongos para espantar a los villanosCuando en una peña en Santiago hay un instrumento desafinado, un borracho se quiere colar cortando el alambrado y haciendo a un lado las lonas, el presentador dice mal el nombre del artista o los Coplanacu lanzan desde el escenario su frase preferida: “Mejoren el retorno”, siempre llega volando en su auxilio Súper Atahualpa Yupanqui, próxima estrella del Universo Marvel de los superhéroes máximos del cine mundial.Su capa, color “tun—tún la tierra”, lo lleva volando, sobre todo los fines de semana, desde una juntada de amigos en el barrio El Vinalar hasta las guitarreadas que se suelen armar algunas noches en el bar La Roca, pasando por los asados machazos en la casa de aguerridos músicos carnavaleros del 8 de Abril, el Cáceres, la Católica.Es un clásico que, en la juntada de amigos, cuando falta un bombisto, se ausenta la primera guitarra o el vino escasea, contra el cielo estrellado se recorta la figura reconocible del héroe que todos quieren ser: ¡¡¡Con ustedes, leidis an lléntlemen, tachín, tachín, bombom, bombom… el graaannn… (redoblante, redoblante) Atahuaaalpaaa Yupaaanqui!!! Y aparece raudo el súper cantautor de origen bonaerense y querencias varias en los cerros tucumanos y Chilca Juliana, pago para el que se le fue la china, llevándole caballo, sulky, el bombo y la damajuaná.
Se presenta poncho al hombro, guitarra en la zurda, zapatos negros recién lustrados en la plaza Libertad, saco y corbata y rostro adusto, dispuesto a solucionar cualquier entuerto provocado por los villanos de siempre, a saber, las canciones orteguianas nuevaoleras que dicen “shalalá”, las voces amariconadas del rock nacional y sus muchachas ojos de papel, ¡ay chuchi!, la guaracha y, por supuesto, el reggaetón, que cotiza como ruido, porque para música le falta un buen trecho.
Santiago no sería Santiago si no tuviera un Superhéroe como Atahualpa, que hace el bien a todos con sus poderes mágicos al hacer flores de sus penas, traer de nuevo al presente el camino del indio, sendero coya poblau de estrellas, arriar vaquitas ajenas y penas de nosotros y tantas otras aventuras que sigue corriendo en su ashpa súmaj Salavina, donde andaba refugiado cuando el peronismo de Evita Capitana lo buscaba por hacer sonar los ejes de su carreta. Fue en un bailongo que lanzó su famosa consigna, casi un grito de guerra gaucha, dando el alerta a la paisanada siempre lista: “Si a mí me gusta que suenen, pa qué los quiero engrasáus”.
Las mujeres de los barrios más alejados lo saludan cuando pasa volando por encima de sus casas, lo mismo que los municipales cuando lo ven llegar a la Dirección de Rentas, posarse en el techo, pensando quién sabe en qué nuevas aventuras contra qué viejos villanos lo han de convocar los guionistas de las aventuras que luego pasarán en los cines del mundo: de Estambul a Etiopía, de Rhodesia a la Indochina, de Méjico city a Brasil, de Hawaii al Vaticano, haciendo escala en las Termas de Río Hondo con el colectivo verdulero de la cooperativa La Unión.
Cada vez que la noche decae, que los fantasmas del vino se quieren mandar a mudar, se siente como un viento que llega de lejos, la gente se pregunta: “¿Es un pájaro?, ¿es un avión?, ¿es el Santa Ana haciendo su arribo desde Villa Nueva Esperanza, pasando por Pozo Hondo y Huyamampa, con bultos hasta en el techo?” Y una voz responde: ¡¡¡Nooo…!!!, es Súper Atahualpa Yupanqui, el afinador de Guitarra dímelo tú, el del violín melodioso de la Danza de la paloma enamorada”, ahijuna, qué lindo que suena.
Desde las radios suele oírse la voz del Pibe Hernández haciendo de llamador: “¡Chicos, chicos, chiiicos… llegó el Súper Atahualpita a control remoto y con pilas, que toca la Colorada!
Es un un muñequito que recita:
“Camineaga, Santa Elena,
El Churqui, Rayo Cortado,
no hay pago como mi pago
viva el pago de fiado”.
A sola firma y con cualquiera de las tarjetas que disfrazan la moderna usura los comerciantes de Santiago, otros villanos para los que necesitaríamos un ejército de Atahualpas, armados con misiles Tomahawk, teleguiados. ¿Sabe qué?, no queda un negocio en la Tucumán ni un supermercado ni menos el Oriente, el de la Avellaneda, que vende más caro que asado de oso panda.
Fundiéndose en una pantalla de televisor en blanco y negro se alegran los corazones de los musiqueros, los bailarines, y hasta los que están mosqueteando en las orillas, sin animarse a sacar una chica a bailar por miedo a que les diga sí, y después no tener ni un billete de mil, sábado, chica para salir, pero eso es de otro superhéroe, para llevarla ni siquiera hasta los ancochis de atrás del Juan Díaz de Solís, cuando los besos se conviertan en caricias desesperadas de un imposible acto de amor explícito. Sabido es que cuando hay enque, no hay conque y cuando hay conque no hay enque, pero cuando hay enque y conque, no hay déque, páraque, áque, porque, cónquien ni ande.
Los chicos de toda la provincia piden la super guitarra de Atahualpa con las cuerdas para la izquierda, un caballo negro y unas espuelas de plata, un poncho que tenga el color de los caminos, un lazo trenzado, mezcla de toro y guanaco.
¿Y quién los tiene?
¡¡¡Baby King!!!, ¡donde el niño se siente rey!
©Juan Manuel Aragón
A 4 de febrero del 2024, en el Bobadal. Bailando en Pushi Llanos
Simplemente genial.
ResponderEliminarExcelente
ResponderEliminarParece que recien vuelves de Cerro Colorado
Hola Amigo, por recomendación de nuestro amigo H. Ibarra, acabo de leer tu artículo sobre el "super héroe", Atahualpa. Te felicito por llevar en alto la memoria de nuestro gran Artista. Te mando un cordial saludo yupanquiano, desde Jujuy.-
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