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343 ALMANAQUE MUNDIAL Nicolás

San Nicolás de Myra o de Bari

El 6 de diciembre del 343 muere San Nicolás de Myra o de Bari venerado en la Iglesia oriental y en la occidental

El 6 de diciembre del 343 murió San Nicolás de Myra, también conocido como San Nicolás de Bari. Es uno de los santos más venerados en la Iglesia oriental y en la occidental. Su fiesta se celebra el 6 de diciembre en Occidente y el 19 de diciembre en la tradición oriental. Su vida carece de una biografía verificable.
Vivió en Asia Menor, en la región de Licia, que actualmente forma parte de Turquía. Según la tradición, nació en Patara, antigua ciudad portuaria de Licia. Desde joven, mostró una inclinación hacia la vida religiosa y, en algún momento de su juventud, emprendió un viaje a Palestina y Egipto, quizás buscando el enriquecimiento espiritual que caracterizaba a las peregrinaciones de aquella época.
Al regresar a Licia, se convirtió en obispo de Myra, una ciudad también ubicada en esa región. Durante el reinado de Diocleciano, uno de los emperadores romanos que más ferozmente persiguió a los cristianos, se cuenta que San Nicolás fue arrestado y torturado por su fe. No obstante, fue liberado cuando el emperador Constantino el Grande permitió la libertad religiosa, lo que marcó un hito para la comunidad cristiana.
La leyenda cuenta que participó en el primer Concilio de Nicea en el año 325, convocado por Constantino para definir aspectos centrales de la doctrina cristiana. En este concilio se habría enfrentado al hereje Arrio, sacerdote que sostenía la idea de que Cristo no era igual al Padre, postura que luego sería condenada como herejía arriana. La historia popular, aunque no confirmada, cuenta que Nicolás, enfurecido por las declaraciones de Arrio, le dio una bofetada en plena asamblea. Este incidente refleja no solo su fervor religioso, sino también la manera en que su carácter apasionado ha sido idealizado en la tradición cristiana.
Tras su muerte fue sepultado en su iglesia en Myra, y, a medida que su fama de milagroso y bondadoso se expandía, su tumba se convirtió en un centro de peregrinación en el siglo VI. Sin embargo, en 1087, un grupo de marineros italianos trasladó sus restos a Bari, Italia, debido a que Licia estaba bajo amenaza de invasión musulmana. Los italianos temían que su tumba fuera profanada y decidieron llevar sus reliquias a un lugar seguro. Este traslado aumentó su popularidad en Europa occidental, y Bari se transformó en un sitio importante de peregrinación.
En la actualidad, sus reliquias están en la Basílica de San Nicolás de Bari, una iglesia del siglo XI construida en su honor, aunque fragmentos se encuentran distribuidos en iglesias de todo el mundo. En 2017, investigadores lograron fechar un fragmento de hueso de cadera atribuido a San Nicolás, confirmando que era del siglo IV, lo que da cierto sustento histórico a sus reliquias.
Su prestigio se debe, en gran parte, a su fama de generosidad y actos de bondad.Hay muchas leyendas asociadas a él, la más conocida siendo aquella en la que ayuda a un padre empobrecido que no tenía dinero para el dote de sus tres hijas, lo que implicaba que podrían verse obligadas a la prostitución. Enterado de la situación, dejó en secreto bolsas de monedas de oro en la casa del hombre para proporcionar la dote necesaria y salvar a las jóvenes de una vida de deshonra. Esta historia de caridad hacia las mujeres en dificultad fue uno de los relatos que más contribuyó a la construcción de su figura como protectora de los niños, los necesitados y las familias.
En la Edad Media su culto se difundió por Europa, convirtiéndolo en el santo patrón de Rusia y Grecia, y también de las fraternidades, los gremios y varios grupos, como niños, marineros, solteras, mercaderes y prestamistas. Incluso, ciudades como Friburgo en Suiza y Moscú lo adoptan como su protector. Miles de iglesias fueron construidas en su honor, y entre ellas, una de las más antiguas fue erigida por el emperador Justiniano I en Constantinopla (actual Estambul) en el siglo VI. Los relatos de sus milagros se convirtieron en un tema recurrente para los artistas medievales, y su día de fiesta, el 6 de diciembre, fue una ocasión para realizar celebraciones en su honor. Una de las costumbres más extendidas era la del “Niño obispo”, una ceremonia en la que un niño era elegido para representar al obispo y “gobernaba” hasta el Día de los Santos Inocentes el 28 de diciembre.
Después de la Reforma Protestante en el siglo XVI, la veneración a San Nicolás desapareció en muchos países protestantes, salvo en los Países Bajos, donde la tradición de Sinterklaas, nombre derivado de San Nicolás, perduró. Los colonos holandeses llevaron esta costumbre a Nueva Amsterdam (actual Nueva York) en el siglo XVII. Con el tiempo, la leyenda de Sinterklaas fue adoptada y transformada por la mayoría angloparlante bajo el nombre de Santa Claus. Su figura de hombre generoso se fusionó con los relatos folclóricos nórdicos de un mago que premiaba a los niños bien portados y castigaba a los traviesos. En el siglo XIX, la imagen de Santa Claus tal como se conoce hoy, con su barba blanca, su traje rojo haciendo de repartidor de regalos, se popularizó en Estados Unidos, convirtiéndose en el icono central de la Navidad moderna.
Aun hoy, la figura de San Nicolás sigue siendo venerada y querida en muchos países, especialmente en los Países Bajos y Bélgica. Allí Sinterklaas llega el 6 de diciembre trayendo regalos a los niños. En el Reino Unido, esta figura se conoce como Papá Noel, mientras en otros lugares, como en el sur de Alemania y Austria, se le da el nombre de Nikolaus. Así, San Nicolás, el santo de los niños y los marineros, ha dejado una profunda huella en las tradiciones navideñas de Occidente, pasando de ser un obispo generoso a convertirse en el símbolo universal de la Navidad.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Cristian Ramón Verduc6 de diciembre de 2024 a las 7:39

    El hombre barbudo llamado "Santa", sirve para que los anglo jodidos hagan pasar la Navidad sin mencionar a Jesús. Es decir, Nicolás de Bari ha sido desnaturalizado para favorecer los intereses de los pícaros del mundo.

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