Ir al contenido principal

EXPRESIONES Y barra o

El abrazo del diablo
Hay veces en que algo que a todas luces está mal dicho, por alguna extraña razón, en un momento se convierte en español puro y limpio


Los problemas de plata se arreglan con plata, problemas del lenguaje se arreglan con lenguaje, según dicen. Es que hay palabras que son malsonantes, sobre todo cuando están encima de un papel, no es que estén bien o mal escritas, porque no hay reglas para ellas, sino que suenan mal, como de analfabeto. Una de esas boberías que dice o escribe la gente es el famoso “y/o”. No amigo, cuando es “y” se escribe “y”, y cuando tiene que ser “o” debería escribirse “o”.
Si es una u otra, una posibilidad que cabe perfectamente, póngalo de otra manera, busque cómo decirlo, pero no someta a sus lectores a ese “y barra o”, que suena tan estúpido, perdonando la palabra. Claro que toda regla tiene sus excepciones. Pero eso hay que contarlo completo, de otra manera no se entenderá bien.
Ahí va.
—Poné la mosca —lo apuró el tío aquel a quien debía unos mangos. Era una obligación que había contraído con un tipo duro, un mafioso, de pocos avíos. Alguien le avisó que por unos pocos pesos era capaz de hacerla amanecer en una zanja con un cohetazo entre cada ojo, así que la cosa, digamos, no venía livianita.
Aquella deuda bien podría haber pasado por una obligación sin el compromiso de abonarla, porque eran unos pesos que había perdido en una partida de tute y ya se sabe que las deudas de juego son naturales, según Dalmacio Vélez Sarsfield, si uno quiere las paga y si no, no. El drama es que había firmado un pagaré. Hacía unos días había perdido hasta los calzoncillos jugando y, para que le habilitaran el desquite hubo de apelar a un tipo, que casualmente se presentaba en el garito aquel justo cuando a uno lo habían desplumado. Le prestó unos buenos mangos y, como corresponde, los perdió también.
Después contaba que siempre tenía presente el episodio aquel, con un recuerdo vívido, como si hubiera sido ayer, sobre todo por lo violento de las situaciones. En esa ocasión el tío le dijo:
—Te presto tanto y me devuelves tanto hasta tal fecha, no te cobro intereses, pero no te pases de la fecha por ningún motivo.
Ingenuo, le consultó:
—¿Y si me paso?
Respondió seco:
—No te vas a pasar, ya vas a ver.
En el pagaré, como suele suceder en estos casos, figuraba el doble de lo que le había prestado.
Desde ese día, todas las mañanas lo hablaba por teléfono, eso que no había vencido el documento. Al principio no mencionaba nada de la deuda, le preguntaba cómo andaba, qué era de su vida, tonterías. Después, cuando se estaba por cumplir el plazo se lo empezó a mencionar como de paso:
—Che, si no puedes pagar aquella platita, avísame, así vemos de qué otra manera la saldas.
Como quien no quiere la cosa, en esos días deslizó su nombre entre los amigos del café, pensó que capaz que lo conocían. Y sí, era más conocido que la ruda macho.
—Uuuhhh…, un pesado —dijeron todos casi a la vez.
Uno le consultó:
— ¿Le debes?
Respondió que no.
— Mejor, porque los que no le pagan están todos en el Patio de los Callaos —respondió.
—¿El Patio de los Callados?
—Sí, hombre, la Finca del Ñato, Villa Antarca, el Conventillo de las Ánimas, el Depósito de Osamentas, el cementerio, báh.
Otro agregó:
—Es capaz de degollarte, limpiar el cuchillo con el borde del mantel y seguir comiendo el asado, tranquilo como ojo de vidrio, hablando de bueyes perdidos, como si nada.
Cuenta que le corrió un sudor frío por la espalda, cuando sintió aquello.
Cuando faltaban pocos días, el otro se puso en duro. Debió ser su voz o algo, la cuestión es que no transmitía mucha convicción de deudor con intenciones de pagar. El día antes del vencimiento sacó todos los ahorros que tenía, pero no alcanzaban. En una casa de compraventa de la calle La Plata, vendió un ventilador y una plancha, que había chacado a la dueña de la pensión en que estaba parando. Fue a la oficina del prestamista, le pagó la deuda a la secretaria, le devolvieron el pagaré. Se fijó bien si era ese y cuando salía, lo rompió en mil pedazos.
Listo.
Al rato él usurero lo habló con voz amable, hasta parecía un pariente, interesado en su salud, su vida, sus cosas:
—Si necesitas algo, no dudes en hablarme —pidió.
Justo en ese momento estaba con un amigo, profesor de literatura, a quien le había contado algunas de sus fobias del lenguaje.
—¿Quién era? —le preguntó el otro.
—Un tipo al que le debía y que me estaba esperando para cobrarme y barra o matarme —respondió.
Y aunque era una incorrección decirlo de esa manera poco elegante y quizás falaz, también pensó que nunca más exacta una expresión tan guaranga.
©Juan Manuel Aragón
A 11 de marzo del 2024, en La Rioja y Segundo Pasaje. Tirando la taba, roldana nomás

