Antigua ciudad de Rosario |
El 26 de junio de 1838 nació Andrés González del Solar en Buenos Aires, uno de los tantos patriotas a quienes los diarios cubrieron con un ominoso silencio
El 26 de junio de 1838 nació Andrés González del Solar en Buenos Aires. Fue, al decir de Rafael Hernández, un “verdadero patriota y poeta”. A los veinte años se reveló que tenía cualidades poéticas al escribir su “Oda a Cristóbal Colón”. Fue uno de los tantos patriotas argentinos, de los que los diarios cubrieron con un ominoso de silencio.“¡Colón! Tal vez mañana
la noble raza del latino unida
(la hora está cercana),
formando una nación fuerte y erguida
alce la sien y los espacios mida”.La poesía fue leída por su autor en el teatro Colón, junto con otros que aparecieron en el diario “La Reforma Pacífica”, Nicolás Antonio Calvo. Pero fueron prolijamente ignorados por el resto de las publicaciones de filiación opuesta al federalismo, tradición que continuaron los diarios liberales hasta hoy.Por ese entonces González del Solar había ingresado a la política, junto a Nicanor y Melitón, sus hermanos, y su futuro cuñado José Hernández, que militaban entre los federales reformistas que encabezaba Calvo, y a los que sus adversarios mitristas llamaban despectivamente “chupandinos”.
Gracias a la conspiración del silencio, Andrés postergó su vocación poética, abrazó el periodismo militante y emigró a Paraná, justo en el tiempo que va desde las fraudulentas elecciones del 29 de marzo de 1857 que impusieron como gobernador de Buenos Aires a Valentín Alsina, y la batalla de Cepeda, de octubre de 1859. El clima porteño se había vuelto intolerable para los seguidores de Calvo.
En la entonces capital de la Confederación, se desempeñó como periodista y defendió la política de Urquiza en los periódicos “La Luz”, “La Soberanía del Pueblo”, “El Litoral” y “El Paraná”.
En 1861 fue oficial secretario de la Legación en el Paraguay de los López junto al abogado Baldomero García. Luego de la derrota de Pavón, en 1861, cuando Urquiza se marchó del campo de batalla sin pelear, colaboró con Hernández en el periódico federal “El Argentino”, entre 1863 y 1864.
Más tarde se establece en Paraná y trabaja como regente de una escuela primaria y, ya producido el desastre de Ñaembé, se va, con su familia a Rosario, donde vivirá hasta su muerte. Allí escribió en “La Capital”, “La Cabrionera” y otros. Solía utilizar para sus crónicas, llenas de chispeante ingenio, el seudónimo de “Chichipía”.
Compartió penurias y también ideas de redención gaucha con Hernández. En una conferencia que pronunció en Rosario en 1872 —el año en que apareció el “Martín Fierro”— expuso muchas de las ideas presentes en el libro impar de su cuñado.
“Desde luego, y hablando el lenguaje de la verdad —dijo esa vez— no temo afirmar que la condición actual del gaucho es menos aceptable para él que la del coloniaje. En aquellos tiempos tenía, por lo menos, asegurada su vida y, casi paria, sin derechos políticos, sabía no obstante que no iría a servir de pasto a la voracidad de los cañones”.
Dijo: “El gaucho habita los campos sirviendo de baluarte de la civilización, disputando al salvaje de la Pampa la seguridad que ni siquiera podemos darle y, sin embargo, es el primero en pagar los tributos que la ley impone. Si la patria peligra, para él no hay excepciones: su hogar y su fortuna quedan abandonados, mientras lleva a los campos de batalla el contingente de su sangre”. Y critica a quienes sostenían una supuesta inferioridad racial del criollo: “Si se me dice que la indolencia habitual del gaucho es un estorbo para llevar al terreno práctico las teorías que los norteamericanos convierten en bellas obras, yo contestaré que esa indolencia es precisamente la manifestación de la ignorancia, no la expresión ingénita de su índole, y que por consecuencia desaparecerán con la dignificación del individuo”.
En 1873, el chileno José Domingo Cortés lo incluyó en su “Parnaso argentino” al lado de poetas como Juan Cruz Varela, Guido Spano, Echeverría, Gutiérrez, Ventura de la Vega y otros.
Fue intendente de Rosario entre el 13 de noviembre de 1891 y el 6 de diciembre de 1892. Murió en esa ciudad, de una afección pulmonar, en 1893, el mismo día de su cumpleaños.
Junto a sus hermanos Nicanor –Juez de Crimen y Procurador Fiscal, abogado de López Jordán- y Melitón –médico de abnegada actuación en Paraná y en Corrientes, durante la epidemia de cólera de 1866-, constituyó lo que Noé Jitrik llama un tanto despectivamente “asociación familiar para la aventura política”.
Fue integrante de un selecto grupo de federales porteños que promediando el siglo XIX, desde el periódico y la tribuna, combatieron la política segregacionista de Alsina y de Mitre. Eso le valió el exilio definitivo de la ciudad que lo vio nacer y el silenciamiento póstumo de su vida y de su obra.
Hoy lo recuerda el blog Ramírez de Velasco, para que se sepa que el periodismo del silencio es despreciado por quienes aman a la Argentina de verdad.
©Juan Manuel Aragón
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