Ir al contenido principal

INSEGURIDAD Hacer siempre lo mismo

Futbol de potrero

“Sin desmerecer el trabajo de nadie, es posible cada maestro valga cien policías y cada buen maestro tenga el mismo precio que mil”


Hay frases que de tanto en tanto vuelven a estar de moda en el mundillo de las redes de internet de la Argentina. Una es: “Si quieres tener resultados distintos no deberías hacer siempre lo mismo”. Si usted quiere ir a Santa Fe y agarra para el lado de Jujuy, bueno, una vez se puede confundir, dos veces es tontera y tres, necedad.
Algo así sucede con el asunto de la violencia en la Argentina, los robos y crímenes, el narcotráfico, las muertes violentas. Cada vez que hay un delito resonante, salen los vecinos a preguntar qué hace la policía, dónde estaban los agentes que no actuaron a tiempo. Sobre el pucho alguien pide “más presencia policial”, como dicen, “para terminar con los robos en este sector”.
Tantas veces se ha solicitado lo mismo sin resultados, que uno ya sospecha que la gente común también quiere ir a Santa Fe, pero al llegar a la ruta 34 le pide al colectivero que agarre para el otro lado. Los cronistas señalan como una falta que en la provincia de Buenos Aires haya un policía cada 80 manzanas. Está bien, pero no dicen qué pasaría si hubiera uno por manzana, ¿saben si de esa manera se solucionaría?
Parecería que el problema no es policial. Es decir, no se le debería pedir a la policía que solucione un drama para el que no se ha preparado. No saben cómo solucionar la inseguridad ni los que patrullan las calles ni los que están apostados en las esquinas ni los que levantan sumarios ni los que custodian espectáculos.
No estudiaron para saber cómo decirle a un chico que en el futuro no debe salir de caño a chacar lo que venga, no conocen la manera de evitar que un joven tenga necesidad de drogarse, de emborracharse. Tampoco podrían estar presentes en cada casa en que un violento quiere pegarle a una mujer para decirle: “No lo hagas”.
Quizás se deberían pedir más canchitas de fútbol, de básquet, más y mejores escuelas, maestros más capaces y no policías con mejores chalecos antibalas. Los vecinos podrían pedir que se instalen talleres para enseñar a los chicos música, baile, pintura, escultura, ajedrez o artesanías en cada barrio.
Sin desmerecer el trabajo de nadie, es posible cada maestro valga cien policías y cada buen maestro tenga el mismo precio que mil. No es pidiendo a los chicos que no se droguen que se logrará sacarlos de esa mugre, sino presentándoles alternativas más atractivas. O volviendo seductoras alternativas que existieron siempre, como la lectura.
Las drogas no son malas, proporcionan a quienes las consumen un momento maravilloso. Es difícil encarar a un joven diciéndole que es malo eso que a él le hace tanto bien, lo sustrae de la realidad, le hace olvidar sus problemas y de yapa lo lleva a un más allá literalmente alucinante. Más arduo todavía es explicarle que el consumo de la merca lo hará caer en la adicción, el delito para conseguir más, su propia degradación como persona y tal vez a una muerte temprana o una adultez con muchos problemas, desde económicos hasta fisiológicos. Pero es el camino que se debe seguir.
¡Espere!, hay un atajo y es el deporte. En vez de contratar mil policías más cada vez que se produce un delito resonante, sería mejor llamar a diez profesores de educación física que reúnan a los chicos de cada cuadra para hacerlos jugar a cualquier cosa. No hay soluciones mágicas apelando a una reforma de las leyes, el procedimiento judicial, el sistema carcelario o el aumento y la capacitación de los policías.
La vecina enojada por el robo de la otra cuadra debería pedir otras opciones para la juventud así no sale a delinquir, en vez de querer un policía plantificado en la puerta de su casa todo el santo día. Si se nombran muchos agentes en la policía, se corre el riesgo de que, en un determinado momento, los ladrones también tengan uniforme, gorra, cachiporra y pistola.
Como la vez que un patrullero de la policía de Santiago —en tiempos del tata Carlos Arturo Juárez— se presentó en la casa de uno para notificarlo de que lo habían nombrado agente, y no lo hallaron porque, por las dudas, había escapado saltando la tapia del fondo. Pero es otra historia, que quedará para otro día.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

Entradas populares (últimos siete días)

FÁBULA Don León y el señor Corzuela (con vídeo de Jorge Llugdar)

Corzuela (captura de vídeo) Pasaron de ser íntimos amigos a enemigos, sólo porque el más poderoso se enojó en una fiesta: desde entonces uno es almuerzo del otro Aunque usté no crea, amigo, hubo un tiempo en que el león y la corzuela eran amigos. Se visitaban, mandaban a los hijos al mismo colegio, iban al mismo club, las mujeres salían de compras juntas e iban al mismo peluquero. Y sí, era raro, ¿no?, porque ya en ese tiempo se sabía que no había mejor almuerzo para un león que una buena corzuela. Pero, mire lo que son las cosas, en esa época era como que él no se daba cuenta de que ella podía ser comida para él y sus hijos. La corzuela entonces no era un animalito delicado como ahora, no andaba de salto en salto ni era movediza y rápida. Nada que ver: era un animal confianzudo, amistoso, sociable. Se daba con todos, conversaba con los demás padres en las reuniones de la escuela, iba a misa y se sentaba adelante, muy compuesta, con sus hijos y con el señor corzuela. Y nunca se aprovec...

