Después del tornado |
El 10 de enero de 1973, un tornado azota San Justo, provincia de Santa Fe, dejando 63 muertos, más de 200 heridos y millones de pesos en pérdidas materiales
El 10 de enero de 1973, un tornado azotó la ciudad de San Justo, en la provincia de Santa Fe. Dejó a su paso 63 muertos, más de 200 heridos y millones de pesos en pérdidas materiales. Es el único tornado de esa magnitud registrado en la historia en todo el hemisferio sur.
Fue estudiado por Tetsuya Fujita (creador de la escala Fujita-Pearson), quien dijo que había sido el tornado más intenso registrado fuera de los Estados Unidos.
En el 2018 un grupo de santafesinos realizó un documental: "Vorágine" sobre la experiencia de tres familiares de víctimas en el antes, el durante y el después en una película dirigida por Fernando Molinas y producida por Imanol Sánchez.
San Justo tiene 28.700 habitantes, es cabecera de un departamento de 50.000 personas y queda en un terreno alto, con riego y tierra rica en humus. Luego de una mañana de mucho calor, al mediodía se vieron pasar enormes nubes torrecúmulos.
Pasadas las 2 y media de la tarde cayeron chaparrones aislados, debido al alto contenido de humedad relativa y a la extrema inestabilidad en el aire.
Después de las 3 y 10 algunos percibieron un olor como de azufre. A las 5 menos cuarto, cerca de las vías del ferrocarril Belgrano, en pleno campo, se formó un tornado que en menos de 1 minuto llegó a la categoría F5. Duró unos 10 minutos. Se desplazó unos 3200 metros hacia el sur, devastando todo en un ancho de 319 metros, una cuadra a cada lado del bulevar Roque Sáenz Peña, que cruza la ciudad de norte a sur.
En el hemisferio sur nunca se había registrado un tornado tan fuerte.Los registros de tornados datan de fines del siglo XIX.
El tornado succionó casi toda el agua de una laguna cercana. Según los testigos, la tierra temblaba como si un avión a chorro estuviera aterrizando sobre las casas.
El tornado cambió de color: comenzó siendo violácea, y después se tornó rojizo por el polvo de ladrillo de los escombros.
Un auto estacionado frente a un hotel apareció convertido en chatarra sin motor a 300 metros, otros vehículos por la presión del viento se hallaron del todo destruidos e irreconocibles. Un remolque con piso metálico fue sepultado en una zanja de dos metros de profundidad.
Un carro sodero fue arrojado 300 metros de donde estaba, golpeó contra una casa de dos plantas. El caballo quedó vivo, sobre la copa destrozada de un eucalipto.
Varios camiones con acoplado giraron enloquecidamente en el suelo. Uno de ellos, después de esquivar varias casas, cayó en el fondo de una huerta.
En una concesionaria de tractores y máquinas agrícolas, los tractores nuevos se hallaron después en un bosque a 500 metros del negocio, algunos sin ruedas, sin motor.
Muchas casas de ladrillos fueron destruidas desde sus cimientos, y los escombros volaron, solo quedó el terreno limpio.
Algunas casas desaparecieron por completo, mientras que en sus vecinas solo se volaron los techos y se rompieron las ventanas. Cerca de las vías del tren había un tambo: el tornado levantó a todas las vacas a más de 30 metros de altura para luego aplastarlas contra el suelo.
El tornado levantó por el aire a cuatro personas que caminaban por la ruta 11, y las arrojó a un bosque de eucaliptos a 600 metros, donde fueron recogidas dos días después. Los cadáveres estaban irreconocibles, sin ropas, en la copa de los árboles.
Al terminar el tornado, a eso de las 5 menos 5 de la tarde, llovió copiosamente durante una hora más. Mientras, los vecinos se organizaban para socorrer a las víctimas.
En el pasillo de entrada de la jefatura de policía y en el hospital de San Justo alinearon decenas de cadáveres para ser identificados por familiares o amigos. Muchos estaban desnudos (la fuerza del viento rompía y arrancaba las ropas) y cubiertos con frazadas. Casi todos habían muerto por fracturas o por los fuertes golpes o heridas producidos por objetos lanzados por el viento.
Todas las radiocomunicaciones se cortaron. Debido a la ausencia de radioaficionados (con grupo electrógeno para transmitir sin electricidad de red), la noticia llegó con atraso a Santa Fe ―a 105 kilómetros al sur de San Justo― pues los automovilistas que llevaban a los heridos dieron la trágica nueva.
Unas 2.000 personas quedaron sin hogar, en total indigencia, sin nada que recuperar.
La provincia de Santa Fe, está en una zona de tornados del planeta, recientemente bautizada como el Pasillo de los Tornados, junto a las provincias de Córdoba, norte y noreste de la provincia de Río Negro, Entre Ríos, Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Corrientes, Buenos Aires, centro, oeste y norte de La Pampa, Misiones, los estados del sur y sureste de Brasil, y las repúblicas de Uruguay y sur de Paraguay.
