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RELACIONES Cuando el amor es davueltado

Hombre y mujer

“El tipo se muestra llano, sin problemas psicológicos a la vista, no viene con el peso de una ex, cargosa, fastidiosa y con una historia truculenta que levantar”


Hay veces, no sé si le ha sucedido, en que un pestañeo de una mujer es la diferencia entre la conclusión de una relación y el comienzo de un malentendido que quizás podría durar años. Porque cuando una mujer no quiere, no quiere, y no le busque la vuelta, no habrá quién la mueva de ese lugar, así pasen los siglos de los siglos. Pero también suele suceder que, en un trivial instante, todo cambia y se da vuelta, el mundo se pone patas para arriba y todo podría comenzar de nuevo, flamante y davueltado. Si no, oiga la siguiente historia.
Le cuenta a una amiga que es amoroso, la hace reir, es atento, tienen gustos parecidos, pero hay algo que no termina de convencerla. ¿Qué?, no lo sabe. Son cosas que suceden o no suceden, ¿ha visto? El chispazo, la mirada repentina que le hace comprender que está frente al hombre de su vida. No, no te equivoques, le avisa, cuando hablo del hombre de mi vida no es que lo quiera para toda la vida, en todo caso sí, solo por un tiempo debería ser el hombre de mi vida, después se irá viendo. Y este tipo, en ciertos asuntos es serio, como que cuando dice para toda la vida, quiere que sea toda la vida, literalmente. Está loco.
Han salido dos o tres veces, todo muy bien cuando la busca, todo un caballero, ¿no lo ha dicho?, cada vez ha llegado con una atención, un osito de peluche, un caramelo casero de los que hace su tía, un pañuelo. Todo bien, ¿no?, la conversación fluye, discuten amablemente y durante horas sobre asuntos siempre hipotéticos, como la conveniencia de tener un perro, si la vida es mejor en los suburbios o en el centro, por qué la noche vuelve más lindas a las mujeres, pero no hace más interesantes a los hombres. Le dice a la amiga que le falta algo, el chispazo, un fulgor que la haga creer que será distinto, que hay una aventura para vivir al descubrir cómo es realmente. El tipo se muestra llano, sin problemas psicológicos a la vista, no viene con el peso de una ex, cargosa, fastidiosa y con una historia truculenta que levantar. La amiga le dice que quizás es lo que le conviene, alguien tranquilo, sosegado, que se deje de embromar con esas relaciones tóxicas que le tocaron antes.
Tiene la sospecha de que el próximo sábado, cuando salgan, él le propondrá algo, porque no hubo manera de que sucediera espontáneamente, ¿ha visto cómo son esas cosas?, un roce lleva a otro, ese a otro más y al rato se están besando apasionadamente. Bueno, eso no ja pasado esta vez y, como van las cosas, no va a pasar, por eso él está decidido a tirarse a la pileta, proponerle llevar la relación al siguiente nivel. Se ha portado con ella como un caballero porque le gusta mucho. Está enamorado, dispuesto a seguir con ella hasta el final de la vida.
Suele ser más impulsivo, no tan caballero, pero esta vez quiso hacerlo bien, ir paso a paso, no equivocarse. El sábado estuvo a punto de confesarle que sentía algo por ella, a último momento se dijo que no, la noche estaba pasando tan linda que, para qué arruinarla. Algo en el fondo del corazón le dice que ha hecho mal, debió haber sido más él y menos quien quiere ser, quizás ella lo sospecha. No ha pensado qué decirle, pero quizás ensaye una caricia o algo para darle a entender lo que siente. Lo mejor que le podría pasar es que ella lo acepte, lo peor sería que le pida un tiempo, porque no quiere sentir de nuevo esa incertidumbre de sus años jóvenes. Piensa que después de tantas conversaciones y coincidencias, no lo va a rechazar de plano. No sería justo, sin embargo, algo le dice que todo podría ir mal también.
El malentendido es una mujer que busca un amigo y un hombre que no se imagina sin que ella sea un amor. Aunque sea pasajero, una relación de nada, sin demasiados relieves para recordar después. El miércoles, como quien no quiere la cosa, ella ve en su teléfono que él la está hablando. Quiere verla esa noche, para conversar, tomar algo, como quien no quiere la cosa. No sabe por qué le ha dicho que sí, debiera haberle echado flit hace dos semanas, después de la primera salida. Ahora es demasiado tarde, es posible que después le diga alguna palabra dura. Debe ir preparada.
Ella ha pedido un whisky, él un café, quiere estar bien sobrio. Ella lo toma muy de a poquito. La nota como ausente. En un determinado momento ella hace un levísimo pestañeo de desdén y a él le viene como una iluminación. Y en un larguísimo segundo sabe que ella no está encontrando las palabras, por si quiere, justo esa noche, empezar una relación.
Entonces cambia todo el planteo.
Le dice: Creo que te has ilusionado un poco. Cuando ella quiere refutarlo, la ataja. No quiero que esto deje de ser una hermosa amistad, le avisa. Observa que ella suspira, parece aliviada. Sabe que ha dado en el centro del problema y ha desatado el nudo que impedía una comunicación más fluida. Ella no sigue la conversación por ese lado, cambia de tema. A la salida, él la acompaña a su casa, cundo se despiden, casi sin querer se rozan los labios, la chispa que hace un tiempo podría haber encendido la mecha. Pero no pasa nada.
Esa noche ella habla con una amiga casi al mismo tiempo que él llega a su casa. Él le cuenta a su hermano, que estaba despierto, que no pasa nada con esa chica con la que sale y es posible que tampoco pase algo en el futuro. Ella le dice a la amiga que, justo cuando él le avisaba que no sentía nada por ella, se terminó de convencer de que algo tenía que suceder entre ambos.
Ahora él ha decidido no hablarla más mientras ella espera su llamada por horas.
Pero nunca más en la vida pasará algo.
Juan Manuel Aragón
A 6 de mayo del 2024, en El Cruce, La Banda. Cargando nafta.
©Ramírez de Velasco

Comentarios

  1. Buen día amigo. Soy Pilpinto Santos y me cagué de rabia cuando leí. Ese tipo había sido un pelotudo de primera, como no va a saber que las mujeres se hacen las duras cuando están deseando . No te digo yo, si hay cada tontos véeeee.

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