Comentarios

  1. NS/ NC en este caso de negocios informales decía el Dr Wayar después funcionario de Salta, también hay compromisos de contratación, asi que si no paga mejor vaya preso porque pagará el doble y/o quedará desnudo. Pero si no lo ve y/o no lo crea no se arriesgue. Que difícil está esto

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

AÑORALGIAS Santiago querido

La Secco Somera lista (a completar), de lo que hay todavía en la ciudad mágica habitada por los santiagueños, sus sueños y saudades Algunas cosas que antes sabía haber en Santiago y no hay más, se perdieron para siempre, consignadas en este sitio para que al menos quede su recuerdo. Esta lista la publiqué hace algunos años en Feibu y los amigos la completaron. 1 Helados “Kay”, más ricos no hay. 2 El auto Unión, (con motor de dos tiempos, como la Zanella). 3 Las heladeras Vol-Suar. 4 Las prohibidas del Renzi (¡Coca!, cuánto amor). 5 La bilz de Secco (la de ahora no es lo mismo, qué va a ser). 6 El Santa Ana, El Águila, empresa Robert, el Manso llegando desde el fondo del saladillo. 7 Cheto´s bar. 8 El peinado batido de las mujeres. 9 El jopo (ha vuelto, pero como mariconada). 10 La nueva ola y los nuevaoleros. 11 El Tuco Bono. 12 El departamento Matará. 13 Panchito Ovejero vendiendo billetes de lotería. 14 La Porota Alonso. 15 La Gorda de Anelli. 16 Tala Pozo. 17 Mi tata. 18 Panadería L

LEYENDA El remís con chofer sin cabeza

Imagen de Facebook de David Bukret Un misterioso auto circula por las calles de Santiago y La Banda: un caso que está dando que hablar en todos lados Un hombre detiene su motocicleta en el parque Aguirre, lleva una mujer atrás, son las 3 de la mañana. Se apean debajo de un eucalipto, justo cuando empiezan a besarse aparece un auto, un remís que los encandila y se queda parado, como esperando algo. Ella pega un grito: “¡Mi marido!”, suben de nuevo a la moto y se van. Antes de irse, el hombre observa que en el remís no hay nadie, parece vacío, pero ya ha acelerado, a toda velocidad y no se va a detener. Ha pasado varias veces, según cuentan los parroquianos en el café con nombre y apellido, en una historia que va pasando de mesa en mesa, repitiéndose todos los días con más detalles. Las mentas hablan de un remís que aparece de manera impensada, no solamente cuando detecta traiciones amorosas, sino que asustó a varios muchachos que andaban trabajando de noche en casas que no eran las suya

EVOCACIÓN El triste final de la Dama de Hierro

Mercedes Marina Aragonés El recuerdo para quien el autor de esta nota llama Dama de Hierro, algunas anécdotas y la apreciación sobre una personalidad controvertida Por Alfredo Peláez No fue el final que posiblemente soñó en sus años de poder y esplendor. Cuando el nombre Nina paralizaba hasta el más taimao. Se fue en silencio, casi en puntas de pie, como vivió sus últimos años. Muy pocos lloraron a Marina Mercedes Aragonés de Juárez, la dama que supo ser de hierro, en tiempos idos. Seguramente coqueteó en esos años con un funeral al estilo Evita, con su féretro en el salón principal de la Casa de Gobierno, o en el Teatro 25 de Mayo, y largas colas de santiagueños para darle el último adiós. Pero solo fueron sueños de diva. Nada de eso ocurrió. Los diarios santiagueños apenas se hicieron eco de su fallecimiento. Al fin y al cabo, más importante eran los 470 años del pago que ella intento domesticar a rienda corta y chicote. Quedarán miles de anécdotas que la tuvieron como protagonista.