Ir al contenido principal

ESPANTOS Sombra de sombras

Imagen de ilustración

Por qué se fueron retirando de los campos y no dan tanto miedo como antes

Yo era esa sombra repentina que se aparecía a los jinetes, al camionero, al viajero nocturno, una premonición incierta en medio del camino. Quizás el chofer le averiguaba al compañero: “¿Has visto eso?”, y el otro, medio dormido o distraído, respondía: “No, ¿qué?” Pero ya estaba lejos y por más que se apeaban a buscarme, no me hallarían.
Un espanto menor era, entre tantos que habitaban los viejos bosques santiagueños. Imagínese, estaban la alma mula, la mujer de blanco, la mula maldita, la Madre del Monte, el famoso Sacháyoj y otros cientos, solo conocidos en comarcas pequeñas, algunos tan terribles que volvían locos a quienes intentaban enfrentarlos. Yo no era más que un fantasma menor, un personaje de reparto, el tipo que toma café detrás de los protagonistas en la película. Un don Nadie, en una palabra.
Tal vez por eso duré hasta el final y cuando todos los demás se fueron para siempre, quedé solito en esos campos inmensos, escondido detrás del pastizal de la orilla de los caminos o me refugié en las solitarias paradas de colectivo, cerca de los pueblos. Mucho tiempo persistí en mi intento de ser el miedo de la noche, el temor a lo desconocido, el fugaz recelo por la oscuridad líquida del pánico a lo inexplicable, el horror despavorido a lo extraño o raro.
Con el tiempo me fui percatando de que no valía la pena tanto empeño. Yo era apenas un susto repentino en la noche. El verdadero miedo de los cristianos es a los otros cristianos. Unos a otros se temen, se recelan y desconfían entre ellos. Si caminan solos en la noche por una calle oscura y solitaria, más que a una sombra fugaz entrevista con el costado del ojo, tienen pavura de los pasos del que los sigue por detrás.
Cuando el mundo era un lugar más o menos amable, nosotros poníamos la nota discordante, éramos la excepción confirmando la regla. Ahora los pueblos están repletos de maldades inconcebibles en los tiempos aquellos, padres contra hijos pequeños, madres desnaturalizadas, enfermos de sibaritismo son capaces de cometer los crímenes más bestiales en nombre de la modernidad, las buenas maneras.
El atropello se ha vuelto una norma de vida contante y sonante. Los puebleros tienen un temor terrorífico a perder, a la vuelta de cualquier esquina de la vida, el trabajo, la mujer, los hijos, los hermanos, los padres, los amigos y hasta el paisaje que los acompañaba desde siempre, porque las topadoras de la innovación están a la orden del día, esperando para destruir todo lo que signifique pasado, tradición, buenas costumbres.
¿Usted dice que nos extrañan? No amigo, quisieran volver al mundo que perdieron el día que tumbaron el último guayacán del pago, el que modernizaron para que las maestras lleguen en moto y regresen a su casa sin conocer a sus alumnos, el que ahora tiene electricidad, pero le falta luz, radios sin buenas palabras e internet con ignorancia. Ahora todos tienen televisión y sillones en el living, pero les falta el carácter, la esencia, la prestancia de lo que antes eran.
El paisano se ha vuelto espanto del mismo paisano. Y en ese pago ya no tengo qué hacer.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Melancólico Juan Manuel, pero cierto.

    ResponderEliminar
  2. Linda forma de presentar la realidad a partir de una fantasía. Genial.

    ResponderEliminar
  3. Muy buena la nota! Que son los espantos que nos daban tanto.miedo, a la par de todo lo terrible del comportamiento de la especie humana? El terror nos ha invadido ante la truculencia de las cosas que suceden a diario! La realidad nos ha superado!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

STEINER El periodista que narró la guerra con precisión y sin concesiones

Natalio Steiner Una voz mostró la crudeza del conflicto desde el primer día, en medio de un escenario confuso, polarizado y sangriento Pocos días después del 7 de octubre de 2023, cuando los terroristas de Hamás perpetraron una incursión feroz y despiadada en territorio israelí, una voz periodística en español —la del argentino israelí Natalio Steiner— comenzó a mostrar con crudeza sin precedentes lo que se avecinaba en la región. Lo hizo con la precisión de quien entiende que la información, en medio de una guerra, puede ser decisiva. El mundo hispanohablante conoció hora a hora lo que ocurría en Israel a través de su grupo de difusión de WhatsApp. Su trabajo no conoció pausas ni descansos. Antes de las seis de la mañana, los teléfonos de sus seguidores ya tenían al menos una noticia suya. Tal vez porque en Medio Oriente el día comienza varias horas antes, tal vez porque la urgencia de informar no admite demoras. Algunas veces incluso envió sus informaciones en sábado, si la gravedad ...

