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TRADICIONES ¡El rito!, claman los padres

Apocalipsis bíblico

Aquello en que se asienta una civilización está terminando de podrirse por dentro, con sus cimientos podridos y sus techos por los que se filtra la lluvia del mundo


Creíamos en lo que estaba destinado a que pensáramos, que era, en esencia, lo mismo en lo que habían creído nuestros padres, nuestros abuelos. Nunca dudamos, era eso, sólo eso, nada más que eso. De repente un grupo empezó a pensar y proclamar que las cosas no eran así sino de otra manera. Había otras formas de concebirlo, algunas completamente absurdas para imaginar lo mismo en que habían creído nuestros padres, nuestros abuelos, pero de una manera ligeramente cambiada. Al menos al comienzo.
Primero fueron algunas pequeñas maneras de hacer todo (el rito, el rito, ¡el rito!, clamaban los padres), quién se iba a preocupar por eso, pero después hubo otras y luego otras más y al final cuando se metieron con el fondo, las formas eran tan laxas que el fondo no importaba mucho. Además, quién iba a meterse con cuestiones tan complicadas, dale que va.
La sustancia de todo aquello, como quien dice el caldo, en tiempos de los padres y los abuelos que eran creyentes, había perdido el gusto original, ya no era lo que solía ser, no importaba, solo era cuestión de acostumbrarse un poco y nada más.
Hasta que se empezó a resquebrajar la base de todo el edificio. Porque no se puede afectar la forma, el fondo y la sustancia, sin que todo se resienta y caiga.
Ahora estamos en ese punto, justo cuando el mundo necesita de certezas, de rocas firmes para asentarse, aquello en que creíamos que era una tabla de salvación, no sirve, está podrido en sus cimientos, desde abajo le viene la descomposición.
Quienes siguen adentro, sin embargo, siguen diciendo que está todo bien, andan calentitos y cómodos por el momento, porque en el lugar en que están, al menos por ahí todavía no se llueve. El problema es que la cabeza no intenta ni siquiera la reconstrucción de algo que se salve, sino la conversión de todo el edificio en otra cosa distinta, para que los viejos fieles vuelvan a creer. Y no lo van a lograr.
La vieja sustancia podía gustarle o no, ser demasiado ácida o muy acerba, pero era una de sus características principales. Si ha convertido el gusto de algo que era la sal de la tierra en agua, no se queje si la desprecian. La tienen por lo que ahora es, la viva negación, en sí misma, de su propio yo. Dejó de ser mismamente lo que era y quiere ser otra cosa.
Los últimos que la habitan están yéndose de a poco, mueren de viejos y al mismo tiempo se despiden casi con alegría de lo que ayudaron a destruir. Al final lo que no pudieron los siglos de gente extraña intentando penetrar en los templos, lo lograron ellos, socavándola desde sus mismo altares, de a poco, sin pausa, sin descanso.
¿El mal no prevalecerá? Ojalá, dicen todos. Mientras, Satán continúa su obra y el resto baila, salta, hace palmas y pide pasar no solamente por sobre la tradición, sino que también contra sus mismos dogmas, no los exteriores, sino los más intrínsecos, los más caros, los más venerados. 
Satán sigue alegrándose, tras cada tropezón, tras cada declaración sinuosa. Estar con el rito antiguo es una excentricidad para las nuevas generaciones, que ni siquiera saben que existió algo distinto sobre la faz de la Tierra. La apostasía fue tan silenciosa, la huida fue tan callada, que nadie la vio venir.
Pero está anunciado, cuando más oscura sea la noche, cuando los tambores del Averno se abalancen sobre ella, llegará la Luz del Mundo y la salvará. Le esperan todavía simas peores, más hondas y dolorosas, más lacerantes, perpetradas por manos más filosas.
Roma está al caer, por primera vez sus enemigos están adentro y se regocijan con el fracaso de toda una civilización basada en la Palabra. Esta generación la verá revolcarse en el lodo, sumida en su propio vómito.
La Luz volverá encendida desde sus propias entrañas, pero para eso falta mucho todavía.
©Juan Manuel Aragón
A 18 de octubre del 2023, en la calle Pueyrredón al 100, La Banda. Rezando un Padrenuestro

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