En la primavera y el verano, allí suele haber fuertes tormentas, que en muchos casos alcanzan el estado de supercelda y muchas de ellas generan tornados de distintas intensidades.
Debido al ancho continental del Cono Sur, más pequeño que el de América del Norte, hay menos tornados.
©Juan Manuel Aragón
San Justo tiene 28.700 habitantes, es cabecera de un departamento de 50.000 personas y queda en un terreno alto, con riego y tierra rica en humus. Luego de una mañana de mucho calor, al mediodía se vieron pasar enormes nubes torrecúmulos.
Pasadas las 2 y media de la tarde cayeron chaparrones aislados, debido al alto contenido de humedad relativa y a la extrema inestabilidad en el aire.
Después de las 3 y 10 algunos percibieron un olor como de azufre. A las 5 menos cuarto, cerca de las vías del ferrocarril Belgrano, en pleno campo, se formó un tornado que en menos de 1 minuto llegó a la categoría F5. Duró unos 10 minutos. Se desplazó unos 3200 metros hacia el sur, devastando todo en un ancho de 319 metros, una cuadra a cada lado del bulevar Roque Sáenz Peña, que cruza la ciudad de norte a sur.
En el hemisferio sur nunca se había registrado un tornado tan fuerte.Los registros de tornados datan de fines del siglo XIX.
El tornado succionó casi toda el agua de una laguna cercana. Según los testigos, la tierra temblaba como si un avión a chorro estuviera aterrizando sobre las casas.
El tornado cambió de color: comenzó siendo violácea, y después se tornó rojizo por el polvo de ladrillo de los escombros.
Un auto estacionado frente a un hotel apareció convertido en chatarra sin motor a 300 metros, otros vehículos por la presión del viento se hallaron del todo destruidos e irreconocibles. Un remolque con piso metálico fue sepultado en una zanja de dos metros de profundidad.
Un carro sodero fue arrojado 300 metros de donde estaba, golpeó contra una casa de dos plantas. El caballo quedó vivo, sobre la copa destrozada de un eucalipto.
Varios camiones con acoplado giraron enloquecidamente en el suelo. Uno de ellos, después de esquivar varias casas, cayó en el fondo de una huerta.
En una concesionaria de tractores y máquinas agrícolas, los tractores nuevos se hallaron después en un bosque a 500 metros del negocio, algunos sin ruedas, sin motor.
Muchas casas de ladrillos fueron destruidas desde sus cimientos, y los escombros volaron, solo quedó el terreno limpio.
Algunas casas desaparecieron por completo, mientras que en sus vecinas solo se volaron los techos y se rompieron las ventanas. Cerca de las vías del tren había un tambo: el tornado levantó a todas las vacas a más de 30 metros de altura para luego aplastarlas contra el suelo.
El tornado levantó por el aire a cuatro personas que caminaban por la ruta 11, y las arrojó a un bosque de eucaliptos a 600 metros, donde fueron recogidas dos días después. Los cadáveres estaban irreconocibles, sin ropas, en la copa de los árboles.
Al terminar el tornado, a eso de las 5 menos 5 de la tarde, llovió copiosamente durante una hora más. Mientras, los vecinos se organizaban para socorrer a las víctimas.
En el pasillo de entrada de la jefatura de policía y en el hospital de San Justo alinearon decenas de cadáveres para ser identificados por familiares o amigos. Muchos estaban desnudos (la fuerza del viento rompía y arrancaba las ropas) y cubiertos con frazadas. Casi todos habían muerto por fracturas o por los fuertes golpes o heridas producidos por objetos lanzados por el viento.
Todas las radiocomunicaciones se cortaron. Debido a la ausencia de radioaficionados (con grupo electrógeno para transmitir sin electricidad de red), la noticia llegó con atraso a Santa Fe ―a 105 kilómetros al sur de San Justo― pues los automovilistas que llevaban a los heridos dieron la trágica nueva.
Unas 2.000 personas quedaron sin hogar, en total indigencia, sin nada que recuperar.
La provincia de Santa Fe, está en una zona de tornados del planeta, recientemente bautizada como el Pasillo de los Tornados, junto a las provincias de Córdoba, norte y noreste de la provincia de Río Negro, Entre Ríos, Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Corrientes, Buenos Aires, centro, oeste y norte de La Pampa, Misiones, los estados del sur y sureste de Brasil, y las repúblicas de Uruguay y sur de Paraguay.
En la primavera y el verano, allí suele haber fuertes tormentas, que en muchos casos alcanzan el estado de supercelda y muchas de ellas generan tornados de distintas intensidades.
Debido al ancho continental del Cono Sur, más pequeño que el de América del Norte, hay menos tornados.
©Juan Manuel Aragón
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