PERLITAS Cómo parecer más léido (un poquito nomás)

Perón y su esposa Potota Novias, hijos, amores, nombres, lugares, cambios y muchos otros datos para pasar por culto en un sarao importante Así como en otras publicaciones se entregan claves para parecer más joven, más lindo, más exitoso, aquí van algunas perlitas para darse dique de culto. San Martín era José Francisco de San Martín y Matorras. El nombre de Belgrano era Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús. Y fue padre de Pedro Rosas y Belgrano y de Manuela Mónica Belgrano, ambos nacidos fuera del matrimonio. No se casó nunca. Rivadavia, el de la avenida, era Francisco Bernardino Rivadavia y Rodríguez de Rivadavia. ¿Yrigoyen, pregunta?: Juan Hipólito del Corazón de Jesús y el de su tío, Alem, no era Leandro Nicéforo como repiten quienes se dan de eruditos radicales sino Leandro Antonio. Juan Bautista Alberdi dijo “gobernar es poblar” y se quedó soltero. Es el prócer máximo de los abogados y le regalaron el título en la Universidad de Córdoba, en la que no cursó ni una materia. Corn...

MILITANCIA Voten al abecedario

Los que no tranzan La consigna escrita con rebeldía gramatical expone que, antes de levantar banderas, convendría aprender a escribirlas sin tropezar El diccionario de la Real Academia Española de Letras define “transar”: dice que es transigir, ceder, llegar a una transacción o acuerdo. Por las dudas, dice cuáles son sus sinónimos: ceder, transigir, cejar, claudicar, conceder, acceder, consentir, condescender, permitir, tolerar.  También dice qué significa “tranzar”, es cortar, tronchar o también entretejer tres o más ramales cruzándolos alternativamente para formar un solo cuerpo alargado. Un panfleto que pasó el Movimiento Socialista de los Trabajadores por debajo de la puerta de casa, es confuso o tiene mala ortografía.  Si se piensa bien de quienes lo lanzaron: “Vota a quienes defienden tus derechos y no ´tranzan´”, lo que quisieron decir es que ellos no van tejer entre los derechos, cortándolos para formar una cosa alargada… o algo así, medio confuso, ¿no? Ahora, si se pi...

DESCARTE La fragilidad es una condena

Eutanasia En el Canadá, la eutanasia se lleva miles de vidas al año en nombre de la compasión y la autonomía, pero esconde una peligrosa lógica En el Canadá de hoy, morir por eutanasia no es una excepción: es una práctica en expansión. Desde que se legalizó, se ha cobrado más de 90.000 vidas. Solo en el 2024, el 5 por ciento de las muertes en el país fueron por esta vía. Las cifras crecen de año en año, y con ellas también crece un modo de pensar que se disfraza de compasión, pero que responde a una lógica inquietante: la cultura del descarte. Esa cultura considera “desechables” a los sectores más débiles: los ancianos, los enfermos crónicos, los que no se valen por sí mismos. En la legislación canadiense, se incorporó la “fragilidad” como uno de los criterios para acceder a la eutanasia. No se trata de una enfermedad terminal ni de un dolor insoportable, sino de una condición relacionada con la edad o con la salud deteriorada. Es decir, con el solo hecho de ser vulnerables. Según cifr...

LEYENDA Aliento de la noche (con vídeo)

Ahí tá Reaparece en el monte, guarda silencio y se vuelve sombra rumor y espanto sin que nadie sepa de dónde viene Todavía hoy, en noches sin luna, salgo a asustar a los paisanos. Aunque ya no tengo tanta prensa como supe tener cuando el universo era joven y recién nacían las estrellas, y muchos opinaban que quizás fuera un espanto que venía del barrio de los muertos. Apenas me sienten pasar, llaman a la policía, que llega en un santiamén a ver qué pasa. Hay ocasiones en que, en vez de disparar para cualquier parte —como antes— los changos pelan el telefonito para filmarme como si fuera una actriz, un cantante, un político de la televisión. No saben que mi fama se forjó en cientos de fogones amanecidos, en versos recitados a la orilla de la cocina, a la hora en que tallaban los grillos y entonaba el cacuy su lastimero canto. En esos tiempos, un silbido en la oscuridad bastaba para que un pueblo entero se persignara. Un viento de modernidad inicua barrió millones de siglos y tradiciones...