IDENTIDAD Vestirse de cura no es detalle

El perdido hábito que hacía al monje El hábito no es moda ni capricho sino signo de obediencia y humildad que recuerda a quién sirve el consagrado y a quién representa Suele transitar por las calles de Santiago del Estero un sacerdote franciscano (al menos eso es lo que dice que es), a veces vestido con camiseta de un club de fútbol, el Barcelona, San Lorenzo, lo mismo es. Dicen que la sotana es una formalidad inútil, que no es necesario porque, total, Dios vé el interior de cada uno y no se fija en cómo va vestido. Otros sostienen que es una moda antigua, y se deben abandonar esas cuestiones mínimas. Estas opiniones podrían resumirse en una palabra argentina, puesta de moda hace unos años en la televisión: “Segual”. Va un recordatorio, para ese cura y el resto de los religiosos, de lo que creen quienes son católicos, así por lo menos evitan andar vestidos como hippies o hinchas del Barcelona. Para empezar, la sotana y el hábito recuerdan que el sacerdote o monje ha renunciado al mundo...

ANTICIPO El que vuelve cantando

Quetuví Juan Quetuví no anuncia visitas sino memorias, encarna la nostalgia santiagueña y el eco de los que se fueron, pero regresan en sueños Soy quetupí en Tucumán, me dicen quetuví en Santiago, y tengo otros cien nombres en todo el mundo americano que habito. En todas partes circula el mismo dicho: mi canto anuncia visitas. Para todos soy el mensajero que va informando que llegarán de improviso, parientes, quizás no muy queridos, las siempre inesperadas o inoportunas visitas. Pero no es cierto; mis ojos, mi cuerpo, mi corazón, son parte de un heraldo que trae recuerdos de los que no están, se han ido hace mucho, están quizás al otro lado del mundo y no tienen ni remotas esperanzas de volver algún día. El primo que vive en otro país, el hermano que se fue hace mucho, la chica que nunca regresó, de repente, sienten aromas perdidos, ven un color parecido o confunden el rostro de un desconocido con el de alguien del pago y retornan, a veces por unos larguísimos segundos, a la casa aquel...

CALOR Los santiagueños desmienten a Borges

La única conversación posible Ni el día perfecto los salva del pronóstico del infierno, hablan del clima como si fuera destino y se quejan hasta por costumbre El 10 de noviembre fue uno de los días más espectaculares que regaló a Santiago del Estero, el Servicio Meteorológico Nacional. Amaneció con 18 grados, la siesta trepó a 32, con un vientito del noreste que apenas movía las ramas de los paraísos de las calles. Una delicia, vea. Algunas madres enviaron a sus hijos a la escuela con una campera liviana y otras los llevaron de remera nomás. El pavimento no despedía calor de fuego ni estaba helado, y mucha gente se apuró al caminar, sobre todo porque sabía que no sería un gran esfuerzo, con el tiempo manteniéndose en un rango amable. Los santiagueños en los bares se contaron sus dramas, las parejas se amaron con un cariño correspondido, los empleados públicos pasearon por el centro como todos los días, despreocupados y alegres, y los comerciantes tuvieron una mejor o peor jornada de ve...

SANTIAGO Un corazón hecho de cosas simples

El trencito Guara-Guara Repaso de lo que sostiene la vida cuando el ruido del mundo se apaga y solo queda la memoria de lo amado Me gustan las mujeres que hablan poco y miran lejos; las gambetas de Maradona; la nostalgia de los domingos a la tarde; el mercado Armonía los repletos sábados a la mañana; las madrugadas en el campo; la música de Atahualpa; el barrio Jorge Ñúbery; el río si viene crecido; el olor a tierra mojada cuando la lluvia es una esperanza de enero; los caballos criollos; las motos importadas y bien grandes; la poesía de Hamlet Lima Quintana; la dulce y patalca algarroba; la Cumparsita; la fiesta de San Gil; un recuerdo de Urundel y la imposible y redonda levedad de tus besos. También me encantan los besos de mis hijos; el ruido que hacen los autos con el pavimento mojado; el canto del quetuví a la mañana; el mate en bombilla sin azúcar; las cartas en sobre que traía el cartero, hasta que un día nunca más volvieron; pasear en bicicleta por los barrios del sur de la ciu...