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Olaechea y 9 de Julio, camioneta de Vialidad de la Nación, parada más allá de la bocacalle, el miércoles |
“Si alguien preguntara por él, nadie sabría dar cuenta de su cara, su ropa, su peinado”
A Rubén Bonet
Una curiosidad, al menos en Santiago, nadie mira a los que van en bicicleta, eso que casi ninguno lleva casco y —menos que menos— se protegen de la mirada del prójimo con vidrios polarizados. Al menos si alguien va en una bicicleta normal, sin cambios, las llantas algo herrumbradas y el asiento envuelto en plásticos porque, o ya no vienen esos modelos antiguos para cambiarlo o no alcanza la plata para comprar uno nuevo.Tampoco lo reconocerán los amigos y conocidos, si es “El Viejo que va en Bicicleta, con una Gorra Modelo 1950”, estorbando el paso de automóviles, colectivos, motocicletas, monopatines o simples peatones, transeúntes llanos digamos. Quizás piensen que no tienen nada que ver con el pobre infeliz que ni siquiera tuvo dinero suficiente como para comprarse un ciclomotor.Y ahí va el tipo, surfea por entre el tránsito, se cuela detrás del camión de la Secco, avanza esquivando a una vieja que viene del mercado cargada de bolsas y cruza en la mitad de la calle sin mirarlo, por supuesto, avanza en un semáforo en rojo, total no viene nada del otro lado y sortea un embotellamiento de la salida de los alumnos del colegio San José, filtrándose de a pie, por la vereda, pidiendo permiso a los chicos. Todo un paseo sin que registren su paso.Si alguien preguntara por él, nadie sabría dar cuenta de su cara, su ropa, su peinado, su bicicleta, la bolsa que llevaba colgada en el manubrio o sus ojos mirando siempre para adelante. Es casi un fantasma gris paseando por el multicolor mundo de los vivos, en una ciudad que lo ignora olímpicamente.
De vez en cuando patea un cono de esos colorados que colocan ilegalmente algunas empresas piratas de la ciudad, los que más le gusta tumbar son de los edificios en construcción. Silba una chacarera en medio del silencio repentino de la calle, saluda al amigo Nene Pons o se mete de lleno en el pesado tránsito del mediodía, por la Rivadavia, frente al colegio Belén.
No se molesta con los colectiveros que a veces lo dejan sin espacio para andar, tampoco tiene quejas contra los recolectores en carritos manuales, no le mueve un pelo la mujer que busca un lugar para estacionar su Megane, en pleno centro, acelerando y frenando bruscamente en cada hueco de garaje. Lo sacan de órbita los que molestan estacionados en doble fila y, sobre todo, los que se detienen en la bocacalle, más allá de la cebra, maniobra frecuente en la 9 de Julio y Olaechea. Si los pasa de cerca, solamente les dice: “Jodiyira, quien carajo te ha enseñado a estacionar”. Y cuando halla a los zorros grises cerca de un auto estacionado en infracción, les grita: “Es del doctor, ¡anímense a multarlo mierdas!”.
Pedalea la ciudad desde el anonimato siempre presente de ser “El Viejo de la Bicicleta con Gorra Modelo 1950”, ¡guardia!, tratá de no chocarlo, esos hijos de puta vivos no valen un centavo, muertos te pueden llevar a la ruina, dicen los automovilistas cuando los pasan casi rozando.
Y el tipo apura el pedaleo, sabiendo que su invisible presencia, un día de estos, cuando le agarre el patatús final, habrá sido parte del entrenamiento para cuando se fuera al otro mundo y sólo quedara de él, una leve brisa doblando por la Francisco Viano en la General Paz, como quien va a la Católica, a ver a su amigo Humberto Puntano, “Cacho” que le dicen, para darle a arreglar los zapatos lindos de la patrona. "Cacho" es zapatero, de los buenos.
©Juan Manuel Aragón
En San Andrés del Sur, 21 de octubre del 2022
Cada usuario de un medio de transporte puede detectar las falencias y limitaciones de los otros medios. La gestión de un sistema multi-modal, como el de las ciudades, donde conviven colectivos, taxis, autos, motocicletas y bicicletas principalmente, es muy compleja. El diseño físico del sistema (calles, avenidas, intersecciones, semáforos, señalización, etc.), y el diseño operacional (manejo del tráfico, flujos, volúmenes, paradas, ingresos, salidas, etc.), no pueden ser acomodados completamente para servir a las necesidades particulares de cada modalidad....y mucho menos si esa gestión está a cargo de funcionarios y operarios públicos que generalmente no tienen la preparación, la capacitación, el interés y la.menor idea para hacerlo.
ResponderEliminarPor lo tanto la.dinámica del tránsito de todas las modalidades de transporte termina siendo una negociación in-situ en la que todos obtienen y ceden prerrogativas, privilegios, ventajas y desventajas.
Se puede hacer mejor, pero es difícil lograrlo con la calidad de infraestructura, de operarios, funcionarios, conductores y peatones con que contamos.
A quien le quepa el sayo....que se lo ponga.