Musulmanes rezando en Hyde Park, Londres |
En el Reino Unido los funcionarios no tienen que nombrar la Navidad, porque se van a enojar los musulmanes, pobrecitos
La masiva inmigración de musulmanes a Europa causa estragos. Como que los funcionarios del Reino Unido llaman, desde hace varios años, “celebraciones festivas”, a la Navidad, para no ofenderlos, pobrecitos. En realidad, la supuesta ofensa iría contra “otras religiones”, pero los otros que podrían darse por insultados, los judíos, no se les mueve un pelo cuando se habla de la Navidad. De hecho, muchos de ellos participan, aunque no creen, en las fiestas cuando son invitados por los cristianos. Como siempre, en estos casos cuando se agrega la palabra “inclusión”, todo queda bien y según ha dicho el diario Daily Mail, esta prohibición es para fomentarla.Desde hace varios años se sabe que en poco tiempo más para moverse por Europa será más útil saber árabe que español, francés, alemán, italiano, neerlandés o el propio inglés. Por las dudas vaya aprendiendo a decir ´Al·lahu-àkbar´, que quiere decir “Dios es grande”, expresión de fe del islam, que le abrirá varias puertas del otro lado del charco.
Como se dice en la Argentina, los tienen adentro. Los musulmanes que imponen sus costumbres y su religión en Europa no son recién llegados sino hijos o nietos de inmigrantes que, no solamente no se asimilaron, sino que quieren aplicar sus propias reglas, normas y pautas de conducta. Hay barrios en ciudades de Francia en los que hoy a una mujer vestida como su señora, lector, su madre, su hermana, su hija, no le sería posible caminar pues será apedreada por puta, para decirlo en palabras que entienden todos.De hecho, en algunos lugares del Reino Unido ya rige la sharía, cuerpo de derecho islámico importado desde el África. Es un código detallado de su conducta, que trae normas relativas a los modos del culto, los criterios de la “moral” y de la vida, lo que está permitido y lo que está prohibido y las reglas que separan lo que se considera bien y lo que se cree que está mal.
Europa ha defeccionado, de tal suerte que en pocos años más, quienes profesen otras religiones vivirán de prestado tanto en Roma como en Barcelona, en Marsella o en Bonn, en Madrid o Budapest. Si no les gusta, tendrán la vía expedita para mandarse a mudar, pero rápido, antes de que les corten el pescuezo, los quemen vivos o los tiren desde lo alto de un edificio.
La tercera revolución mundial después de la Revolución Francesa, se está haciendo en nombre de una difusa apelación a una religión que no tolera, de ninguna forma, a las demás. Si el Profeta decía la verdad, las demás creencias no tienen razón de ser, dicen sus seguidores en todo el mundo.
Un aparte para recordar que, en Buenos Aires, sin ir más lejos, el gobierno de Carlos Menem, creyente musulmán, les otorgó tres hectáreas y media de terreno para que erigieran el complejo cultural islámico más grande de Sudamérica. No se ofreció como contraprestación, la construcción de un humilde templo católico en Arabia Saudita. De hecho, si cualquiera de los lectores de este blog osara caminar por la capital de ese país, Riad, con un crucifijo en el pecho, podría dar con sus huesos en la cárcel, si no es que lo decapitan en una plaza pública, a la vista del mundo entero.
Al parecer va contra los derechos humanos integrar a los inmigrantes a la cultura local, como lo hicieron casi todos los países de América entre mediados del siglo XIX y principios del XX, que convirtieron en cowboys, llaneros o gauchos a los hijos de los recién llegados desde todos los confines del mundo. Hoy se trata de que “no pierdan su esencia”, no hablen el idioma del país que los acoge, no acepten sus costumbres, no asimilen sus tradiciones, no aprendan las lecciones de los que forjaron su nueva patria. Ellos traen lo suyo y a eso se atienen.
Por las dudas, ahí están los derechohumanistas, dispuestos a defender ese supuesto derecho a irrumpir en la vida de otro país y subvertir sus valores en nombre de una religión exótica que, en estos momentos, justifica actos criminales en todo el mundo. La Argentina, cómo no, también fue víctima de esos delincuentes, que tiraron abajo la embajada de Israel y pusieron una bomba en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina y todavía hoy están impunes y siguen sin rendir cuentas ante la justicia nacional.
¿Usted cree que esta crónica exagera?, guárdela y téngala presente cuando, dentro de unos años, si tiene la suerte de viajar a Londres, París o Madrid, le exijan a su señora que se calce su burka, ese vestido que va de la cabeza a los pies y deja una rejilla a la altura de los ojos, sólo para que no la sepulten viva bajo una montaña de piedras.
Espere y verá, al paso que va el mundo, eso sucederá en tres, dos, uno…
Juan Manuel Aragón
A 23 de noviembre del 2024, en La Fragua. Cortando ataco para los terneros.
Ramírez de Velasco®
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