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PENSAMIENTO La razón como problema

El pensador de Rodín

El mundo está entrenado para tener una opinión segura para todas las cuestiones que se presentan ante los individuos


La madre de todos los problemas del mundo bien podría ser la razón. No el hecho de que todos razonan, por favor, sino la constatación de que todos tienen razón, periodistas, abogados, amas de casa, hombres, niños, mujeres, carpinteros, senadores, zapateros, curas, pelandrunes, gordos, alumnos, talabarteros, contadores, diputados, comerciantes, sombrereros, colectiveros, profesores, meteorólogos, reposteros, grandes, chicos, médicos, ingenieros, flacos, pobres tipos, sociólogos, verduleros, maestros, dentistas, historiadores, empresarios, carniceros, pelagatos. Todos.
Elija cualquier profesión, trabajo, oficio, estado, edad o sexo y verá que tienen razón, no solamente sobre los asuntos de sus tareas, sino sobre cualquier tema que anda dando vueltas sobre la Tierra, debajo de ella, en el mar, la montaña, en el Cielo y más arriba también, ¿hormigas?, saben qué decir, ¿salvar las ballenas?, tienen un método infalible, ¿ovnis?, están al corriente de lo que se debería hacer si aparecen, ¿economía?, su plan para detener la inflación es magnífico.
Pocos se fijan en las razones de los demás, pareciera que dicen:
—Con mi razón alcanza y sobra para que el mundo funcione como corresponde.
El prójimo es un ser pintado en el aire a quien, a lo sumo, se le pide asentimiento para que afirme que uno, finalmente, es el único que tiene razón.
Cuidadito con decir:
—Vistas de esa manera las cosas, puede ser que vos tengas razón.
¿Por qué se debe notar que hay otro y ve las cosas de distinta manera?, ¿acaso hay una razón que contradice la mía y alguien cree verdadera a la otra?, ¿alguien insinúa que puede haber más puntos de vista? ¿Por qué “puede ser”?, ¿no te están cantando la justa?, ¿por qué la indecisión?, ¡vamos!, dame la razón de una buena vez, con tu tibieza me vas a hacer creer que estás con los que piensan distinto.
El Boca—River o River—Boca se impone en todas las relaciones de la vida. ¿Con cuál está usted? No vale que diga que es de San Lorenzo, Independiente, Central Córdoba, Rácing o San Martín de Tucumán. Mucho menos que diga: “Se trata de un juego de equipo y por lo tanto sería deseable que todos jueguen bien y el deporte, como ejercicio colectivo permita el desarrollo completo de sus integrantes, más allá de los azares del resultado, que no debieran interesarle a nadie”.
No se atreva, porque le responderán que está muy bien, que son palabritas finas, pero tiene que decir con quién está, ¿Boca o River? Decídase de una buena vez antes de que se piense que es un orate digno de internación.
Según algunos las redes de internet promueven la discusión entre dos extremos bien definidos: blanco o negro, gordo o flaco, verdad o consecuencia, ellos o nosotros. No hay lugar en el mundo de las computadoras o los telefonitos para las posiciones intermedias o quienes proponen otras opiniones al margen de la idea general.
—¿Y si hubiera otro camino?
—No señor.
Pasa que, a quienes proponen el pensamiento dual no les conviene estimular la inteligencia, pues conspira contra sus intereses. Si se piensa en otras opciones que no sean las dadas por las redes virtuales o la televisión, dejarán de vender dentífrico, pan francés, autos, fideos, lavarropas, arroz, mayonesa, pantalones, computadoras, roperos, sillones, motores, aire embotellado y todos los productos que hay en el redondo mundo, con o sin código de barras en el envase.
Cuando le pidan que elija entre una u otra opción, piense siempre que ya no es un niño para que le pregunten a quién quiere más, ¿a su papá o a su mamá? Si entonces esa bobería lo llenaba de perplejidad, cuánto más ahora, que ha crecido, que es un hombre hecho y derecho.
Que no le vengan con falsas opciones. Ante la pregunta:
—¿Con quién te quedas, con Marx o John Locke?
Responda
—Sopa.
Deje que los otros queden confusos sobre su respuesta. Y. sobre todo, no se sume a la algarada general de quienes piensan que la vida son dos caminos que se abren todos los días sino una infinidad de senderos sinuosos que nadie ha hollado jamás.
Termine con el pensamiento a dos puntas, ¿nafta o gasoil?, ¿pan francés o bizcochos?, ¿dulce o salado?, ¿peronistas o radicales?, ¿Santiago o Tucumán?, ¿frío o calor?, ¿tira o vacío? Empiece a pensar que en todo puede haber —y de hecho hay— terceras, cuartas, quintas, infinitas opciones para escapar de un mundo avejentado, pasado de moda, antiguo, infantil. Si tiene cómo huir de esos principios pueriles, si siembra la duda en sus pensamientos, si ante cada afirmación piensa si podría haber otra visión de las cosas, estará en el buen camino.
Lo fundamental, en cuestiones de pensamiento, es no seguir ninguna huella conocida, andar siempre a tientas con las ideas, caminar prescindiendo de las palabras que vienen a la mente sin dar la razón a lo establecido, sino creyendo que hay terceras o cuartas opciones.
Por las dudas galopiar contra el viento, como decía Atahualpa.
¿No piensa como yo?
Bueno, entonces está equivocado.
©Juan Manuel Aragón
A 6 de noviembre del 2023, en la Alsina y Olaechea. Comprando chorizo

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