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HISTORIA Tutité

Micaela y Raúl

Mis abuelos paternos decidieron hablar de “tú”, en vez de usar el “vos” que se estaba imponiendo en ese tiempo


El cuento de la familia dice que cuando mis abuelos paternos estaban de novios o recién se habían casado, decidieron hablar de “tú”, en vez de hacerlo con el “vos”, que usamos todos ahora. No sé por qué lo hicieron, pero lo sospecho.
Imagino que, en ese tiempo, mediados de la década del 20 del siglo pasado, estaba cambiando el idioma de los argentinos, entre otras razones, por la radio. Quizás de chicos hablaban de “tú” y de grandes quisieron conservarlo. De tal suerte que, mi tío Raúl, mis tías y mi padre, hablaban así, sin ningún problema, les salía natural, es lo que se acostumbraba en la casa, contra la manera en que hablaban todos.
Algunas de mis primas siguen hablando de “tú”, pero no sé si sus hijos lo usan o se pasaron al “vos”. De chicos, alguna vez sentí a mi madre hablar de “tú” con mi padre, pero nosotros, los hijos, digo, voseamos desde siempre.
Lo maravilloso es que casi cien años después de que una pareja de novios o recién casados toma la decisión de hablar de una determinada manera, hay gente que quizás no conoció a uno, a otro o a ninguno y continúa con ese hábito. Alguna vez, del lado de la familia de mi madre, un primo me dijo que a las chicas Aragón les decían las “Tutité”, por su manera de hablar.
Muchas veces he pensado en el por qué de aquella decisión de mi abuelo. Creo tener una respuesta, pero estoy casi seguro también, de que alguna de mis primas saldrá a desmentirme, quizás con buenas razones. Se me hace que el “vos”, se iba generalizando sin que la gente se diera cuenta, casi como el “sirviente y sirvienta”, “presidente y presidenta”, “estudiantas y estudiantos” o el “jóvenes y jóvenas”, expresiones muy de moda en estos tiempos, todas horrorosamente malsonantes.
A alguna gente, supongo, le sonaba mal al oído el voseo, pero ir contra la corriente en cuestiones de lenguaje, le parecía una enormidad. Algo así como: “Habiendo tantas cosas importantes para dedicarse y vos estás pendiente de cómo habla la gente”. Y el “vos” se generalizó, de tal suerte que llegó un momento en que el “tú” ya sonaba raro. Debe haber sido en poco tiempo, pienso ahora, que se pasó de uno al otro, porque hay modas tan rápidas, que uno no se da cuenta y ya todos las usan.
Algo parecido sucedió, hablando de otra cosa, o de lo mismo, con el sureño apero de bastos que usaban los paisanos de Buenos Aires. En la década del 70 había llegado con fuerza al norte de Córdoba y sur de Santiago. En poco tiempo estuvo ya aquí, en la capital, de tal suerte que hay gente que sostiene que “toda la vida”, anduvo a caballo en esas monturas. Hoy lo usan hasta los gauchos (¿lo correcto ahora será también gauchas y gauches?) del norte de la provincia, porque al no necesitarse guardamontes, porque se acabaron los bosques, la silla con cabeza dejó de ser útil.
Los Aragón, algunos Aragón mejor dicho, hemos tenido siempre una especial relación con el lenguaje. Somos capaces de descalificar a uno porque usa mal el “de qué”, porque dice “la primer vez” o no sabe cuándo usar el habría o el sería. Está bien, sólo lo hacemos con la gente que se tira de culta, tampoco vamos a pretender que un verdulero hable correctamente o una vedette o vedetto de la televisión o un concejal, faltaba más.
Pero si se trata de alguien que trabaja en algún ámbito de la cultura, prestamos nuestros finos oídos y lo descalificamos al acto si habla mal. Así me perdí (o nos perdimos), quizás la oportunidad de hacernos amigos de gente valiosa, pero, qué quiere que le diga, nos fijamos en el lenguaje y pensamos que ese tipo no vale la pena, es más fuerte que cualquier otra razón.
Me imagino que el abuelo Raúl y la abuela Micaela, habrán oído con horror que todo el mundo se andaba meta vosear, igual que sucede ahora con la gente que cree que la guaracha, el reggaetón o esas otras clases de ruidos son música, y decidieron tratarse de “tú”. Imagino un mundo futuro, de aquí a cincuenta años, en que esos retumbos sin sentido de latas podrían ser considerados música y, pongamos, un tango o un bolero serán considerados piezas clásicas y me quiero cortar las venas con un casette de Juan D´Arienzo.
Ya está naturalizado el voseo en la Argentina, y sabemos desde hace mucho que el idioma es necesariamente algo dinámico, con vida propia. De todas maneras, me alegro de que ese pequeño acto de rebeldía de unos novios de hace más o menos cien años, haya durado hasta hoy y se mantenga vivo en otras “Tutité” y, aunque sean poquitas sigan oponiendo resistencia a las ordinarieces de la modernidad.
Si vamos a decir la verdad, nunca he tratado de usar el tú, ti, contigo, no sé, me parece que sonaría pretencioso, porque en casa no era común oírlos. Hay muchos que, cuando se quieren tirar de cultos, largan hasta un “vosotros sabéis”, u “os lo digo”, para hacer creer que son gente preparada, che, no cualquier cosa.
Bueno, estito nomás quería contar hoy a los lectores, a quienes, por supuesto, desde ya pido perdón por haber usado la primera persona y una historia familiar que seguramente los habrá aburrido. Pero, bueno, es lo que tenía en la cabeza, y hasta que no lo escribo, no quedo tranquilo.
Hasta mañana.
©Juan Manuel Aragón
Barrio Mosconi, a 5 de septiembre del 2023, hirviendo mondongo

Comentarios

  1. En Vitiaca vivía un matrimonio muy viejitos y acostumbrados al buen trato y respeto. Ella le decía, así es Sr. Jimenez y el , sírvase Sra. al entregar el mate supongamos. Ahora en la hora de la mushungeada no se si se olvidaban de tal respeto ? no sé, no se.

    ResponderEliminar
  2. Cuando eres chico,esta diferencia de lenguaje a veces lleva a sorna Entonces abandonas formas o estilos para sentirte integrado al grupo de pares...

    ResponderEliminar
  3. Cristian Ramón Verduc5 de septiembre de 2023, 11:22

    Tengo entendido que los cambios en los idiomas se dieron por el uso y la costumbre populares, hasta la aparición de los medios masivos de comunicación. Desde entonces, los cambios vienen desde los aparatos electrónicos hacia la población, que en general los acepta y, en muchos casos, afirma: "Siempre hemos dicho así".

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