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Arrojando piedras |
El 20 de diciembre se produjeron graves disturbios en Buenos Aires debido a la crisis económica que asolaba la Argentina
El 20 de diciembre del 2001 hubo graves disturbios en Buenos Aires. La crisis económica que venía asolando al país se caracterizaba por una profunda recesión, alto desempleo y medidas económicas desacertadas, lo que terminó en disturbios y saqueos con consecuencias políticas significativas, como la renuncia del presidente Fernando de la Rúa y con él, casi la extinción de la Unión Cívica Radical.El país venía de un periodo de estabilidad económica basado en la convertibilidad, que establecía una paridad fija entre el peso y el dólar. Esta política, que en un principio fue exitosa, condujo a la sobrevaloración del peso y una pérdida de competencia en los mercados internacionales. La economía local se volvió cada vez más vulnerable a factores externos, y cuando la recesión mundial de principios de la década de 2000 afectó al país, las debilidades subyacentes se hicieron evidentes.Fernando de la Rúa que asumió la presidencia en 1999, heredó una situación económica difícil. Tenía una deuda pública en aumento, caía la inversión extranjera y había mucho desempleo. El gobierno puso entonces en marcha medidas de austeridad para estabilizar la economía. Pero, no se lograron los resultados esperados y hubo descontento entre la población.
El malestar de la gente llegó A su punto máximo a mediados de diciembre del 2001 cuando el gobierno anunció el "corralito", que eran restricciones bancarias para frenar la fuga de capitales, que implicaron limitar la cantidad de dinero que la gente podía retirar de sus cuentas bancarias, lo que provocó una reacción inmediata de descontento generalizado. La población, afectada por la crisis económica, se perjudicó aún más por la imposibilidad de acceder a sus ahorros.
El 19 de diciembre de 2001, miles de argentinos salieron a las calles para protestar contra las medidas del gobierno. La Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, se convirtió en el epicentro de las manifestaciones. La indignación y la ira se expresaron con fuerza, y las demandas para que renuncie el Presidente se hicieron cada vez más intensas.
El 20 de diciembre de 2001, la situación alcanzó un punto crítico. Hubo una masiva concentración de manifestantes en la Plaza de Mayo, demandaban un cambio inmediato en la conducción del país. La policía intentó contener la situación, pero la multitud estaba decidida a hacer oír su voz. Los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes se volvieron violentos, y la situación se tornó caótica.
En este contexto, Fernando de la Rúa anunció su renuncia a la presidencia en un discurso televisado. La renuncia no logró calmar las tensiones rápidamente y los disturbios y saqueos se extendieron por varias ciudades. Supermercados, almacenes y otros negocios fueron saqueados por queies sumidos en la desesperación y la frustración, buscaban acceder a bienes básicos y expresar su descontento.
La renuncia de Rúa desencadenó una serie de cambios rápidos en la presidencia en un intento de restaurar la estabilidad política. Hubo una sucesión de presidentes en un corto período, reflejando la agitación política y social que caracterizó ese momento crítico.
Eduardo Duhalde fue uno de los líderes que asumió la presidencia luego. Duhalde enfrentó el desafío de estabilizar la economía y restaurar la confianza en las instituciones del gobierno. Durante su presidencia se pusieron en marcha políticas para aliviar las tensiones sociales y económicas, como la devaluación del peso argentino.
La crisis del 2001 dejó cicatrices profundas en la sociedad argentina y tuvo consecuencias duraderas en términos de confianza en las instituciones y estabilidad política. La clase media, que se vio particularmente afectada por las medidas de austeridad y las restricciones bancarias, experimentó una pérdida significativa de confianza en el sistema.
A medida que la Argentina buscaba recuperarse de la crisis, cambiaba el enfoque político y económico. La convertibilidad fue abandonada, y se implantaron políticas para reactivar la economía y abordar las causas subyacentes de la crisis. A pesar de los desafíos, el país se recuperó en los años siguientes, aunque las secuelas de la crisis de 2001 continuaron influyendo en la política y la sociedad del país. La memoria de esos días turbulentos sigue viva en la conciencia colectiva argentina, sirviendo como recordatorio de la fragilidad de las estructuras económicas y políticas y la importancia de abordar las necesidades de la población en tiempos de crisis.
©Juan Manuel Aragón
Muy buen informe
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