No mucho más que esto para hacerlo funcionar |
Los autos eléctricos podrían ser el negocio del futuro para pequeños emprendedores
Podría estar a punto de extinguirse la industria automotriz, que da de comer a millones de personas en el mundo. Pero, al mismo tiempo, en una de esas estamos a punto de asistir al nacimiento de cientos de miles de talleres, fabricando autos como quien echa a andar trencitos de juguete.
La del automóvil fue una manufactura que, según cómo se mire, progresó muy poco. De hecho, los primeros autos, hace cerca de 100 años eran, en esencia, los mismos de hoy. Salvo el motor a inyección, desde Henry Ford no se les había introducido ninguna modificación sustancial, salvo la carrocería y los relojitos, por supuesto. Pero en esencia, el corazón seguía siendo el mismo.
En una de esas estamos ante una revolución tan grande como la que produjeron las cámaras de fotos digitales que, en cuestión de meses, tumbaron las casas de revelado de fotografías con rollo y las enviaron sin escalas previas, al museo o al tacho de basura. Los teléfonos digitales hicieron el milagro de que la gente no quiera más fotos de papel. En menos de 20 años, lo que era una inversión segura, poner una casa de revelados— mejor si era Kodak— dejó de tener sentido. Pero, ¿ha dicho Kodak?, desapareció en acción, no existe más.
Quién sabe, ¿no?, en una de esas, dentro de poco dejan de existir las grandes fábricas de automóviles y nace un negocio más extendido, el de instalar un taller para armar autos, de la misma manera que hoy se arman bicicletas. Imagine miles de pequeñas explotaciones en todas las ciudades del mundo, construyendo cada una, un modelo distinto, o igual en todas partes.
No debe ser tan difícil, oiga.
Por definición, los autos eléctricos no cargan con un pesadísimo motor a combustión, lo que los abarata de una manera fenomenal, los hace aún más silenciosos, más livianos y amigables con la naturaleza. Además, funcionan con menos piezas, consumen menos energía para hacer el mismo esfuerzo y siguen calladitos hasta cuando se los acelera de golpe. Una maravilla.
¿Qué tienen de malo? Su autonomía limitada: necesitan recargar las baterías a los pocos kilómetros recorridos, algo que se está remediando. Y las baterías son caras, aunque este drama también está en vías de solución.
De hecho, para funcionar tienen, básicamente, una batería, un controlador y el motor eléctrico. La batería recibe electricidad desde una fuente externa y la almacena para su uso. Cuando se enciende el auto, la energía que circula por la batería es enviada al controlador, que a su vez se encarga de transmitirla hacia el motor eléctrico. Ahí la energía eléctrica se convierte en mecánica al transformarse en movimiento.
Para mover el auto, el motor tiene una parte fija, el estator, que sostiene una parte móvil, el rotor, y unas escobillas que hacen conexión eléctrica entre las dos partes. Las escobillas, del rotor se alimentan de la batería y generan un movimiento circular gira las ruedas. Bueno, más o menos así.
No es tan fácil como parece construir un auto eléctrico. Pero tampoco es una industria prohibitiva, como para que un grupo de inversores no se arriesgue a instalar una marca local, pongamos la “Algarrobo motor company” o veamos por todas partes carteles que digan “Red oficial de automóviles Atamisqui”.
Báh, digo, quizás es el sueño de uno que observa cómo la “democratización” de la vida, pasa casi siempre porque los poderosos entregan gratis la libertad de votar por este, ese o aquel candidato, que siempre son suyos. Y casi nunca ofrecen la oportunidad de instalar un taller, aprovechar los conocimientos que adquirió un Juan de los Palotes cualquiera en la Escuela Industrial y largarse a fabricar, automóviles, motocicletas, camiones.
Pero, si quiere amigo, aquí abajo hay lugar para que deje su opinión. Si discute con buenos argumentos y tiene razón, quizás me despertará del sueño de un golpe.
©Juan Manuel Aragón
Quién sabe, ¿no?, en una de esas, dentro de poco dejan de existir las grandes fábricas de automóviles y nace un negocio más extendido, el de instalar un taller para armar autos, de la misma manera que hoy se arman bicicletas. Imagine miles de pequeñas explotaciones en todas las ciudades del mundo, construyendo cada una, un modelo distinto, o igual en todas partes.
No debe ser tan difícil, oiga.
Por definición, los autos eléctricos no cargan con un pesadísimo motor a combustión, lo que los abarata de una manera fenomenal, los hace aún más silenciosos, más livianos y amigables con la naturaleza. Además, funcionan con menos piezas, consumen menos energía para hacer el mismo esfuerzo y siguen calladitos hasta cuando se los acelera de golpe. Una maravilla.
¿Qué tienen de malo? Su autonomía limitada: necesitan recargar las baterías a los pocos kilómetros recorridos, algo que se está remediando. Y las baterías son caras, aunque este drama también está en vías de solución.
De hecho, para funcionar tienen, básicamente, una batería, un controlador y el motor eléctrico. La batería recibe electricidad desde una fuente externa y la almacena para su uso. Cuando se enciende el auto, la energía que circula por la batería es enviada al controlador, que a su vez se encarga de transmitirla hacia el motor eléctrico. Ahí la energía eléctrica se convierte en mecánica al transformarse en movimiento.
Para mover el auto, el motor tiene una parte fija, el estator, que sostiene una parte móvil, el rotor, y unas escobillas que hacen conexión eléctrica entre las dos partes. Las escobillas, del rotor se alimentan de la batería y generan un movimiento circular gira las ruedas. Bueno, más o menos así.
No es tan fácil como parece construir un auto eléctrico. Pero tampoco es una industria prohibitiva, como para que un grupo de inversores no se arriesgue a instalar una marca local, pongamos la “Algarrobo motor company” o veamos por todas partes carteles que digan “Red oficial de automóviles Atamisqui”.
Báh, digo, quizás es el sueño de uno que observa cómo la “democratización” de la vida, pasa casi siempre porque los poderosos entregan gratis la libertad de votar por este, ese o aquel candidato, que siempre son suyos. Y casi nunca ofrecen la oportunidad de instalar un taller, aprovechar los conocimientos que adquirió un Juan de los Palotes cualquiera en la Escuela Industrial y largarse a fabricar, automóviles, motocicletas, camiones.
Pero, si quiere amigo, aquí abajo hay lugar para que deje su opinión. Si discute con buenos argumentos y tiene razón, quizás me despertará del sueño de un golpe.
©Juan Manuel Aragón
Excelente la nota Juan
ResponderEliminarLos tres grandes conglomerados autimovilisticos actuales se van a reconvertir y desarrollarán autos eléctricos a bajo costo. Tienen todas las de ganar. No hay que olvidarse que el desarrolo de un CHASIS es actualmente costoso, y continuará así por más que el motor eléctrico sea más liviano. Las baterías es una tecnología de punta, ellos pueden desarrollarla. En fin, es una opinión ligera de datos. Simple corazonada.
ResponderEliminarNo es mala idea Juan Manuel! Y no la llevemos al extremo de la tan complicada construcción de un automovil, pero bien se podrían fabricar bicicletas y motos eléctricas para las personas que recorren distancias menos largas, el costo lo podrían amortizar con lo que gastan diariamente en pasajes para ir y regresar hasta el trabajo o a realizar compras... Ya se ver vehiculos de dos ruedas en el ámbito urbano con esas caracteristicas y recuerdo que en la decada del 60 había un señor en La Banda que invetó algo así y que sus amigos llamaban afectuosamente Loco! Un abrazo Juan Manuel!
ResponderEliminarMe encanto, un beso Juan
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