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Eran falsos los diarios |
El 7 de mayo de 1983 anuncian que los diarios de Adolf Hitler, presentados como un hallazgo histórico, eran falsificaciones
El 7 de mayo de 1983, las autoridades de Alemania Occidental anunciaron que los supuestos diarios de Adolf Hitler, presentados semanas antes como un hallazgo histórico, eran falsificaciones.El escándalo comenzó el 22 de abril de 1983, cuando la revista alemana Stern emitió un comunicado afirmando que había descubierto 62 volúmenes de diarios personales del dictador nazi, abarcando desde 1932 hasta 1945. Afirmó que los documentos habían sido rescatados de un accidente aéreo en Alemania Oriental al final de la Segunda Guerra Mundial y mantenidos en secreto hasta ese momento.Stern pagó 9.3 millones de marcos alemanes, equivalentes a unos 3.7 millones de dólares, al periodista Gerd Heidemann, que afirmó haber obtenido los diarios tras una investigación de tres años que lo llevó por Alemania Oriental, Austria, Suiza y Sudamérica.
El anuncio generó una oleada de interés internacional. Stern vendió derechos de serialización a varios medios, como The Sunday Times de Londres, que pagó 250.000 libras por los derechos en el Reino Unido y la Commonwealth.
El 25 de abril, Stern realizó una conferencia de prensa en Hamburgo, presentando los cuadernos negros y mostrando a Heidemann con los documentos. Tres días después, el 28 de abril, la revista publicó una edición especial con extractos, aumentando su tirada en 400.000 ejemplares sobre los 1.8 millones habituales. Los textos tenían entradas como una del 20 de enero de 1942, día de la Conferencia de Wannsee, donde se leía que Hitler buscaba “un lugar en el Este” para los judíos, sin mencionar el genocidio.
Inicialmente, expertos como el historiador británico Hugh Trevor-Roper, autor de Los últimos días de Hitler, autenticaron los diarios tras un examen en Suiza, donde estaban guardados en un banco. Trevor-Roper afirmó el 23 de abril en The Times que los documentos eran genuinos, basándose en la cantidad de volúmenes y la historia de su supuesto rescate. Sin embargo, otros académicos, como Eberhard Jäckel y Helmut Schmidt, expresaron escepticismo desde el principio, señalando incongruencias históricas y la improbabilidad de que Hitler llevara un diario.
El 6 de mayo, el Archivo Federal de Alemania Occidental, en Coblenza, presentó los resultados de un análisis forense solicitado por el gobierno tras las crecientes dudas. Tres volúmenes fueron examinados por expertos del Instituto Federal de Policía Criminal y otras instituciones. Los resultados, anunciados el 7 de mayo por el ministro del Interior Friedrich Zimmermann, revelaron que el papel, la tinta y el pegamento eran de fabricación posterior a 1945. Además, el contenido mostraba errores factuales y frases copiadas textualmente, como equivocaciones, de un libro de 1962, Hitler: Discursos y Proclamaciones, de Max Domarus. El presidente del archivo, Hans Booms, describió los diarios como “una falsificación superficial y grotesca”.
La autoría de la falsificación se atribuyó a Konrad Kujau, un falsificador de Stuttgart que usaba el alias Konrad Fischer. Kujau, nacido en 1938 en Löbau, había creado los diarios entre 1981 y 1983, utilizando materiales modernos y técnicas rudimentarias como teñir el papel con té.
Heidemann, obsedido con recuerdos nazis, fue su contacto en Stern. Tras el anuncio del 7 de mayo, Stern suspendió la publicación de más extractos, y The Sunday Times detuvo su serialización. Dos editores en jefe de Stern, Peter Koch y Felix Schmidt, renunciaron, y la revista prometió investigar las razones del engaño.
Kujau y Heidemann fueron arrestados posteriormente, enfrentando cargos por fraude.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
El anuncio generó una oleada de interés internacional. Stern vendió derechos de serialización a varios medios, como The Sunday Times de Londres, que pagó 250.000 libras por los derechos en el Reino Unido y la Commonwealth.
El 25 de abril, Stern realizó una conferencia de prensa en Hamburgo, presentando los cuadernos negros y mostrando a Heidemann con los documentos. Tres días después, el 28 de abril, la revista publicó una edición especial con extractos, aumentando su tirada en 400.000 ejemplares sobre los 1.8 millones habituales. Los textos tenían entradas como una del 20 de enero de 1942, día de la Conferencia de Wannsee, donde se leía que Hitler buscaba “un lugar en el Este” para los judíos, sin mencionar el genocidio.
Inicialmente, expertos como el historiador británico Hugh Trevor-Roper, autor de Los últimos días de Hitler, autenticaron los diarios tras un examen en Suiza, donde estaban guardados en un banco. Trevor-Roper afirmó el 23 de abril en The Times que los documentos eran genuinos, basándose en la cantidad de volúmenes y la historia de su supuesto rescate. Sin embargo, otros académicos, como Eberhard Jäckel y Helmut Schmidt, expresaron escepticismo desde el principio, señalando incongruencias históricas y la improbabilidad de que Hitler llevara un diario.
El 6 de mayo, el Archivo Federal de Alemania Occidental, en Coblenza, presentó los resultados de un análisis forense solicitado por el gobierno tras las crecientes dudas. Tres volúmenes fueron examinados por expertos del Instituto Federal de Policía Criminal y otras instituciones. Los resultados, anunciados el 7 de mayo por el ministro del Interior Friedrich Zimmermann, revelaron que el papel, la tinta y el pegamento eran de fabricación posterior a 1945. Además, el contenido mostraba errores factuales y frases copiadas textualmente, como equivocaciones, de un libro de 1962, Hitler: Discursos y Proclamaciones, de Max Domarus. El presidente del archivo, Hans Booms, describió los diarios como “una falsificación superficial y grotesca”.
La autoría de la falsificación se atribuyó a Konrad Kujau, un falsificador de Stuttgart que usaba el alias Konrad Fischer. Kujau, nacido en 1938 en Löbau, había creado los diarios entre 1981 y 1983, utilizando materiales modernos y técnicas rudimentarias como teñir el papel con té.
Heidemann, obsedido con recuerdos nazis, fue su contacto en Stern. Tras el anuncio del 7 de mayo, Stern suspendió la publicación de más extractos, y The Sunday Times detuvo su serialización. Dos editores en jefe de Stern, Peter Koch y Felix Schmidt, renunciaron, y la revista prometió investigar las razones del engaño.
Kujau y Heidemann fueron arrestados posteriormente, enfrentando cargos por fraude.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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