No hai ser pa tanto, che |
Hay historias incomprobables, sabidas por unos pocos, sin papeles que las acrediten, pero que algunos tienen por ciertas
Hay pequeños grandes secretos dando vueltas en las calles de Santiago, una provincia poblada de misterios sin develar, enigmas escondidos por todas partes, viejos susurros que pasan de boca en boca, muchas veces incomprobables, casi nunca con papeles en la mano para ser demostrados de manera fehaciente.Una.
Ahí está Jesús del Carmen Martínez, más conocido como Chito, famoso periodista e investigador de La Banda. Con ese apellido y sus ojos claros, pocos dudaban de sus antepasados españoles. Bueno, no era descendiente de españoles sino de italianos. A su abuelo, cuando llegó al puerto de Buenos Aires, en vez de anotarlo como Martini (quizás Marttini), los de la Aduana le pusieron Martínez y lo españolizaron en el acto.Una más.
La abuela de Joselo Vittar, el que fuera intendente de Campo Gallo, cuando era niñita, en Siria, conoció a Thomas Edward Lawrence, que solía visitar su casa, pues era amigo, conocido o quizás camarada de armas de su padre. Ese hombre era el famoso Lawrence de Arabia, héroe o villano de las guerras en que estuvieron entreverados los pueblos árabes con los ingleses, a principios del siglo pasado, según quién sea el que cuente la historia. La tradición familiar cuenta que, en alguna ocasión, mientras conversaba con el padre, Lawrence la levantó y la tuvo en su falda.
Otra.
Es más que probable que los Grimaldi de Clodomira, y también los de Santiago, el Colorado y su hermana, sean parientes de los famosos Grimaldi de Mónaco, el príncipe Alberto y sus hermanas Carolina y Charlotte. El padre de Lalo Grimaldi, de la Capital de la Alfalfa, alguna vez le contó que su padre le había comentado que eran medio parientes de los ricachones de Mónaco. Obviamente los de aquí pertenecían a la rama seca, por eso emigraron y se vinieron tan lejos.
¿Quiere más? Hay más.
A principios del siglo pasado emigraron desde Mallorca, España, tres jóvenes que vinieron a dar a Santiago. Se instalaron en el departamento Jiménez y se dedicaron a lo que sabían, la producción de carbón. Sus apellidos eran Matías, Llodrá y Nicolau. Hoy tienen tantos descendientes que son la más grande comunidad mallorquina fuera de las islas, en un solo distrito americano.
¡Se va la que falta!
Yayi Coronel, que trabajaba de inspector de Rentas de la Municipalidad, es un morocho de ojos verdes. Dice que sus ojos sean posiblemente la única herencia que le queda del finado Pedro San Germés. Cuando era niño, la abuela le contó que era dicha hija del industrial francés que se mató tirándose de un trapiche, después de engrampar a media sociedad santiagueña, que había puesto plata para su imposible ingenio azucarero. Pero es buen tipo, Yayi, su nieto, no vaya a creer.
Es cierto que son dichos de dichos, sin pruebas en la mano, la mayoría de una imposible comprobación. Algunas son guardadas en las familias como un tesoro que nunca abrirán al resto de la gente, otras son recuerdos que quedan en la memoria de una tía vieja, que se dejaría matar antes de contarlas ante un extraño. Podrían ser verdaderas o no, pero son curiosidades, indiscreciones que algunos atesoran en la memoria como si de grandes tesoros se tratara.
¿Hay más historias guardadas en la sociedad santiagueña?, ¡pufff!, a patadas. Si sabe de alguna, abajo tiene lugar para contar sobre ese sabroso detalle que solo usted conoce. Puede hacerlo con su nombre y apellido o en forma anónima. Déle anímese, queremos saber ese chisme familiar que tiene oculto bajo siete llaves.
Juan Manuel Aragón
A 14 de noviembre del 2024, en Cariñito. Tomando una Bidú.
Ramírez de Velasco®
Siga siga que esto está lindo. Juan Manuel Aragón. Está lindo el tema. Yo siempre me pregunto su no es mejor contar cada uno lo que sabe de sus ancestros. Pero la gente normal, ponele, solo habla de los que ya no están. A ver ... cualquier rato cuento de mí abuelo español y de mí apellido que lo cambiaron cuando ingresaron a estos lares huyendo de otras guerras.
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